29.8.10

Defensores universitarios

Contra lo que pudiera parecer, y muy a pesar de que resulta una instancia un tanto inútil
—vista la forma en que se conduce, sin tomar en cuenta las denuncias que recibe sino con un muy sobado "sí, ya te oí; te contesto cuando me dé la gana"—, no dedicaré esta entrada a la oficina del Abogado General de la Universidad Nacional sino a quienes, con argumentos extraños en ocasiones, reduccionistas en otros, y torcidos las más, se asumen como defensores ex officio de la misma institución. Concretamente, me referiré al artículo de Arnaldo Córdova titulado "La Universidad y la derecha", aparecido el día de hoy, 29 de agosto, en las páginas de La Jornada.

El doctor Córdova, todo mundo lo sabe, es un connotado pensador de izquierda que, al calor del pensamiento en boga durante la década de 1960, cobró amplia fama con su libro La ideología de la Revolución Mexicana. Es, asimismo, un opinador asiduo sobre la realidad nacional y, sobre todo, un crítico enfebrecido de lo que él llama "la derecha". ¿Qué es, para Arnaldo Córdova, "la derecha"? Bien a bien, no se sabe. Por momentos, parece ser cualquier postura favorable a la apertura del mercado y la disminución del papel que, con respecto a la vida nacional, guarda el Estado. Sin embargo, en ocasiones parece que "la derecha" es todo lo que no es "la izquierda" y, en este sentido, "la izquierda" tampoco es "la", sino "una" sola, aquélla con la que concuerdan los muy cerrados paradigmas de Arnaldo Córdova.

En esta ocasión, el académico de marras se ha metido con Gabriel Zaid y con Guillermo Sheridan a propósito de las críticas que ambos le endilgan a la universidad en el número de julio de Letras Libres. Como los aludidos no necesitan quién los defienda —de hecho, nadie en esa revista necesita defensores espontáneos; ellos se bastan y se sobran solitos, como se lo demostró Enrique Krauze a quienes, de un modo u otro, pretendieron salvar los muy cuestionables trabajos presentados en la compilación México, tres momentos—, yo me concentraré, únicamente, en exponer la serie de falacias, inexactitudes, contradicciones y errores garrafales que contiene el citado artículo de Córdova, en el entendido de que a) estoy plenamente de acuerdo con la opinión que emite acerca de las universidades privadas; b) creo firmemente que las carreras de humanidades no son improductivas, sino todo lo contrario.

Salvado el escollo, iré por partes. Lo primero es el flagrante error que comete Córdova al decir "llevo 43 años trabajando de tiempo completo en la Universidad, y siempre he sido crítico de los mecanismos que operan en ella". Con el debido respeto, eso es una barbaridad. ¿Cuántas veces, en esos mismos años, Córdova ha pedido que su plaza definitiva de tiempo completo se ponga a concurso? ¿En qué momento se ha opuesto a programas como el PRIDE, que efectivamente crean una brecha entre los profesores bien pagados —como él mismo— y los de asignatura, como el que estas líneas escribe? ¿Cuándo ha pedido que se le baje el sueldo? El autor del artículo es muy hábil cuando indica que los sueldos de los altos funcionarios son "de hasta siete u ocho veces el de un profesor de primer nivel". ¿Qué entiende por "primer nivel"? ¿La crème de la crème de los académicos? ¿Los que apenas inician? ¿Quiénes, doctor Córdova, son esos académicos "de primer nivel"? Porque, si se refiere a los de asignatura con una o dos clases, permítame decirle que el sueldo de un académico de tiempo completo, con todo y prestaciones, puede ascender a cerca de 40,000 pesos mensuales, mientras que el primer sujeto referido ganará, por cuatro horas al mes, cerca de 1,600 pesos. ¿Es eso justo, parejo y equitativo? Evidentemente no pero, como el fondo del artículo es presentar al enunciante como un sujeto crítico, resulta más conveniente montar la comparación con las autoridades que con los propios académicos.

Aparece más tarde la cuestión del debate entre universitarios. Como bien dice Córdova, la universidad se la vive en el debate; degraciadamente, no se poseen los espacios adecuados para llevar tales debates a un terreno productivo. Sin ir más lejos: el debate protagonizado en 2009 entre partidarios de la ocupación del auditorio Justo Sierra de Filosofía y Letras y opositores al mismo debió desarrollarse en un estacionamiento, y luego cada quien echó mano de lo que tenía más cerca para ganar adeptos, mientras la autoridad se hacía la desentendida y nada pasaba. Hasta ahí, correcto, punto para Córdova. El problema aparece cuando él mismo decide que la universidad es un monolito donde todos pensamos igual, y que cualquier ataque procede de las fuerzas del mal ubicadas afuera de ella, concretamente en "la derecha". Suena misteriosamente a argumento staliniano, castrista o hitlerista: el enemigo es ese otro que no es como yo soy, es el diferente y, claro, está afuera, porque adentro todos somos iguales y, si no somos iguales, pues hay que igualarnos, por las buenas o por las malas. Vaya despropósito. O sea que, si entiendo bien, para criticar a la universidad sin ser "un mal universitario" —mote que le endilga don Arnaldo a Sheridan— debo ser "de izquierda", lo que sea que se entienda por eso, y criticar las posturas "de derecha" que aparecen en mi casa de trabajo.

Así las cosas, la única causa de los problemas de la universidad es que exista "la derecha". Córdova mismo lo advierte: los problemas comenzaron cuando entró Soberón, un rector de derecha y reaccionario. Menos mal que, por congruencia, indica que ambas cosas no son lo mismo, aunque tal mención no rebasa, por desgracia, el espacio conferido a ella en el artículo, al ser sabido que, para Córdova y los suyos, ambas palabras son sinónimos, lo que no es necesariamente cierto. Sin embargo, tal es la fuente del problema: "la derecha". No lo son las charriles prácticas sindicales; tampoco lo es el nulo caso que se hace a la legislación universitaria; menos lo son los ínfimos niveles de titulación ni la escandalosa deserción; tampoco lo es el parasitismo que aqueja a muchos académicos e investigadores que, en años, no han escrito un artículo ni desarrollado un experimento a cabalidad. No: señalar eso sería propio de "un mal universitario". Entonces, doctor, ¿qué señalamos?

