30.5.09

Tiempos gramaticales.

Para algunos partidos políticos, dos en concreto, el tiempo electoral se reduce, en la medida en que lo muestran sus "propuestas", a un tiempo gramatical: el tiempo pospretérito. Desde hace dos o tres meses, tal vez más, esos engendros del PRI agrupados en la pseudo izquierda, denominados Partido del Trabajo y Convergencia, han cifrado sus intentos -que rayan en la desesperación- por conservar sus respectivos registros en una frase por demás absurda pero que, al parecer, les brinda ciertos dividendos: "estaríamos mejor con López Obrador." 

Cada vez que escucho los comerciales referidos -en la radio, la televisión, e incluso en Internet-, no puedo evitar sentir una profunda molestia, no sólo por el hecho de que detesto -así, sin cortapisas- al autonombrado adalid de los pobres, sino porque menos aún tolero al tiempo pospretérito cuando éste intenta conectarse de forma directa con la realidad instrumental. Es el caso clásico del "yo podría", "yo desearía", "yo tendría", el cual siempre va acompañado por un "si no fuera porque." En este caso, la idea que emana de las huecas cabezas del Peje y sus lacayos es simple: el Peje podría hacerlo mejor que las autoridades que ahora gobiernan. Claro está que no se dice cómo lo haría, y que tampoco los ejemplos que se tienen a la mano -su desastrosa gestión en el GDF- permiten validar al enunciado; no obstante, eso es lo de menos: la idea es decir "yo podría", sin pruebas que lo sustenten. De inmediato me viene a la mente una escena de la película A toda máquina, en la que se muestra perfectamente adónde conduce el mentado podría. Para quien guste ver en concreto de lo que ahora hablo, el enlace se encuentra aquí, y el segmento específico a que debe prestarse atención se ubica entre los 8:00 y los 8:30. Además, si ustedes ubican en la escena al Peje y  a cualquier funcionario del gobierno actual, en lugar de a Luis Aguilar y a Pedro Infante, seguro disfrutarán mucho el disparate.

Para retomar el argumento central de este escrito, vale examinar, así sea superficialmente, las situaciones que las mentes maestras del PT y de Convergencia pretenden ubicar como típicos botones de muestra, después de cuya enunciación se afirma el categórico "estaríamos mejor", para dar paso finalmente a la apertura de la gloria celestial y dejar que entre en escena el iluminado, quien dirá cómo es que con él se estaría mejor. 

El primer ejemplo es una belleza de comercial por la candidez que lo acompaña: dos jóvenes, no mal vestidos, departen amargamente en un café con vista a la calle. En un momento dado, aparece en escena una flamante Hummer naranja -o roja- lo cual da pie a que uno de los tertulianos exprese: "¿Viste? El político estrenando Hummer y nosotros cada vez más amolados", a lo que su compañero responde el consabido "estaríamos mejor." La pregunta inicial que surge es ¿cómo saben que el que conduce es un político? ¿Porque la camioneta es naranja -o roja-, y sólo los ridículos de Convergencia o del PT se subirían a un trasto de tan poco amistoso color? ¿O porque trae un letrero -la camioneta o su ocupante- que dice "político a bordo"? En ambos casos, se ignora la respuesta, y ello derriba cualquier argumento esgrimido por el partido, por el Peje, y por los tipos del comercial que, si están peor que antes, pero aún pueden darse el lujo de tomar cómodamente un café, seguramente eran de los que vivían del presupuesto en tiempos de su majestad El Peje, cuya derrota les impidió seguir chupando del erario. En este caso, ellos sí estarían mejor, a bordo de flamantes Hummers naranjas - o rojas-.

Segundo caso: una mujer desayuna con su marido y, tras ser inquirida en torno a lo que piensa, dice el sobado "estaríamos mejor." El marido, supuestamente sorprendido -habría que fusilar al director del comercial, que falló de forma terrible en la presentación de las emociones-, le replica "¡Pero si tú no votaste por él!", a lo que su consorte responde "Es de sabios cambiar de opinión", y remata con un "¡Me horroriza la violencia!", para proseguir con una diatriba santurrona en un tono tal que, imagino, habrá conducido a su asesinato, por parte del marido, una vez que salieron de cuadro. Concluido el diálogo aparece el mesías, cual si fuera Michael Landon en Camino al Cielo, y afirma "Ahora la sociedad nos comprende mejor. El problema de la inseguridad y de la violencia se resuelve con trabajo, educación y bienestar."

Vaya que hay tela de dónde cortar en este breve comercial. Para comenzar, la mujer apela a un dicho popular para validar su aserción: "es de sabios cambiar de opinión." Es posible, pero también es de indecisos y de estúpidos moverse de un lado a otro; además, por la forma en que prosigue con su discurso, resulta evidente que la tía podrá ser muchas cosas, pero sabia, definitivamente no. Su horror por la violencia, y la forma en que conecta ello con el "estaríamos mejor", pretende decir que la violencia es un fenómeno de hoy, y que con el Peje ésta no existiría. Tal vez tenga razón: durante seis años, en la Ciudad de México nos acostumbramos a que las cosas no pasaban, o pasaban por motivos absurdos. ¿Cómo es ello? Supóngase que el Peje gobierna el país -sí, sé que es algo macabro, pero haga usted el esfuerzo, por favor-: ¿quién encabezaría la Procuraduría General de la República? Ni más ni menos que Bernardo Bátiz Vázquez. ¿Qué es lo que acontecería en el país? Como en todo, hay dos opciones: la primera, que hubiera ya claudicado en la lucha contra el crimen y, por debajo de la mesa, negociara con las mafias para evitarse mutuamente molestias -como ocurrió en esta sufrida ciudad-, con lo que, efectivamente, no pasaría nada, aunque huelga decir que no "estaríamos mejor". Opción número dos: la violencia no sería producto de acciones llevadas a cabo por el crimen organizado, sino que el inepto procurador repetiría las frases que lo hicieron famoso durante su gestión en la capital: ¿secuestraron al niño Martí? "Eeeeeh, fue un crimen pasional." ¿Ejecutaron a veinte personas en Yucatán y les cortaron la cabeza? "Eeeeeh, fua una confusión." ¿Hay narcos metidos en la procuraduría? "Eeeeeh, estamos investigando. No tenemos pruebas de nada, pero les puedo adelantar que ya sabremos algo." Cosas por el estilo; tampoco estaríamos mejor pero, al menos, ignoraríamos que el crimen organizado ha crecido alarmantemente. 

