4.1.11

Lo "nuevo" del año nuevo.

Desde que tengo memoria, todos los años nuevos comienzan de la misma forma:

1. Sube el precio de la gasolina —por alguna razón que nadie se explica, como no sea por la simple arbitrariedad de la Secretaría de Hacienda—.

2. Sube el precio de las tortillas —porque sube la gasolina—.

3. Sube el precio de los artículos de consumo básico —porque sube la gasolina, suben las tortillas y los demás no pueden quedarse atrás—.

4. Aumenta el impuesto predial —según los simuladores que detentan el poder en esta ciudad desde hace trece años, en realidad no hay aumento alguno, sin que todo es un "simple ajuste" para adecuar el cobro al índice de inflación observado el año anterior. Sin embargo, cuando uno compara el pago hecho con el que está por hacerse, el porcentaje obtenido se parece en poco al mentado "ajuste"—.

5. Llega a casa el cobro de la tenencia —porque, aunque ha sido suprimida a nivel federal, el gobierno voraz de la ciudad no está dispuesto a renunciar a los fondos que le proporciona y, con toda desfachatez, la cobra. A propósito, ¿por qué, si mi auto es cada año más viejo, siempre pago un poco más, o casi lo mismo que cuando era nuevo? ¿Todo es obra de los ajustes inflacionarios?—.

6. Los choferes de taxis y microbuses pegan letreros en sus unidades exigiendo un aumento de tarifa —porque han subido la gasolina, las tortillas y todo lo demás—.

7. Aumenta el precio de los cigarros —que antes era de un peso cada año, tal vez dos; en esta ocasión han sido ocho los pesos aumentados gracias a un grupillo de legisladores conscientes para quienes los fumadores deben costear el importe de sus futuros tratamientos médicos pero que, al mismo tiempo, omiten medir con el mismo rasero a gordos y alcohólicos—.

8. Algún sindicato listillo amenaza con irse a la huelga porque los salarios de sus agremiados no alcanzan para nada —dado que han subido la gasolina, las tortillas y todo lo demás—. Exigen entre el 40% —los moderados— y el 100% —los alucinados— de aumento, aunque al final terminan por conformarse con el 4.5%.

9. Funcionarios de los tres niveles de gobierno comienzan con la cantaleta de lo que ahora sí habrán de hacer y lo que ahora no habrán de dejar pendiente. Sin embargo, tales intenciones, como todos los propósitos de año nuevo —y como los furores que atacan a Manuel Mondragón y Kalb—, dura sólo tres semanas y luego se echa al costal del ya ni modo.

10. Los diarios amenazan a la gente con aquello de que esto es sólo el comienzo, aderezado por el usted no ha visto nada aún y salpimentado con la clásica foto de una mano sosteniendo dos monedas de un peso y una de cincuenta centavos —el equivalente al aumento registrado por el salario mínimo—. Como la gente ya lo ha visto todo, se encoge de hombros, se aprieta un poco el cinturón y sigue adelante.

Así es, según recuerdo, cada año nuevo. Obviamente hay un sinfín de elementos que cambian pero, después de todo, el fondo es similar, como similares son los esfuerzos de la gente para superar el sinfín de amenidades que se vislumbran en los 365 días por venir y, transcurridos éstos, sentarse a observar cómo el proceso se repite una vez más.