¿Qué viene después del mencionado alegato? El PRD, y aquí sí no sé en qué planeta vive Arnaldo Córdova. Tal vez en el de las enunciaciones literales, donde el hecho de que el partido se haya metido hasta la cocina universitaria debería implicar que los estudiantes portaran gafetes, credenciales y playeras perredés, que se supieran el himno del partido y que, como borregos, votaran en masa por los impresentables candidatos amarillos... o los rojos, acaso peores. Señor mío: obviamente, no existe un cogobierno universitario, en el que tal partido decide, hace o deja de hacer, pero resulta evidente que sí influye en la vida universitaria. Para ello, basta ver las filias de los dos últimos rectores, el descaro con el que se han alineado con los postulados del perredismo o del pejismo, la gente que han colocado en puestos claves del aparato universitario —Rosaura Ruiz sería el mejor caso, secretaria de una secretaría universitaria sin programa ni funciones claras— y su amable connivencia con los líderes del partido. Líderes o mesías, da igual. ¿No hay, entonces, una burocracia aliada con el PRD? De nuevo, válgame.

Cierra el artículo con una serie de números lindos, que no son sino una apología del trabajo de nuestra universidad, justo lo que Córdova dice que no hace, no ha hecho y no hará. ¿De qué nos sirven los números, si al menos dos de cada cuatro académicos cobran sin dar el golpe? ¿Si muchos estudiantes ven en la reprobación una práctica normal, un estado común al hecho de estar en una institución como la nuestra? Sí, es obvio que la UNAM es mejor que el Tec, la Ibero, la Anáhuac y la UDLA juntas, pero saberlo no es suficiente consuelo porque eso no elimina la fuente del problema: las prácticas torcidas, las conductas inadecuadas, el burocratismo, las plazas ocupadas por inamovibles, las mafias del poder, el manejo discrecional de los recursos, la inequidad de los sueldos, la colusión de la institución universitaria con un partido político, la naturalidad con que se deja hacer y pasar cualquier tipo de cosas en el campus. Ser mejores que los otros no nos exime de dar cuentas —cuentas claras, no las típicas cuentas del Gran Capitán que se presentan cada año— ni de medirnos según los estándares que rigen al resto. ¿Somos los mejores? ¿Por qué no lo demostramos así, sin retruécanos?

Así, las cosas, concluye Córdova su artículo con su idea fija: la derecha tiene la culpa de todo. La derecha ataca a la universidad y quisiera verla cerrada. ¿De dónde saca eso? Según él, de lo que expone Gabriel Zaid, a quien "poco le falta para decir que sería mejor cerrarla". Exacto: es posible que poco le falte —yo lo dudo—, pero no lo dice. Y no lo dice porque, para cualquier persona con cinco milímetros de frente, resulta un absurdo. Sin embargo, ese mismo "poco falta" se convierte en "no lo dice, pero lo está pensando", mismo que se traslada ipso facto a todos los enemigos de la universidad pública que, en sus retorcidas mentes, quieren lo mismo: cerrar la UNAM y, como decía aquel correo —que estaba para morirse de la risa, lo que sea de cada quien— firmado por X Döring —que primero era Édgar, luego era Federico, y al final podía haber sido Epaminondas—, convertir el campus en un "manhatan" [sic] al sur de la ciudad. Tal es el problema, común a los fascismos pero, como puede verse, también a los espíritus dogmatizados y confundidos: crearle argumentos al oponente, decir lo que no dijo —pero que sí está pensando, cómo demonios no—, segregarlo y atacarlo. Y, sobre todo, tacharlo así: "es de derecha; es el maligno; la derecha es así, es el mal". ¿Cuál derecha? Se ignora hasta el momento. ¿Y la izquierda? ¿Hace algo? ¿Existe acaso? Nada, ni una ni otra, porque todo en este mundo es plural y, así como en un lado existen las mentes enloquecidas que añoran los viejos tiempos del echeverrismo —con su discurso esquizofrénico de pseudo izquierda— o que quisieran ver el arribo de la dictadura del proletariado —aunque luego se espantarían al ver las excelentes prácticas que tal sistema conlleva—, y en el otro hay los que pelean por eliminar cualquier institución pública y acceder al Estado ínfimo, en ambos lados hay gente coherente. Por tanto, reducir los argumentos a derecha=mala, izquierda=buena, es disparatar, lo cual resulta por demás impropio de un académico que, como Arnaldo Córdova, se gana la vida en la Facultad de Ciencias Políticas.

Muy bonito, muy bonito.

36 comentarios:

Larry Fjc dijo...

Ilustrativo es leer las porras que le echan casi todos los comentadores de la Jornada en internet a don Arnaldo, comprándole así, a l por mayor sus juicios contra "esa derecha" que ni siquiera conocen: "Sería bueno saber qué tipo de "investigación" hace el tal sheridan en la UNAM", "pobre tonto", le faltó decir, dice uno de estos. Otro "celebra la astuta forma" en que Córdova rebate a los malosos. ¡Vaya, el primero se sorprendería al dar una ojeada a algunos de los libros de Sheridan (claro sin dejarle ver antes el nombre del autor, porque de otro modo ni lo abriría), el otro, si supiera algo de lógica y falacias argumentales, se asombraría de lo poco astuta forma en la que Córdova se exhibe en este artículo. En cualquier caso los comentarios semejan al de una clase de bachilleres incondicionales a su ídolo. Supe de alguien que se abstuvo de leer Letras Libres durante años porque le dijeron que era una revista de "derecha", ahora, finalmente después de leerla, sabe de lo que se perdía sólo por un prejuicio.

Anónimo dijo...

Alfredo, qué tal. Soy Pablo Duarte, edito el sitio de internet de Letras Libres. Me gustaría ponerme en contacto directamente contigo. Te dejo mi correo. pduarte@letraslibres.com

Saludos.

Chalo Pachakuti dijo...

Pues yo no veo donde diga Córdoba que los de la derecha tienen la culpa de algo, más bien no creo que les atribuya papel alguno más allá de sus berrinches periodísticos.
El PRD ha infestado la UNAM en la misma medida que el PRI y más que el PAN, pero eso porque el medio intelectual no es precisamente el ambiente favorito de los panistas, o ¿dónde se sientes ellos cómodos más allá de la Iglesia y la libre de derecho?
Por lo demás, no creo que te conste que el nunca haya protestado por lo que dices que no lo ha hecho. No es mi intención defender a semejante reformista, pero es que tú en aras de defender a esos seudointelectuales dichas muchos disparates.

Unknown dijo...

Excelente entrada. Acabo de colocar una nota en el Face, inspirada en tus reflexiones.