La última parte del comercial es, asimismo, magistral: el Peje, aparecido cual si fuera alguien venido "del más allá", recita su perorata: "ahora la sociedad nos comprende mejor." ¡Un momento! ¿"Ahora"? O sea, ¿antes no? Y si antes no, ¿cómo dice que ganó? O, vale preguntar, ¿sus votantes no lo comprendían? ¿O la sociedad lo repudiaba? ¿Cómo es que, entonces, afirmaba ser "tan" popular? Vayan ustedes a saber; lo cierto es que la frase carece de sentido por más de un motivo, dado que también implicaría que él ya había dicho que el camino no era presentar combate al hampa sino hacer otra cosa, de lo cual no tengo memoria pero que, vistos los numerosos arreglos entre su gobierno y los grupos criminales de la ciudad, podría ser cierto. Después aparece la inocencia en su máxima expresión: "el problema de la inseguridad se resuelve con trabajo, educación, y bienestar." ¿Con trabajo? ¿Cuánto gana un narco, señor López? ¿Qué trabajo le va a dar usted para que opte por la vida legal y no por el crimen? ¿Con educación? ¿De qué forma la educación, en el sentido en que existe, sin quimeras, aleja a la gente del crimen o de la ilegalidad? Es más, ¿cómo decir que la educación inhibe la corrupción, si en distintos centros educativos conocemos la corrupción de primera mano, comenzando por el monstruoso sistema de preparatorias y educación superior del Distrito Federal? ¿Con esa educación nos salvamos? Por último, ¿con bienestar? ¿Quiere usted decir, señor Peje, con limosnas, de ésas que usted acostumbra dar a viejitos, madres solteras, chavos de preparatoria y desempleados? ¿Ignora que sus limosnas tampoco hacen menos deseable asumir el crimen como forma de vida, dado que son cuestiones mutuamente incompatibles? Como remate, ¿tiene usted, señor mesías del pantano, la varita mágica para brindar educación, trabajo y bienestar a todos los mexicanos en un instante, cambiar sus mentes, eliminar las fabulosas ganancias que produce el crimen, y desterrar para siempre la idea de que es un medio de vida redituable? Por supuesto que no, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no deja de decir sandeces? 

Obvio es que hay más comerciales, pero este par es el que mejor se presta para el análisis. Yo me pregunto, visto lo que recién he expuesto: con las "ideas" que alberga en su cabeza, ¿cree el Peje que va a salvar a México? Vaya, pues valiente salvación. Oh, y a propósito, ¿dónde queda eso del "nuestro proyecto sigue vivo"? ¿Ya se prepara para el 2012? ¿Y Marcelo? No cabe duda de que esto se va a poner bueno: los priístas del salinato, agrupados en torno a Marcelo y Camacho Solís, contra los priístas de Echeverría y López Portillo, arropados por el Peje. Todos se visten de "izquierdas", todos tienen "los mejores planes", todos son "salvadores de la patria", todos se destazan sin piedad. Y eso, amigos míos, no me lo pierdo: pido mano para tomar un asiento de primera fila y ver cómo vuelan los despojos, de aquí a la próxima elección presidencial.

22.5.09

Saramaguianos.

Conforme el tiempo de las elecciones se acerca, resulta evidente que los ciudadanos deberemos recetarnos, por enésima ocasión, la retahíla de promesas gastadas y buenas intenciones con que, cada tres años, los partidos políticos nos aturden. En este sentido, el sujeto común se encuentra expuesto varias horas al día a una serie interminable de anuncios publicitarios -me niego terminantemente a emplear la palabreja spot, perfectamente traducible-, algunos peores que otros, llenos hasta la saciedad de futuros promisorios adornados con el color de algún partido en específico, prebendas, beneficios materiales concretos, bienestar abstracto, participación ciudadana, cambios profundos, anhelos alcanzados e, incluso, la salvación de la patria.

Sin embargo, las campañas de promoción del voto no se limitan a la simple y llana exposición de lo enunciado en el párrafo precedente, cuya repetición ad nauseam tendería a quitar el poco interés que, de por sí, despierta ya el proselitismo político, máxime en el caso de una elección intermedia como la que se avecina. De esta manera, como medio para salpimentar lo que, de otro modo, no sería sino una vulgar competencia para ver quién promete más cosas irrealizables en el menor tiempo posible, desde hace nueve años se ha incrementado el empleo de campañas negras -o guerra sucia- entre los distintos partidos políticos, en las cuales cada uno trata de mostrar cuán malo es el oponente, cuán podridos son sus candidatos, cuán corrupto es el sistema en que se desarrolla, cuántas ligas tiene con el narcotráfico, y un sinnúmero de linduras que, lo menos, quitan las ganas de votar al más pintado porque, entre que lo dicho son rumores sin fundamento, o verdades que el acusado intenta cubrir con un movimiento de su dedito mágico, lo que resalta es que la clase política de este país, en conjunto, no vale gran cosa. Bajo estas circunstancias, el electorado pierde de vista la importancia que, en el papel, poseen las elecciones, y emite una sentencia lapidaria: si nadie vale la pena, ¿para qué votar?