Alfredo R. I. dijo...

Ay, Chalo. De verdad que cada vez entiendo menos tus mensajes, no sólo porque se te van los pies con una asiduidad sorprendente sino porque, además, en esta ocasión no dices nada en concreto. Si no te consta que haya o no protestado —dentro de mis límites, a mí sí me consta que no lo ha hecho, y de eso vive—, ¿para qué peleas? ¿Sólo por "no dejar"?

Y ojo con la contradicción: no defiendes a un "reformista" —insulto que, entre izquierdistas, siempre me causa gracia, sobre todo entre los de nuevo cuño, que han perdido el contexto de la lucha entre "puros", "reformistas" y "aperturos"— pero terminas por defenderlo, en aras de atacar... lo que sea que ahora ataques. No, señor. Ni siquiera atinas a ver el enorme palo que le endilga Córdova —con "v", si fueras tan amable— a "la derecha". Vaya, un poco más de serenidad te vendría mejor para analizar con calma. Más seso, menos víscera.

Alfredo R. I. dijo...

Ah, y para Larry y Daniel, mil gracias por los comentarios. Pablo, ya va un correo en camino.

Chalo Pachakuti dijo...

Pues hazme el favor de indicar donde está el inculpamiento, porque sigo sin verlo pese a la improcedente cita de tu cuñado. Córdova sólo está señalando las equivocaciones de la derecha, no la está culpando de la situación de la Universidad, en ningún momento.
Y no, no estoy defendiendo al reformista -podrías aclarar por qué te parece tan irrisorio un debate tan viejo como actual y pertinente del cual imagino que sabes muchísimo-, estoy atacando tú visceralidad, porque eres tú el que ataca a Córdova sólo por atacarlo y quedar bien con Lloriqueos Libres.
¿En serio se van a poner a comparar al Sheridan con Córdova? hasta entre los perros hay razas.
Mi posición es la de siempre, no encuentro mayores diferencia entre tú y cualquier perredista convencido, y lo mismo me dá que en la Universidad esté metido el PT que el Verde; todos pertenecen a la religión del Estado y gustan mucho de hacer de sus ministros; todos son enemigos de lo nuevo y de lo vivo, son como muertos vivientes que desgraciadamente tienen el poder y convencen a los vivos de morirse como ustedes. Aman la muerte y por eso defienden al presidente y a su masacre generalizada, aman la escasez y el hambre y por eso no quieren que los estudiantes vivan bien y sean felices. No sólo me parece que no tienen razón, pienso que están enfermos, que son como muchachas bulímicas: rindiéndole culto a la precariedad en medio de la abundancia, a la muerte en el momento de la plenitud de la vida. Es cierto, nosotros no somos pacifistas, querer la paz con ustedes es cabar nuestra tumba y la de las generaciones que vienen, además sería matar a nuestros muertos; no queremos la paz con ustedes porque ustedes imponen la muerte con cobardía, no matan de frente. Que les haga provecho su muerte en "vida", o sea, su Estado y sus instituciones.
Salud.

Alfredo R. I. dijo...

Eliminé mi comentario porque había yo dicho algo que, ahora que leo bien, no tiene razón de ser, y procedía de una mala lectura de lo escrito por Chalo. Hecho lo cual, anoto el resto tal y como estaba:

Chalo, tu comentario es un galimatías. Eso de "no querer a los estudiantes vivos y felices" requeriría una paseadita por el diccionario, de modo que fuera posible saber qué entiendes por "vivos y felices". ¿Vivo sólo es el que es como tú? Vaya, y lo mismo debe aplicar para la felicidad. Ya comprendo.

En cuanto al resto del alegato, tengo una duda profunda —y aquí no soy irónico ni mucho menos—: ¿cómo es que alguien que, de hecho, se presenta como anarquista —si no, ¿dónde queda todo ese alegato contra el Estado?—, acepta someterse al régimen impuesto por un sistema educativo? ¿Cómo es que entra a clases —que implican una disciplina— para obtener una calificación? ¿Pelearás también por un título? ¿Y qué sigue? ¿Buscar trabajo? ¿Cómo se junta el anarquismo con eso, cómo la destrucción del stablishment comulga con el sometimiento del sujeto al Sistema Educativo Nacional? ¿No es todo una enorme contradicción?

Ah, lo olvidaba: sobre tu afirmación —no sé si sea sardónica, no me lo ha parecido, o al menos la escritura no le ha permitido alcanzar ese nivel— acerca de que conozco muy bien el problema entre rojos de distintos tonos, claro que lo conozco. ¿O qué? ¿Crees que no tengo amigos de distintos pelajes con los que platico,con los que hablo de eso y de otras cosas verdaderamente interesantes?

Por cierto, lo último: si no ves "la inculpación", allá tú. Yo no te voy a enseñar a leer.

Alfredo R. I. dijo...

Lo olvidaba: Chalo, ahórrate tus descalificaciones baratas cuando te refieras a lo que aquí escribo. Como si no supieras que el objetivo de lo del blog reside en expresar lo que traigo en la cabeza —libremente, así como tú lo haces en los espacios ajenos—, y no sólo para quedar bien con Letras Libres o con quien sea.

Chalo Pachakuti dijo...

Lo de la felicidad y lo de la vida son ámbitos distintos que se engarzan en lo que no es sino una defensa velada del fundamento del capitalismo, de la relación del capital.Sobre la felicidad, aludo a la discusión sobre los precios de la cafetería. Ustedes suponen que querer comida barata es aspirar a "lujos" poco propios para universitarios pero sobre todo, para estudiantes que tienen la lucha proletaria como referencia. Yo pienso que es justo y que es positivo que los estudiantes puedan, después de sus claes, ir a una cafetería a comer bien y a tomar los litros de café que les dé la gana mientras platican con sus colegas. Creo que la felicidad de un estudiante puede radicar en eso, y no veo por qué reivindicar en contra la precariedad que muchos hemos vivido al respecto sólo para salvar la propiedad que ejercen los concesionarios. Pero me queda claro que no es sólo eso, que se trata de defender un sistema de valores en el cuál quien no ha demostrado mediante el crecimiento empresarial su trabajo y sus méritos no tiene el más mínimo derecho a la más mínima abundacia.Para ustedes, mientras más tiempo pasemos en la Central de Abastos mejor, por alguna lógica medio boba, han concluido que eso es muy congruente con la lucha social. En tanto todos somos contribuyentes o hijos de contribuyentes, hemos producido los recursos necesarios para gozar de esa felicidad, y negárnoslo es reproducir ese hecho fundamental de la modernidad capitalista: el sometimiento de los productores a la precariedad en medio de la abundancia que han producido.

Chalo Pachakuti dijo...

Y lo de la vida, pues qué decir. En verdad que es muy subjetivo, no más que lo tuyo por cierto. Yo no puedo ver la sumisión sino como una forma de muerte. Pero es una conclusión poco abstracta. Por mucho que me guste mi trabajo, tener que gastar mi sueldo y mis ahorros en reponer la puta laptop que se descompuso para poder seguir trabajando para poder comprar otra laptop después es algo que no puedo ver sino como una forma de muerte. Y ver a mis compañeros becarios que no pueden ir a una chingada fiesta porque tienen que talachearle por mil putos pesos mensuales no es sino verlos morir. La clase media culta que tanto se jacta es tan esclava como el proletariado, porque la reproducción de su cultura depende de su aislamiento total de la cultura real y concreta con cuya interacción podría, si fuera el caso, vivir. Sí, si es mi concepto de vida y en base a ello pienso que, más bien, todos estamos muertos, pero habemos quienes queremos resistir y hay quienen adoran a la muerte, y esos son ustedes.
Tu otro argumento es de enorme simpleza. Supones que todos los que estemos en profundo desacuerdo con el sistema hemos de remitirnos a las cavernas si queremos algo de congruencia. Se te olvida que ninguno nace anarquista ni comunista; que la conciencia antisistémcia es un producto de la experiencia. Que hay algo de contradictorio, claro que lo hay, y la congruencia no está en aislarse, sino en superar las contradicciones. El sistema no es absolutamente malo, aunque su fundamento lo sea. La enorme producción intelectual y tecnológica que se ha alcanzado no puede ser concebida negativamente aunque sí sea ese el caso del modo en que se ha dado esa producción. La contradicción fundamental que hemos de superar es la que existe entre nuestra humanidad concreta y real y la humanidad que queremos para el futuro, que no es otro problema que el de las posibilidades reales de ese futuro. Estás lejos de entenderlo porque tú vives en absoluta conformidad con lo que hay, porque estás muerto. De lo que concluyo que tu muerte no es sólo muerte, debe ser profundamente aburrida.
El anacoreta y el anarquista están diametralmente separados por sus decisiones. Mientras que l primero pone su inconformidad en la forma de resignación pasiva en el aislamiento, el segundo ha decidido intervenir activamente en la serie de contradicciones que pueden llevar a la destrucción del sistema. No ha habido en la historia un sólo anarquista que no haya vivido inserto en ese juego de contradicciones, y el anarquismo como sistema de ideas es un producto de esas luchas, por lo que suponer que la única posible congruencia del anarquista es el asilamiento es un sinsentido.
Salud.

Anónimo dijo...

Hay ese Chalo.

Mira, ya sé que los testimonios de proletarios no te importan si no concuerdan con tu visión teórica de la realidad, pero ahí va: yo trabajo desde antes de haber entrado a la facultad, por unos cuantos pesos, y ahí le sigo. Pero aunque dices bien, partirse el lomo para poder seguirle pagando a un empresario mi laptop a veces se siente como una forma de muerte, cuando podría estar utilizando ese tiempo para leer o charlar con los colegas en la cafetería, sé que ya es mucho con haber logrado entrar a la UNAM (quizás sin merecerlo) y estudiar una carrera y escuchar excelentes (aunque también algunas malas) cátedras, por un peso, sí, por un peso.

Y de los impuestos que pago, porque sí soy contribuyente, no como los pequeños empresarios del Che, me hago la ilusión de que algo va destinado a la UNAM, aunque sé que la mayor parte más bien se va en el metrobús de Marcelo o alguna otra cosa. ¿Por qué exigirle alimentos gratis o subsidiados a la Universidad que no me cobra por ofrecerme la mejor educación superior de México, casi gratis? No por hacer una apología de la precariedad, sino porque no es la función de la Universidad, vaya, ya ni siquiera la de mi madre, que ya soy un adulto.

Así, que con todo respeto, si esperas tu lechita del Dif y tu cerealito, te quedaste, mentalmente, en la primaria.

P.D. A pesar de la precariedad de mi situación material, parte de mi felicidad como estudiante de la UNAM, no depende, afortunadamente, de lo que "no me quieran dar aunque me corresponda", más bien, la obtengo, de lo que he aprendido en sus aulas.

Alfredo R. I. dijo...

Para Chalo: aunque tu argumentación no era del todo desatinada —salvo lo de siempre, la incongruencia del "ser" y el "no ser", del "anarquista" que debe consumir y someterse porque no le queda de otra, pero sigue siendo un anarquista aunque no pueda serlo bien a bien—, repito, aunque tu argumento no era desatinado, lo he borrado porque, como ya te he dicho en más de una ocasión, los insultos crudos que lanzas no tienen cabida aquí. Así de sencillo.

Por tanto, ve a mentar madres y a insultar donde se te permita, que aquí no. ¿Estamos?

Ah, y no me importa si estás conforme o no con ello: son las reglas y, como éste es mi espacio, se acatan.

Alfredo R. I. dijo...

Vaya, parece que tú mismo te decidiste a borrarla. Muy bien, aunque queda hecha la advertencia: aquí, insultos crudos, no.

Chalo Pachakuti dijo...

???? Yo no borré nada. No sé. Pero es curioso, el valiente anónimo sí puede insultarame, pero como yo soy menos hipócrtita mis cometarios enteros son borrados. No seas mocho Alfredo, pareces de los que censuran la pornografía pero no tocan a South Park.
Pero no es el tema, contestaré al valiente anónimo de otra manera.
El señor es del tipo que cuando es asaltado en la calle dice al ladrón, "Señor ladrón, es usted muy bueno, agradezco profundamente que no haya robado mis zapatos, así podré ir a trabajar mañana, y si gusta pasar por aquí a la misma hora podrá robarme de nuevo. Es usted muy generoso, Dios lo bendiga."

Y Alfredo, tu noción del ser me parece ahistórica. El anarquismo nació y es una forma de resistencia, y la resistencia es consecuencia de la dominación; no hay, por ende, resistencia sin dominación ni anarquismo sin dominación. El anarquismo es, como el comunismo, una ideología de sometidos, que nace de la cratividad de combatir al sometimiento día a día, en el ser social y concreto de cada uno. No hay pureza posible, eso se lo dejamos a los curas y a los conformistas que, como tú, viven muy a gusto legitimando la barbarie. Prueba de ello es el gusto que te dá, decir "son mis reglas y se acatan", decía Miquel Amorós que la clase media urbana es la más afín, aún que la burguesía, al ideal de la dominación.
Salud.