Justo en este momento aparece en escena la imagen que da título a este breve texto: el "voto en blanco", consagrado por José Saramago en su novela Ensayo sobre la lucidez como señal máxima de la protesta ciudadana en contra de los mecanismos imperantes en la toma de decisiones, punto de inflexión en lo relativo al pensamiento que, de sí mismos, tendrían quienes ocupan cargos de elección popular, signo real y evidente del poder asumido, en la democracia pretendidamente representativa, por los votantes. En consecuencia, el voto en blanco, es decir, la manifestación clara de repudio a todos los que contienden en la arena política, es asumido como una opción real para el votante desencantado, para quien pretende mostrar a los políticos que bien pueden quedarse en su casa descansando en lugar de trabajar por el pueblo.

La idea de la anulación del voto, o su emisión en blanco, inicialmente esgrimida por apenas un puñado de inconformes, tomó fuerza conforme los meses pasaron y, de todas partes, comenzó a volar la porquería, sembrando la duda y el enojo entre los potenciales votantes. El frenesí anulatorio ha hecho que, en este momento, a escasos cuarenta y cuatro días de la elección, hayan adoptado la propuesta académicos, estudiantes, pensadores, escritores e, inusitadamente, comunicadores; incluso existe un blog donde se promueve la anulación del voto y se invita a que la gente imprima volantes, estampe playeras, o pinte mantas alusivas al hecho. La idea de quien esto último difunde es que, o se transforma la democracia nacional y adquiere tintes plausibles para la gente del común, o ésta verá como mejor opción no votar... por nadie... nunca jamás.

Si bien las condiciones que esgrime el blog aludido para recuperar la confianza en los políticos me parecen, hasta cierto punto, aceptables, lo cierto es que algunas son francamente ingenuas, como el hecho de exigir que los candidatos sean poseedores de una ética intachable, ante lo cual vale preguntarse "¿y quién los calificará? ¿Dónde encontramos un eticómetro aceptable para todos?" Más allá de esto, el principal problema de lo exigido reside en que, como toca de forma directa las prerrogativas y canonjías de la clase política en su conjunto, resulta vana su enunciación y, de hecho, otorga un estatuto de perpetuidad a la anulación del voto.

No obstante lo mencionado, vale apuntar que la anulación del voto, como se ha dicho, tiende a cobrar fuerza entre los sectores "pensantes" de la sociedad, mientras que los "no pensantes" prosiguen atados a redes clientelares y, por ende, encuentran beneficios tangibles en el otorgamiento de sus sufragios a determinados partidos. Éste es, y no otro, el problema real que comporta el voto en blanco: si la gente "pensante" decide abstenerse o, lo que es lo mismo, votar por nadie, el auténtico ganador será aquél que posea más votantes - borregos, mayores clientelas políticas, conglomerados más numerosos de gente amafiada. Así, la propuesta de Saramago, donde el voto en blanco es leído como un castigo, como símbolo del desprestigio de la política institucional según es practicada, se desvanece, y en su lugar aparece el corporativismo como el gran triunfador en esta emisión de protestas disfrazadas de sufragios - no sufragios. 

Como es perceptible, votar en blanco se transforma, de remedio, en enfermedad y, vistos los alcances que la práctica podría alcanzar, resultaría entonces lógico que los partidos cuyos votantes se encuentran ubicados en clientelas se esforzarían por promover, de forma velada, la anulación del voto. El axioma final es tan simple como que, si sólo votan las clientelas, se pulveriza automáticamente la representación poseída por los partidos que no cuentan con ellas, mientras que sus usufructuarios resultan triunfadores del proceso electoral por márgenes de amplitud insospechada. Después de todo, el voto duro es tal porque, a pesar de la decepción, del mal resultado, de la promesa incumplida, o de la falla evidente, al sujeto no le es posible dejar de cruzar en la boleta el logotipo de un partido determinado, por razones que van desde el convencimiento hasta el eventual castigo. 

Mientras en México existan los comerciantes ambulantes amenazados por líderes corruptos, dependientes de autoridades asimismo corruptas; mientras no desaparezcan los permisionarios piratas del transporte público; mientras la ley se quebrante con la bendición de alguna autoridad; mientras se haga depender el dinero que recibe la gente del mantenimiento de un partido en el poder; en suma, mientras el voto no pueda ser libre por las razones que sean, convertirse en seguidor de las doctrinas de Saramago resulta un mal mayor que apoyar a un candidato regular, chafa, o de características dudosas. Votar en blanco equivale, en el preciso momento en que el país se encuentra, a entregar en bandeja de plata al corporativismo el control de las cámaras federal y locales, así como el gobierno de municipios y delegaciones: es apostar porque lo que ahora no se ve bien, con seguridad se vea peor en el muy corto plazo.

Por eso, yo no anularé mi voto. Si de algo tengo capacidad es de decidir y, cuando menos, de intentar que aquél a quien yo apoye llegue a un puesto de elección popular, y exigirle en consecuencia que cumpla con su deber. De otro modo, si me abstengo o anulo mi voto, me retiro a mí mismo el derecho inalienable de protestar porque, a fin de cuentas, no tomé parte en aquello que se decidía. Así, el que decida no votar, o votar en blanco, que no se queje si las cosas resultan peores de como ahora las experimenta.

14.5.09

La enésima conjura.

Mi buena amiga Adriana me ha hecho llegar la nueva y apasionante entrega de las conjuras electrónicas, es decir, de esos correos que circulan por la red al amparo del muy socorrido no pensar, sólo temer lo peor, y salir corriendo despavoridos con los brazos en alto para dar la voz de alarma a quien se deje. En el entendido de que ella, en su blog, le dará su correspondiente entrada de palos al bodrio que ahora nos ocupa cuando tenga tiempo, yo haré lo propio en este pequeño texto.