Alfredo R. I. dijo...

Dos cositas, nada más: primera, modera la violencia con que te expresas. De nada vale decir "haré lo que me indicas" si, antes de eso, has lanzado denuestos contra otra persona. Y no, no hay "mochería" de mi parte, no seas ridículo: como te lo dije en su momento, aquí se hace así y punto. Si te late lanzarle palabrotas al otro, hazlo en un blog donde se comente así, no acá.

Segunda: el ahistórico eres tú, al simplemente hablar de "comunismo", "anarquismo", sometidos y poder como si todo fuera igual, siempre. Eso es un planteamiento ahistórico que, por si fuera poco, no responde a lo que te he dicho.

Por lo mismo, no di ninguna respuesta a la "valiente" defensa que haces de ti mismo como anarquista porque las incongruencias están ahí, a la vista, no en el sentido que marca el anónimo —que argumenta en una dirección muy distinta, pero también digna de considerarse— sino en la misma imposibilidad de ser así, tal cual —a leer a Heidegger, ni modo— si el contexto —plenamente histórico— no da las condiciones de posibilidad, lo que determina convertirse en anarquista light o en anarquista por momentos.

Antes de irme, no vengas a escandalizar aquí con citas exaltadas sobre afinidades a la dominación ni nada por el estilo. Si a ésas vamos, las reglas son las reglas y, como quieres que tus comentarios aparezcan aquí, las has acatado, ¿no es cierto?

Chalo Pachakuti dijo...

Yo podría enumerar aquí todos los comunismos y los anarquismos y probar que ninguno, nunca, ha existido al margen de la dominación. Ni siquiera el de Stirner, que me cuesta tanto llamar anarquista, escapaba a ella. Son todos distintos, sí, históricamente distintos, sí. Y las distinciones vienen de las distinciones, también históricas, de la dominación. Pero ninguno escapa, y busca todo lo que quieras, a ser una forma de resistencia a alguna forma de dominación. Y en lo que respecta al anarquismo, habrá que hablar, siempre, de la dominación estatal, con todas sus variantes.
Quizá el aporte ideológico más importante hecho al anarquismo ha sido el de los españoles de los años treinta, es decir, cuando se legalizaron sus sindicatos y sus organizaciones -aunque no del todo- y se tuvo que vivir dentro de la ley y contra ella. Eso de las condiciones históricas es gran debate. ¿Se esperan o se crean?, no vamos a esperarlas, las vamos a crear, las creamos. El anarquismo y el comunismo, como militancias, consisten en crear condiciones históricas que no existen. Tú puedes decir, para autocomplacerte, que no somos anarquistas o comunistas porque no somos puros, y así librarte de la realidad de que tú no aspiras a nada, de que te has conformado con esta barbarie y esta muerte cotidiana y de que has convenido, sí te lo digo otra vez, con los ideales de la dominación. Porque le votas al PAN, que es un partido de pederastas, de quemalibros y de asesinos, como todos los partidos, y lo dices en tus blogs con presunción. Sólo tu acusación de nuestra impureza puede hacerte sentir satisfecho. Nosotros hemos asumido las contradicciones que implica vivir con dignidad, e intentamos superarlas todos los días aunque no siempre triunfemos. En nuestras espaldas el peso es menor, nuestros pecados se limitan a haber bebido, a usar computadoras, y a ser asalariados; en tu conciencia está la legitmación de los actos más inhumanos.
Y antes de que me vaya. Sí, si eres mocho y yo no soy ridículo. Es hipócrita tolerar la violencia que pasa como "irónica" o "crítica" y censurar la que viene "cruda"; las dos tienen como objetivo afrentar la dignidad del otro, las dos son lo mismo.
¿Leer al que habló de las "hermosas manos del führer"? pues ya qué, si no no podría citar eso. Pero no creo que los nazis sean muy confiables.
Salud.

Alfredo R. I. dijo...

No podía esperar sino un reduccionismo terrible de tu parte, y las pruebas están ahí. "La" dominación, singular, monolítica, omnicomprensiva. Ése es el problema, que enuncias en singular y en singular te intentas defender, en la singularidad que apela al contexto pero que niega al mismo contexto. ¿Por qué? Porque éste asume la pluralidad.

A propósito de pluralidades, ¿qué son esos comunismos y anarquismos que enuncias? ¿Son? ¿O siempre han sido intentos que sabotea la gente que, como tú mismo, no entiende la pluralidad, y se dedica a decirle al otro "eres un muerto viviente porque no eres como yo"? O sea, si no eres igual, te igualamos a como dé lugar, que para eso están los manuales de sus adalides y para eso está el lindísimo comentario metido en el blog del auditorio: "quitamos por la fuerza a unos tontos que estorbaban". Claro, si aquí se debe ser igual a la buena, a la mala o a la pésima.

Me pregunto qué clase de "vida" es la que supuestamente defiendes, y a qué le llamas "dignidad", como no sea a ese resistir sin sentido o a convertirse en provocadores —que es, justamente, a lo que conduce su "creación de las condiciones necesarias"; lo dicho, si no son iguales, a fuerzas los igualamos—. Tú, no los kilos de citas que puedas traer a colación, abierta o encubiertamente. Asimismo, me pregunto por qué siempre tratan de reducir a Heidegger citando al régimen nazi, lo que sólo demuestra que han leído lo que les ha parecido conveniente, han entendido menos de lo que quisieran y los estudios donde se explica lo ocurrido en ese periodo son dejados de lado limpiamente.

Chalo Pachakuti dijo...

Denotas la deliberada incompresión del hecho capitalista. La política no está sólo en lo evidentemente político, es decir, en el acto "igualador" que se enuncia como tal, el acto revolucionario pues. El contenido político del capitalismo está en la relación económica que le impone a los explotados. En esa relación está el primer acto político antidemocrático que fundamental al sistema capitalista. La producción capitalista es la negación del ser, porque la humana voluntad creativa del productor ha sido escindida del proceso de producción y ha sido encarcelada en la esfera de la circulación. A la imposibilidad de crear cultura yo le llamo muerte. Así que no es quien combate al capitalismo el primero que niega el ser del otro, es exacatemente al revés. La destrucción del capitalismo es la única posibilidad de pluralidad. Por ejemplo, cuando Proudhon calificaba como un fraude a la revolución francesa, lo hacía porque consideraba que la pluralidad de las organizaciones obreras históricas había sido cancelada en nombre de la unicidad del estado moderno. Organizaciones que, por cierto, existían para combatir la relación del capital enajenante en el sentido que acabo de comentar.
Hoy su pluralidad es como el Dios de antes, en nombre del cual se puede esclavizar, matar, violar, discriminar, etc. Esa pluralidad a mí no me interesa, es más, la aborresco, me da nauseas. Es la pluralidad que se ha fundado sobre la explotación y la exclusión de masas y masas de gente; que ha llegado al mundo, como el capitalismo, escurriendo sangre por cada poro.
Una pluralidad que hoy llega al extremo de disculpar a los nazis me parece, además, muy sospechosa en sus principios. Sospechosa como el democrático PAN, que estuvo siempre de lado de Franco. Algún día leeré al nazi ese, pero no me dan ni tantitas ganas, me dá más bien mucho asco.
Salud.

Chalo Pachakuti dijo...

Y dime por favor cuál es la radical diferencia que separa la matanza de Casas Viejas en la Andalucía de 1933 de la matanza de Acteal; o qué diferencia a los gitanos expulsados por Sarkozy de los perseguidos por Heidegg... digo por Hitler; o a la refeudalización del Este de Europa a la dependencia económica latinoamericana. Yo no veo ahí sino un enorme y pesado monolito llamado dominación.

Alfredo R. I. dijo...

Lo dicho: reduccionismo puro. La política está en todas partes, no sólo en el acto de la alta política ni en el procedimiento económico: la política lo es todo en tanto es lo que media las relaciones entre los sujetos que viven en una colectividad. Tan simple como eso.

Segunda fase del reduccionismo puro: la cultura se crea y se recrea con cualquier acto humano, sin importar si se ubica en la utopía de la destrucción del capitalismo o en la simpleza del subsistir con lo que se tiene a mano.

Vaya, por eso estamos como estamos. Con esos conceptos tan reducidos, no me extraña que aún hoy existan quienes enuncian en tanto posible ese término impropio de "la contracultura". Todo lo humano es cultura, todo lo humano es político.

Alfredo R. I. dijo...

Con respecto al otro comentario: sí, yo sé que eso es lo que ves... y eso es sociología, no historia. ¿En qué son diferentes? En primera, en el acto mismo, contextualizado de un modo cierto, pendiente de un significado que se atribuye en el ahí y entonces, más allá del aquí y ahora. Con eso tenemos. De otro modo, la historia se reduce a una serie repetitiva —y aburridísima— de luchas contra la dominación: luchas iguales contra igual dominación por sujetos iguales. Así, cualquiera entiende historia, interpreta historia, escribe y explica historia sin necesidad de pasarse cuatro años de su vida —o más, muchos más— en una licenciatura. No es necesario, la unilinealidad y la repetitividad requieren de cinco minutos para exponerse. Mal, pero así se exponen.

c dijo...

Si cualquier acto es político, cualquier acto trastoca la realidad social, y eso no es cierto. Me refiero a la polítca en serio, a la modificación de las condiciones en las cuáles se dan las relaciones entre los humanos.
De cualquier manera ese es no es el tema. El tema es cómo el capitalismo canceló la pluralidad de la cultura y cómo esa fue una acción política de larguísimo alcance, y cómo por ello la lucha en su contra es legítima. No ignoro la omnipresencia de la cultura, lo que digo es que hay que distinguir la cultura de la cultura enajenada, o cultura muerta.
Tus definiciones no permiten discusión alguna, llevan directamente a la nada.

Curiosamente, tu muy avanzada concepción de la historia de ha convertido en un anticuario del siglo XIX que colecciona hechos inconexos entre sí, coleccionas tautologías. Estarás al último grito de la moda, pero dudo mucho que eso sea historia.

Alfredo R. I. dijo...

Tu concepto de "la realidad social", entonces, es muy reducido, y no alcanza a ver cómo cualquier acto modifica las condiciones. Y claro que es el tema: el capitalismo —que no pasa de ser un término cómodo, pero ramplón, que no define lo que existe en todas sus modalidades— permite la variabilidad del ser político. Pero, un muy importante pero: aquí hay que distinguir entre lo que hay y lo que quisieras que hubiera: todo lo que enuncies carece de esa base práctica, instrumental, y como quimera puede sonar bonito... o tal vez no, depende de dónde se sitúe cada quien. Sin embargo, de la quimera, de la hipótesis, de la utopía a la realidad hay un paso inmenso, una diferencia abismal que queda demostrada en lo que te he dicho: en eso que llamas "el capitalismo" —a lo que habría que sumarle el término "posmoderno"— eres como te da la gana, incluso tienes la posibilidad de ser un anarquista cibernético. En el mundo que tú planteas, difícilmente, y aquí no hablo de quimeras igualadoras, sino de realidades porque, como te dije, si no eres igual, te tienes que igualar —regreso al asunto de los golpes el día de la invasión al auditorio—. En ese sistema existen todas las condiciones para asumir el autoritarismo como forma de actuar. Y no hay más. Repito, los lindos —depende también del espectador— sueños no cuentan en esto, sino lo que ha habido.

Ah, claro:cuando quieras hablar de historiografía del XIX, del XX o del XXI, ten a la mano mejores argumentos, no la descalificación barata. La cualidad conectiva de los hechos está en el que los acomoda en un relato, no en sí mismos. Lo dicho, hay que leer historia, teoría de la historia, no teorías sociales que juegan a descontextualizar las explicaciones y a meterlas en sacos amorfos.

Última por hoy —porque hay cosas más importantes que hacer—: "mis" definiciones no son "mis", son vox populi, a menos que del populo se excluyan quienes gustan de hacer reducciones a conveniencia y hablar de "culturas muertas" y cositas simpáticas por el estilo. Si está a la vista y es vigente para alguien, es cultura; si ese alguien interactúa con otro, le entra a la política. Vamos, si no es difícil: lo difícil es ampliar los esquemas mentales y abandonar el cómodo nicho en el que te has refugiado, donde todo se reduce a unos cuantos términos generalizadores y ya, fin de la historia, todo se cuenta así o asá, todo es "la" dominación —en singular— y "los" oprimidos —en plural, pero singulares por definición—.