Tras examinar los correos presentados en dos entradas previas de este blog -La tierra de los mil rumores y Otros rumores-, comienza a aparecer con cierta claridad el modus operandi de quienes se dedican a propalar infundios por la red, el cual consiste en realizar un amasijo de "ideas", invocar a los demonios comunes y, sobre todo, suponer, suponer, y suponer. No importa para nada que las ideas sean descabelladas, que los demonios comunes no tengan relación alguna con lo que se pretende difundir en el mensaje, y que las suposiciones no se sostengan de ninguna forma; repito, eso no importa: lo que se busca, en cada uno de los casos, es crear una atmósfera reconocible para el lector, un espacio donde todo es atemorizante y todo, absolutamente todo, acontece a partir de oscuros intereses fraguados al interior del gobierno federal, aliado con el Imperio del mal -como lo han denominado desde Khruschov hasta Chávez, pasando por Fidel- y con los empresarios -locales y foráneos- que buscan arruinar al país. Lo paradójico del caso es que todos desean arruinar al país pero, al mismo tiempo, desean sacar provecho de él y esto, como sea que se le mire, no se comprende. De nuevo, habrá que ir por partes para entender este nuevo engendro de la estulticia anónima.

La alarmante comunicación -cuyo objetivo es demostrar, una vez más, que el escándalo de la influenza es producto de un complot, y no de un simple virus- inicia con una nota alta, que copio textualmente, incluidas las faltas de ortografía: "México amaneció hoy -que puede ser cualquier día, por ejemplo, hoy mismo- debiendo 45 mil millones de dolares, mas los 205 que pidio Carstens, de hoy en adelante, cada peso que ustedes ganen y por toda su vida, ya lo deben...igualito al robaproa pero mas grande, les recuerdo que Obama prometió no mas guerras durante su periodo, como va a levantar su economia?, prestando por todos lados."

Ufff... escalofriante, ¿no es así? -y no me refiero a la ortografía ni a la redacción, que conste en actas-. Si ya debo hasta el último centavo del dinero que habré de ganar hasta el día en que la huesuda me toque el hombro... vaya, pues estoy listo. La herramienta, denominada simple y llanamente miedo, aparece desde un principio: "¡Usted -imaginen al Tío Sam de los carteles estadounidenses de reclutamiento- debe ya miles de millones de dólares!" ¿Yo? No, señor, los debe el gobierno, que ya sabrá de dónde sacarlos para irlos pagando. Yo, primera persona del singular, no los debo, no aparecerá un sujeto a la puerta de mi casa cada día de quincena para quitarme mi sueldo y decir, simplemente "con permisito, ¿eh?", lo cual me orillaría a morir de hambre, a pedir prestado -¿a quién, si nadie tendrá dinero?-, o a robar -¿a quién?- para tener algo de numerario en los bolsillos. Así, primera añagaza descubierta: la gente no debe dinero, todo su dinero: todos podremos seguir trabajando, ganando nuestros suelditos, consumiendo según nuestras posibilidades y, por supuesto, pagando las deudas que nosotros sí, de motu proprio, contraigamos.

La segunda parte es igual de interesante: esta deuda, que no se dice de dónde viene, es igual a lo que denominan robaproa los redactores del anónimo y que, como se ha encargado conocido personaje de decir hasta la saciedad, es un robo al pueblo de México. No es materia de este texto aclarar las alucinaciones del Señor de los Pantanos; sin embargo, vale anotar que, o se salvaba a la banca en aquél ya lejano 1995 -con dineros públicos, no había de otra-, o el sistema financiero y crediticio se iban al despeñadero. ¿Y el pueblo de México? También, al despeñadero. Además, el mentado robo no es tal: simplemente, se emplean los impuestos -que jamás sabemos adónde van, como no sea a las obras de infraestructura, al elevadísimo gasto corriente, y a los muy bien forrados bolsillos de los políticos- en amortizar la cartera vencida de los bancos. O sea que el robo, como tal, no existe; cierto que se emplea el dinero en cosas para las que no debiera destinarse pero, vistas aquéllas en las que se utiliza y que no sirven para nada -los gastos del IFE, por ejemplo-, parece sensato haber salvado a la banca, y a la economía nacional, del mencionado despeñadero. Ah, a propósito, ¿qué tiene que ver el Fobaproa en este cuento? Ni idea pero, como lugar común para denotar el despojo sufrido por el pueblo, vaya que funciona bien.

Lo que mañosamente calla el correo es que el préstamo a que hace referencia no existe como tal; es decir, el Fondo Monetario Internacional otorgó a México una línea de crédito por quince mil millones de dólares -no cuarenta y cinco mil-, la cual puede emplearse en el momento en que se tenga a bien. La medida es una prueba de confianza en México, dado que se le permite disponer de dineros -que tampoco otorga Obama, sino la banca internacional y los gobiernos de los países- sin condiciones de por medio. Además, y esto prueba la ignorancia supina de quienes redactaron el bodrio, una línea de crédito no es, en ningún momento, una deuda instantánea: se convertirá en tal si el sujeto la emplea -como acontece con las tarjetas de crédito- pero, hasta ese momento, no existe, nadie debe nada, y no genera intereses. Un último punto: decir "México amaneció hoy debiendo 45 mil..." es un rebuzno soberano y, de hecho, es una buena noticia. No tengo el dato exacto a la mano, pero la deuda externa del país supera los cien mil millones de billetes verdes, o sea que amanecer debiendo cuarenta y cinco mil es una ganancia considerable.