Chalo Pachakuti dijo...

Última por hoy.
No todos los actos modifican las condiciones, ni todos lo que sí lo hacen lo hacen en la misma medida ni tienen la misma trascendencia histórica. Si no nunca se hubiera podido hablar de "clase política", ni se podría hablar hoy de la "otra política", con distinción de lo no político. La ventaja de tu comodísima definición es que lo que tiene de cierto lo tiene de inútil.
El capitalismo no permite "la" variabilidad del ser político, sino "una"variabilidad que resulta fundamentalmente exluyente: exlcuyendo toda política que atente contra el hecho de que sea la propiedad privada el fundamento de la civilización. O Locke diciendo que todas las intepretaciones de la biblia eran legítimas mientras no cuestionaran el principio de propiedad. Eso no sería tan grave si no fuera la mayor parte del género humano la que es afectada por las relaciones de propiedad.
Que yo sea como me da la gana no quiere decir que todos en el capitalismo sean como les da la gana, ni siquiera que la mayoría sea como le da la gana. Ni siquiera si hablamos de todos los universitarios del mundo, que según son como les da la gana, tendrías razón. Ni ampliándolo a todos los profesionistas y el sector servicios juntos, tendrías razón.
Tomar la parte por el todo no favorece tu razonamiento. Si para ti el episodio de los golpeados en el auditorio es contundente para definir el anarquismo como autoritario, los millones de hechos similares que hicieron posible el capitalismo debieran de serlo en la misma medida. Lo que tenemos, es cierto, está en el pasado y no en el futuro. Pero nuestro legado es mucho más basto que esos hechos aislados, y mucho más basto que la Unión Soviética. Nuestro legado está constituído de miles y miles de experiencias libertarias. Libertarias, o sea, que la libertad no su subsume a la igualdad, ni viceversa. Lo cierto es que la historia nos ampara antes de desacreditarnos.
Pero de cualquier forma "igualar por la fuerza" fue lo que hizo el capitalismo. La ciudadanía no es posible sin el previo despojo, sin la previa esición entre productor y medios de producción.
Me resulta francamente ofensiva la manera en que te refieres a mi marco teórico. Si no estás de acuerdo es asunto tuyo, pero no digas que las categorías son fáciles y cómodas, porque son todo menos eso, porque llegar a ellas ha costado un esfuerzo intelectual transgeneracional, de muy largo aliento. Aún hoy aplicarlas y manejarlas requiere muchas horas de estudio y mucho trabajo teórico. ¿Salir de él para acatar el tuyo?, ¿como Demetrio Sodi? yo tengo principios.
Salud.

Anónimo dijo...

Profesor Alfredo su artículo es muy interesante, ya que no se queda en la crítica “hueca”, pues del mismo texto de Córdova, sin recurrir al clásico “como dijo x o y autor”, saca sus fallas y obviedades. Sin lugar a duda su forma de interpretar y analizar un texto debe de existir y no ser “ni sesudamente, ni vulgarmente” rechazada ya que contribuye a la problematización, ya sea del conocimiento o de la situación en que vive la UNAM.
Conociendo su opinión acerca, en específico de ese artículo, de Arnaldo Córdova, distinguido y reconocido intelectual de izquierda, me gustaría conocer su interesante opinión acerca de Carlos Antonio Aguirre Rojas, Bolívar Echeverría, Ernesto Schettinno, Adolfo Gilly, Immanuel Wallerstein, Chomsky, Eric Hobsbawm, Adolfo Sánchez Vázquez , Federico Bolaños y Pablo González. Señalo que el hecho de que pregunte por todos estos personajes no quiere decir que los considero “iguales”. Vuelvo a reiterar que es enriquecedor escuchar y leer las diferentes posiciones desde donde están enunciando cada uno de los sujetos; y desde su posición, creo que la suya es de las mejores. Saludos profesor y no haga caso a quienes quieren que el pensamiento sea lineal, preestablecido , inmovilista y repetitivo.
Josè Luis Del Villar.

Alfredo R. I. dijo...

Para Chalo: como tu comentario es un acto vandálico, y como lo que pregunta José Luis ni te va ni te viene, lo he borrado. Así de simple. Una cosa es entablar un diálogo —aunque contigo eso sea en extremo complicado— y otra permitir el sabotaje premeditado y, además, que se asume ya como de tipo clarividente. Suerte para la próxima.

Para José Luis, agradezco tu comentario, primero que nada. Luego, creo que resulta éste un espacio un tanto inadecuado para hablar del montón de personajes que has mencionado o, al menos, para hacerlo de un modo tal que no te haga pensar que todo es un ejercicio superficial. Sin embargo, para no dejar la cuestión al aire, te diré de botepronto que respeto el trabajo de Adolfo Sánchez Vázquez, Ernesto Schettino y de Bolívar Echeverría, aunque no comparta sus puntos de vista. Aguirre Rojas me parece lamentable, Wallerstein es contradictorio y reduccionista, Hobsbawm tiene inmensos aciertos y terribles errores —como su obra sobre el nacionalismo, por ejemplo—, Chomsky se ha estancado —a tal grado que constituye el mayor lastre que arrastran los estudios culturalistas estadounidenses, dicho esto por especialistas gringos en la materia—, Pablo González Casanova me parece que abusa de la opinión y de la descontextualización, y no tengo ningún tipo de opinión —buena o mala— acerca de Federico Bolaños.

Eso sería, en principio, lo que podría decirte. En subsiguientes comentarios podríamos, si tienes a bien, ampliar los puntos que te parezcan pertinentes.

Chalo Pachakuti dijo...

Debo decirte que me honra mucho el hecho de que un comentario mío pase por acto vandálico.
Lamento, en cambio, que ejerzas una censura selectiva, que dejes pasar sólo lo que, o te deja hablar, o te adula. El comentario de Del Villar simple y llanamente no venía al caso. Y tu respuesta, debo decirlo corriendo el riesgo de que me vuelvas a censurar, fué de una arrogancia criminal.
La incorrección política es una enfermedad que padecemos muchos en un mundo donde la corrección y la carencia de dignidad y de criterio autónomo son la misma cosa.
Salud.

Alfredo R. I. dijo...

Vaya, Chalo. Por lo visto, tu diccionario no tiene incluido el término "opinión". Revisa otro, para que entiendas de lo que se trata... máxime tú, que con frecuencia abusas del mismo y que eres el menos indicado para venir aquí a hablar de arrogancias "criminales".