El resto del mensaje, como tal, es un galimatías infumable, donde los rumores aparecen un tras otro y los datos sueltos se unen -con argamasa de la peor especie- para dar coherencia a lo que no son sino disparates pero que, convenientemente, se adornan con el marbete de "piensen y entiendan, que lo entienda el que lo quiera entender"; es decir, si uno no concuerda con su "teoría", decididamente ello es signo de lentitud mental, demuestra la propia estupidez en grado extremo, o lo etiqueta a uno como reaccionario de la peor especie. He aquí una síntesis de lo dicho y, si gustan poner un poco de pimienta a la explicación, imagínenla con voz de cronista de futbol que, de forma apasionada, narra el avance de un equipo en busca del gol:

Felipe Calderón se reúne con los empresarios; aparece en escena Obama y aún no hay casos de influenza reportados; se va Obama, pero ha dejado ya en la cancha mexicana el préstamo de los cuarenta y cinco mil para casos de emergencia; se reporta la influenza; se decreta la emergencia nacional en un momento especialmente ideado para crear pánico; no hay noticias críticas porque han cerrado las universidades públicas y privadas; no se transmite el noticiero de Brozo -y todos nos desilusionamos profundamente porque el bodrio no salió al aire-; los empresarios todo lo saben y no entran en pánico; avanza Calderón con las noticias controladas -sube el tono emotivo de la narración-; los gringos le hacen el juego e inventan muertos para dar credibilidad al asunto; se le anuncia a la gente que no se automedique, para que ello permita al gobierno dar cifras terroríficas a la OMS, el panorama se torne negro petróleo, y se pueda acceder al crédito de los cuarenta y cinco mil; Obama aparece en su propio campo y promete reactivar la economía estadounidense; el G7 toma la pelota y controla al mundo -¿como Pinky y Cerebro?-; el TLC es un arma mortal, y lo mismo la globalización; los Estados Unidos se han quedado solos, nada más cuentan ya con sus aliados del TLCAN -el locutor grita ya, al borde de la locura-; el mundo se organiza en bloques para aislar a los gringos y responder a sus amenazas, todos los odian; la refinería de Tula se entregará al capital privado y empobrecerá al país; una vez endeudados los ingenuos mexicanos, la influenza se va, se va, ¡se fue!

Vaya embrollo. Hay que reconocer que no están tan errados quienes lo han escrito cuando dicen "que lo entienda el que lo quiera entender", aunque más bien cabría decir "el que lo pueda entender". El objetivo de decretar la emergencia por la epidemia de influenza -que el mensaje dice a veces que sí existe, pero en ocasiones pone en duda como tal- es que México, todo México, se apanique hasta los linderos de lo imposible para que el gobierno federal pueda hacer efectivo el préstamo. En medio de la argumentación aparecen el TLC, la entrada de China en la Organización Mundial de Comercio, el G7, los empresarios nacionales y la reactivación económica de los Estados Unidos. En especial, estos dos últimos puntos son de mucho interés, y revelan el grado de estulticia de los forjadores de esta nueva conspiración porque, en el primer caso, le endilgan a Obama el querer salir del hoyo a base de préstamos al extranjero, sin pararse a considerar que los créditos del gobierno de los Estados Unidos -ochocientos mil millones de dólares, que no son poca cosa- se han concedido o están en vías de ser entregados al interior del país, de modo que los bancos aligeren su cartera vencida y se reanime el poder de compra. 

En el otro extremo, si se avisó a los empresarios para que no se asustaran, la verdad es que el plan falló miserablemente porque todos terminaron temblando cual gelatinas recién hechas al momento de declararse la emergencia, y comenzaron a hacer sus cuentas para saber a cuánto ascenderían las pérdidas. El mensaje dice, en un tono por demás ridículo, que "El sector empresarial sabe d todo esto, sino los accionistas al ver el caos ya hubiesen retirado su Money y la economía ya estuviera por los suelos, las Aerolíneas ya hubieran cancelado viajes especialmente a EU pero todavía continúan." A pesar de la espantosa redacción, todo parece decir que se les avisó que la medida era "de mentiritas, sólo un sustito", que en realidad pretendía obtener el mágico préstamo. La ignorancia es atrevida, dice mi abuelita, y el redactor lanza su borrego sin saber que los empresarios -a quienes mienta directamente por ser quienes se reunieron a conspirar con el presidente- no pueden sacar el dinero dado que el mismo no existe físicamente, sino que está representado por los activos fijos de sus empresas, sus bienes de capital, y los bienes intermedios de las corporaciones. El error es creer que son iguales los empresarios a los inversionistas, dado que éstos sí pueden vender las acciones que poseen y buscar, en cualquier momento, opciones más seguras.

Cierra el mensaje con una serie de preguntas, seguidas de las "muy agudas" respuestas de quien creó el infundio. A continuación, para beneplácito del respetable, procederé a transcribirlas -con todo y sandeces ortográficas-, agregando mis muy particulares puntos de vista:

Por que la epidemia es mundial?
Por que cada pais que presente casos será candidato a recibir el pre$$$$$tamo, [O, lo que es lo mismo, el virus es acomodaticio; me pregunto si a los gringos les convendrá prestarse dinero a sí mismos, o si los países del G7, que ya tienen sus propios infectados, creen conveniente pedirle dinero a Obama.]
 
Por que a los gobiernos les conviene?
Por que los politicos de turno se benefician multimillonariamente y cuando terminan sus periodos se van tan a gusto a otro lado y los que pagan en muuuchos años son quienes creeen? pues nosotros. [Mala estrategia porque, como se ha comentado, nosotros -quienquiera que se englobe en esta categoría, a lo mejor todos los que se llamen Juan Pueblo, o Juan de la Calle- no terminamos pagando nada así como así.]
 
Por que a Obama le conviene pre$$$$tar?
Por que los ciudadanos gringos votaron por el por que prometió que no habria más guerras, asi que esta es la otra manera de reactivar su economía , pre$tamos con muchos intere$es. [Este ignorante olvida que los préstamos internacionales no tienen muchos intere$es, sino los que pacta la banca de antemano. Leer un poco sobre los bonos Brady y la moratoria mexicana de la década de 1980 le convendría al muy borrico para saber que el cobro de intereses no es, en ningún momento, una estrategia viable, amén de que no es una medida que permita reactivar la economía estadounidense, visto el tamaño del problema.]
 
Por que la OMS se presta al juego?
Por que todas esas organizaciones dizque humanitarias en realidad sirven a los intereses de las multinacionales, en pocas palabras, los dirigentes de las organizaciones y los miembros de los consejos directivos de las mega empresas son los mismos. [El compló en su máxima expresión: te digo que te enfermes para que te endeudes con un tercero. ¿Qué es lo que gano yo? No lo sé, pero el chiste es fastidiar.]
 
Por que no podemos salir a la calle ni reunirnos en algun lugar?
No es para que no se contagien, lo mas que pueden pescar es gripa o varicela, es para que no hablen unos con otros y no se enteren....sobre todo los más jovenes, por eso urgia suspender clases en las universidades, por que es donde se hacen análisis de información ... [Y los blogs, el correo electrónico, las páginas de las universidades, e incluso el teléfono, están pintados. Aquí, además, el tío se olvida de un detalle de suma importancia: las universidades, sin excepción, convalidaron las medidas tomadas por el gobierno, no las cuestionaron. O, lo que es igual, no cayeron en el juego del complot.]
 
Por que los más jovenes?
Por que los adultos, como siempre tienen más que perder no andan organizando manifestaciones, los jovencitos siempre son los que comienzan las revueltas. [El desorden, que no es lo mismo. A propósito, ¿cuál revuelta se estaba organizando en el momento? ¿Qué jóvenes comenzaron a organizarse porque la epidemia era un compló? ¿No existen los medios electrónicos, que hubieran permitido a los rebeldes -tal vez de telenovela- tomar las calles, visto que no había nadie más en ellas? ¡Ah, qué oportunidad se perdieron! Oh, y un detalle que escapaba: ¿quiénes son los máximos agitadores de este momento, los que difunden propuestas golpistas y desestabilizadoras a cada momento? No son jóvenes: uno tiene más de cincuenta años y el otro ya pasó de los setenta.]
 
Y por que esta la frontera de USA con México militarizada?
Por si les fallaba el golpe... [USA: modo imperativo del verbo usar; si se refiere a los Estados Unidos, la frontera tiene presencia de contingentes del ejército -no está "militarizada"- desde que el narco decidió actuar en sus inmediaciones y creció la ola de migrantes, no tiene que ver con lo que aquí se trata. Sería, además, la estrategia más torpe que podría haberse visto: "o tomas los millones, o te invado"; ¿de cuándo a estas fechas los gringos anuncian así una invasión? Además, ¿en qué momento se movilizó la Guardia Nacional para cubrir la frontera, y cuándo recabó Obama los poderes necesarios? La última, ¿no que la estrategia era "no más guerras"; ¿entonces? El colofón: la militarización es contingente, coyuntural; por ende, como no nos han invadido, significa que ya se tomó el préstamo -cosa que no ha acontecido- y las tropas gringas pronto regresarán a sus cuarteles -lo cual tampoco sucederá-.]

Éste es el examen. Obvio que han quedado elementos de interés -aunque sea humorístico- por ahí; no obstante, creo que lo sustancial ha sido desmenuzado y queda a la vista, de nueva cuenta, la ridiculez de los "argumentos" que vierten los teóricos de la nueva conspiración pero, sobre todo, de quienes están convencidos de la misma y difunden los correos con el ánimo de "ponernos todos en guardia" frente a lo que se avecina. Me pregunto cómo podríamos "ponernos todos en guardia" si las decisiones que, supuestamente, son tomadas, ocurren en los niveles más altos de la política nacional e internacional. ¿Armamos una marcha de globalifóbicos, con todo y Ana Colchero? ¿Salimos a protestar a las calles, ayudados por el CGH, los Panchos Villas, el FPDT -son inexcusables los machetes-, el Campamento 2 de octubre, el Barzón, Superbarrio, el Chapulín Colorado y el Mesías del Pantano? Hagan sus apuestas, todo se vale en esta ruleta del complot y el contracomplot -o, con el Súper Agente 86, el recontracomplot-, cualquier estrategia es válida con tal de matar al ocio y, de paso, a las neuronas.

10.5.09

Televisión cultural.

En una entrada previa, comentaba acerca de las protestas que ha desatado la modificación realizada por Fernando Sariñana a la programación del Canal Once. De hecho, para no entrar en la cultura del sucedáneo light, o del eufemismo ramplón, diré que no son protestas: son verdaderos pataleos, escándalos inimaginables montados por quienes ven en ello varias cosas, comenzando por quienes temen que la nueva dirección del canal esté desarrollando una labor que anuncia la inminente privatización de la teledifusora. Para dar pronto la vuelta a estos enojosos argumentos –contenidos en la carta desmenuzada hace un par de entradas–, diré que son una vertiente más del síndrome de la conspiración omnipresente, el cual ha generado, en su rama dedicada a "todo está por privatizarse", amplios dividendos. Si no, basta con observar lo que pasó con la reforma energética, con la reforma fiscal, con la reforma al reglamento de pagos de la UNAM, y con enemil reformas que han quedado en apenas leves modificaciones gracias a que, de pronto, se suelta la especie de la "privatización" y las hordas por todos conocidas se lanzan a las calles para defender lo que no es suyo, pero así lo creen. Colofón: las transformaciones llevadas a cabo no tienen la profundidad requerida, no sirven para nada, y todo queda un poco peor que antes.

Para retornar al asunto del Canal Once, viene después el pataleo ejecutado por quienes un medio de difusión con cerebro –rara avis– ha denominado "los amigos de quienes tienen un programa televisivo." En este caso, el argumento que, a mi juicio, parece de mayor importancia, ha sido esgrimido por Fernando del Paso quien, en las páginas de La Jornada, acusó al gobierno federal de emplear "la censura travesti" para acallar un medio de difusión independiente y crítico. La crítica de Del Paso se centra en el cambio de horario experimentado por los programas de quienes, a juzgar por lo dicho en Etcétera, son sus amigos: la gente de "Primer plano" –seguramente Sergio Aguayo y Lorenzo Meyer, no Leonardo Curzio–, Cristina Pacheco, y Adriana Pérez Cañedo. ¿Qué dice el ganador en 2007 del premio entregado por la FIL, antes denominado Premio Juan Rulfo? A eso se dedicarán las siguientes líneas.