Respecto a lo demás, creo que entiendes que tu opinión es sólo eso, ¿no? Tu opinión, tuya, particular. Si crees que es incorrección política, si es lo que sea, pues es tu boleto, que no el mío ni el de los demás. Pero, regreso a algo que ya te había comentado: si tanto se te hace bolas el hígado al pasarte por este espacio —donde aparecen opiniones "criminales", que bien sé que no son todas, sino una sola—, ¿a qué vienes? ¿A instruirnos? ¿A iluminarnos? ¿A ejercer tu vocación de contreras perpetuo? O, como decías en otro sitio, ¿a dejar constancia de que la disidencia existe? Anda con esos cuentos a otro lado.

Chalo Pachakuti dijo...

Sí Alfredo, reduce el problema a un asunto de la sicología del adversario; concluye siempre que la única forma de ser racional es estar de acuerdo contigo, y adularte y decirte que eres el non plus ultra de la crítica. Para tí nunca ha habido nada más, jamás, y eso lo puede ver cualquiera que haya seguido la que sea de las discusiones que haz tendio en los blogs. Yo no invento nada, las evidencias ahí están.
Salud.

Alfredo R. I. dijo...

Ahí están. Bien, están también tus "opiniones" y lo que te apetece decir, ¿no? Que, por cierto, siempre es una opinión gratuita que nadie te pide, es una bilis que te echas de gorra y un despliegue de argumentos que, si no estuvieran, nadie echaría en falta. Por eso mismo te reitero la pregunta, ¿a qué vienes acá a darte de cabezadas con un tono general de textos que, ni te gusta, ni nada por el estilo?

Y no, no lleves la cuestión al terreno de la psicología del adversario porque, si nos ponemos serios en este asunto, lo que te diga no te va a gustar nada. Hice un comentario ligero, los profundos me los reservo porque acá no vienen al caso. Sin embargo, no trivialices un saber que no conoces —que ya sabemos cómo te ha de parecer, el clásico calificativo de "saber burgués" o el cuento de Wilhelm Reich, todo lo cual me tiene muy sin cuidado— y deja las cosas donde están, donde se te han ido los últimos cinco o seis comentarios en decir trivialidades, en hacer comentarios acerca de mis comentarios y en ocupar tu tiempo en algo totalmente improductivo, a menos que sea esto lo que llena tu tiempo.

Y te lo repito, por si no te ha quedado claro: si todo aquí te purga, si crees que éste es un espacio autocomplaciente, ¿por qué sigues pegado a él? ¿Por qué te empeñas en que el contador de visitas crezca y crezca, e incluso por qué estás suscrito al blog —aunque de forma oculta—? Si de por sí es difícil lidiar con toda la sarta de contradicciones que te cargas, ¿para qué le añades una más? ¿Para hacerte notar? Vamos, hombre, que no hay necesidad.

Anónimo dijo...

Maestro Alfredo Ruiz, agradezco su respuesta, lo cual demuestra que es usted una persona muy abierta y firme. Lamentablemente, como lo leyó, mi pregunta fue vulgarmente morbosa y sin total sentido. Y mucho me agradaría leer un artículo en el que vierta su opinión sobre algún escrito de otro personaje de izquierda, ya que a usted lo considero como un historiador muy serio. Mil disculpas, y aclaro que en la posición en que me encuentro sería muy difícil estar defendiendo cualquier postura, pues estoy en proceso de aprendizaje y tengo la necesidad de empaparme de muchas ideas, opiniones y distintas posturas con el fin de que en un futuro pueda estudiar seriamente cualquier escrito. Gracias.
José Luis del Villar

Chalo Pachakuti dijo...

Y yo te reitero mi respuesta. Cuando se te acaban los argumentos remites el problema a mi persona, en términos sicológicos o no, me da igual, y no me asustan tus amenazas en ese sentido.
Verás, este para mí es un pasatiempo entretenido, pero pasa también que tu autocomplascencia no me molestaría si no la hicieras a costa de la dignidad de los demás, que sumes en tu arrogancia y en tu delirio de grandeza.
Y no estoy suscrito al blog, tengo una cuenta de bloger porque hago artículos y entradas para otro blog, de índole absolutamente contraria a este. Tampoco eres tan importante. Y ya te lo dije, las contradicciones son humanas, la pureza es, o para los curas, o para los cadáverez.
Salud.

Alfredo R. I. dijo...

A pesar de tu espantosa ortografía, Chalo, te contestaré por última vez: lo tuyo es hablar para proyectarte, para ponerle al otro lo que puebla tu cabecita, para erigirte como... ¿defensor de la dignidad de los demás? Eso es omnipotencia. Y si nada es tan interesante para ti, no veo por qué de una buena vez no agarras tus triques y te largas con viento fresco en lugar de seguir con este "entretenido pasatiempo" donde poner tus opiniones parece hacerte sentir mejor, aunque realmente lo que digas sirve para nada, o para muy poco, como no sea para exhibir - te.

Pero como decía, es la última respuesta. Como a ti no te gusta este espacio, y como yo tengo todo el derecho a decidir qué es lo que aparece en este sitio y qué es lo que no... pues ya, se acabó, ni una más. Lo único que faltaría es que alguien pudiera entrar a casa de uno con sus incoveniencias y hacer lo que le diera la gana. Jo.

Alfredo R. I. dijo...

Para José Luis, gracias por tus conceptos. Confieso que suenan un poco extraños, no en sí mismos, sino porque aparecen justo después de la andanada de exabruptos puestos acá por un muy activo comentarista.

Después de aclarar algunos puntos con mi perenne —ya no más, por fortuna— antagonista, debo decirte que éste no es el blog en que, de forma habitual, expreso cuestiones relacionadas con la historiografía. Donde, por lo general, integro alguno que otro examen historiográfico es en http://disparateorias.blogspot.com/

Algo estoy pensando acerca de lo que ahora comentas así que, si tienes a bien, echa una mirada al blog que he indicado y en unos días estará por allá algo relacionado —no completamente, pero aparecerá— con lo que comentas.

Alfredo R. I. dijo...

De nuevo, para José Luis: por una afortunada casualidad del destino, apareció el día de hoy una nota en La Jornada que me ha permitido exponer ciertas cuestiones a propósito de Carlos A. Aguirre R. Si quieres echar un ojo al otro blog, del que ya he anotado acá la dirección, hazlo con confianza, y siéntete en la libertad de plantear lo que tengas a bien.