Del Paso abre su discurso con un argumento de autoridad: el Canal Once ha sido masacrado. ¿Por quién? Por el nuevo director, que de televisión no sabe nada. Él (Del Paso), en cambio, lo sabe todo, porque ha trabajado en A, B, y C como redactor, programador, publicista y locutor; en consecuencia, saberlo todo le permite emprenderla con Fernando Sariñana, nuevo director del canal, quien cuando menos es un pelmazo, y cuando más es un gradísimo bribón, corruptor de la televisión de calidad presentada por el 11. Hasta aquí la apertura, la captatio benevolentiae de la que ya se ha hablado en este mismo blog. No hay cuestionamiento al respecto de mi parte, simplemente queda como un señalamiento.

Los problemas inician cuando, sin empacho, admite haber trabajado catorce años en una agencia de publicidad, tiempo en el cual aprendió cómo se manipula la conciencia del consumidor. Más allá del cinismo de este sujeto –porque, desde este enfoque, su artículo intentará manipular a su eventual lector–, la dificultad de su presentación estriba en eso de "la manipulación de la conciencia" que, en lo personal, me parece el argumento más barato que existe para justificar el hecho de que la gente compre porquerías, apoye a políticos ridículos, o modifique sus hábitos sin un sentido aparente. ¿Por qué ello es problemático? Porque, desde donde lo veo yo, no existe tal "manipulación", la gente no es manipulable como la masa para pan o las masillas para modelar, por la sencilla razón de que tal procedimiento implicaría que el otro, esto es, el manipulador, tiene acceso a los contenidos cerebrales del sujeto vuelto objeto, hecho que le permite cambiar tales contenidos a placer. Bien, me dirá más de un lector, si la manipulación no existe, ¿qué es entonces lo que justifica las patochadas que has mencionado con anterioridad? La respuesta es simple: la capacidad de apropiación poseída por el mensaje. Así, para seguir con el ejemplo, si yo decido comprar algo inútil, no es porque el publicista me haya manipulado, sino porque en su mensaje insertó algo que a mí me conviene, algo que yo catalogo de "bueno", "útil", o "necesario"; en consecuencia, adquiero el objeto inservible y me siento feliz. ¿He sido manipulado? En absoluto: simplemente, "algo" de lo dicho o lo mostrado hace que "eso" me guste, y contra el gusto no hay combates que entablar. ¿Y si "eso" es una porquería, un objeto inútil? Alguna utilidad le he encontrado, de algún modo lo he investido de las características básicas para integrarlo a mi sistema de necesidades y algo haré con él, aunque sea contemplarlo. Si esto no fuera posible, no habría entonces ninguna necesidad de comprar discos compactos, jugar en internet, o ir a exposiciones de pintura.

Al eliminarse el elemento "manipulación", cae por su propio peso buena parte de la argumentación de Del Paso. Sin embargo, el tío sale por la tangente de este asunto y entra en el campo muy tangible del rating. Sabido es que cualquier teledifusora o radiodifusora, así sea del gobierno, mide su nivel de recepción en cualquier momento para saber, al menos, qué cosas anunciar, cómo anunciarlas, qué transmitir y qué mandar al archivo general de los programas inservibles. El 11, por muy cultural que sea, no puede sustraerse de esta regla general de los medios, y ahí es donde Del Paso ataca a su tocayo Sariñana, y lo califica de censor. ¿Por qué? Ahora se verá.

Los ejemplos que toma Del Paso para apalear a Sariñana son los tres ya mencionados: "Conversando con Cristina Pacheco", "Primer Plano", y "Once TV noticias con Adriana Pérez Cañedo." Para ir por partes, del primero dice, a la letra, que es un programa por el que "ha desfilado medio México, o México y medio: toda clase de personalidades de la música –clásica y popular– y de las letras, del mundo del arte y del folclor, del periodismo, del espectáculo y de la farándula, de la ciencia y la cultura: todos han caído en las redes de una de las mejores y más inteligentes, más hábiles y simpáticas periodistas del país."

Algo hay que reconocer a lo dicho: efectivamente, quienes han acudido al programa de la Pacheco "han caído en sus redes", porque no imagino yo un peor modo de realizar entrevistas que el empleado por la susodicha. Como he dicho en alguna otra ocasión, si yo fuera Juan de la Calle, tal vez aplaudiría la forma en que Cristina Pacheco toma a sus sujetos, los enlaza cual anaconda, y comienza lentamente a extraerles la información. No obstante, como una de las varias cosas a las que me dedico es a la historia oral, y la realización de entrevistas no es un asunto que desconozca, resulta que puedo perfectamente darme cuenta de que la información que los sujetos van sacando poco a poco no es, en la mayoría de las ocasiones, parte de un discurso generado libremente por ellos mismos, sino que surge de las premisas que la entrevistadora desea corroborar. Esto, en el ámbito de los encuentros interpresonales, se denomina "inducir las respuestas." ¿Quieren ustedes ver cómo se inducen limpiamente las respuestas de todo tipo de sujetos? Sencillo: vean a la Pacheco y tendrán numerosos ejemplos. Si yo, a cualquiera, le pregunto, "oiga, ¿verdad que esto es una porquería?", tengo más de un cincuenta por ciento de posibilidades de que el otro me diga "sí, claro", porque en la pregunta está contenida una posible respuesta; si me dice otra cosa, le doy la vuelta, lo enredo un poco, y vuelvo a la carga con lo mismo hasta obtener la respuesta que quiero. Que yo quiero, no la que el otro quería dar. ¿Qué pensaba éste de la situación? ¿Es válido acotar sus respuestas a un "sí, es una porquería", o a "no, no es una porquería"? En alguna ocasión, Cristina Pacheco preguntó seis veces seguidas a un tipo si el ambiente que guardaba una calle del centro era triste. Bueno, decir que lo preguntó es faltar a la verdad, porque la "señora periodista" se limitaba a decir "pero, esto está muy triste, ¿no le parece?" Seis veces consecutivas. El entrevistado, un peluquero con la convicción clara de que aquello no era triste, sino sólo un poco distinto, mantuvo su postura cinco veces, hasta que el tono violento empleado por la "simpática" entrevistadora le llevó a decir un lacónico "bueno, sí es triste." ¿Esto es lo que defiende Del Paso? ¿Formular preguntas malhechas lo mismo a gente de la calle que a músicos, poetas –la entrevista a Alí Chumacero rayó los límites de lo impresentable–, políticos... en suma, a cualquiera?

Viene después el asunto de "Primer plano". Copiaré el largo elogio que el escritor le dedica al programa: "Quien lo ha visto sabe muy bien que éste es uno de los espacios más inteligentes y con mayor libertad de toda la televisión que se ve en este país. Sus participantes son personas cultas y bien informadas, brillantes, que expresan sus puntos de vista sobre los asuntos nacionales e internacionales de actualidad. No escapa a su crítica, cuando así lo consideran pertinente, ningún partido político y tampoco ningún personaje de la política. Se entiende así que su franqueza pueda molestar a algunos de esos políticos, e incluso, en ocasiones, a los empresarios con vocación partidista o intereses en el gobierno."

Rudo, sin duda. Rudo, pero poco veraz porque, en primer lugar, el programa no deja de ser sino el sitio donde un grupo de opinólogos se dedica a crear esa ficción posmoderna que es el "espacio público", donde unos hablan, otros apropian, y se da la impresión de que es la sociedad en su conjunto la que habla. Asimismo, la inteligencia, o no, de los personajes, es algo que depende del punto de vista del auditorio, dado que puede no estarse de acuerdo con todos y cada uno de quienes ahí acuden para decir sus verdades en un tono que va, desde el muy cortés de Leonardo Curzio, hasta el francamente majadero –en muchas ocasiones– de Sergio Aguayo, pasando por la casi perpetua condición anodina de José Antonio Crespo y la petulante sapiencia doctoral de Lorenzo Meyer. A su vez, el epíteto de "inteligencia" se lo colgó al programa, no el auditorio, como cabría esperar, sino la persona a la que se le ocurrió la emisión: Carmen Aristegui, en mi opinión, la periodista más sobrevaluada de este país.

Fernando del Paso añade un punto a su crítica contra Sariñana por andar meneando los programas como si fueran los muñequitos que se ponen en la Rosca de Reyes: si se cambia el horario, la gente deja de ver los programas, y lo que vale es que la gente los vea. Sin embargo, se ahorca solo cuando comenta que hay un rating de cantidad de auditorio, y uno de calidad de auditorio. Tal cosa, hasta donde es posible saber, no existe: las empresas responsables toman nota de quién ve la tele o escucha la radio, no toma en cuenta si es gente inteligente o francamente lerda. No obstante, el enredo en que se interna Del Paso es que, al diferenciar al espectador cualitativamente, se contradice, porque entonces resulta obvio que, si soy inteligente, amo la tele inteligente, y busco informarme con gente inteligente como yo, el horario en el que pase un programa no importará mucho: yo lo veré, así sea que su horario coincida con el noticiero de CNN, el de López – Dóriga, o con las telenovelas más populares. Ah, claro: tampoco importará si soy uno entre un millón, o entre cien mil, o entre diez mil, porque soy uno que vale, uno al que está dirigido el programa. Con esto, al rating cuantitativo –que es el que sí existe– puede cornarlo un toro, porque no importa para nada... ¿o sí? ¿Para qué armar jaleo entonces?

Como remate, el asunto de la censura. No sé dónde cree Del Paso que vive pero, desde el año 2000, en este país la gente es libre de decir, de opinar, de criticar y hasta de calumniar, Vicente Fox dixit. La libertad de prensa, tornada libertinaje, ha polarizado a la sociedad, ha difundido lo que no debiera mostrarse en la televisión –por ejemplo, cómo asaltar un banco, o cómo armar un petardo–, ha hecho cera y pabilo de gobernantes, funcionarios, legisladores, instituciones y sociedad civil. ¿Dónde está la censura travesti, como la califica Del Paso? En su mente, donde lo conspiratorio asoma la cabeza y determina que los programas libres e inteligentes sean puestos en horarios donde nadie los verá para que ello mismo justifique su posterior eliminación. Pero, ¿qué pasa si la gente inteligente no es ni el cinco por ciento de la población? Una más: ¿qué pasa si la gente inteligente no ve la televisión? Más a mi favor, ¿qué pasa si la gente inteligente decide ver esos programas, así sean cinco gatos? ¿Cualitativo o cuantitativo?

Lo último es el noticiario de Adirana Pérez Cañedo. En lo particular, me parece un noticiario incoloro, sin opinión, sin editorial pero, por lo mismo, bueno de verse porque, dejando de lado la posición de locutor transparente que juega la televisión, tal noticiero abre mucho espacio para que sea el propio espectador el que formule juicios, sin verse inducido por las sandeces que, por ejemplo, pueblan el noticiero de Javier Alatorre. No obstante, la reducción del horario hecha al noticiero de Pérez Cañedo es imperdonable para el crítico de marras quien, en el uso de la amplificatio retórica, cava su propia tumba y quita credibilidad a su discurso, al comentar que "la creación de nuevos espacios destinados a las noticias no justifica la mutilación del noticiero más visto y más completo del día [...]" Ésa no se la cree ni la propia Adriana Pérez Cañedo, porque su noticiero no es el más completo –tienen más contenidos el bodrio de Alatorre, el noticiero de Carlos González que transmite el canal 34, e incluso el de Yuriria Sierra que emite Cadena Tres–, y mucho menos es "el más visto": el último recuento de los cinco noticieros más vistos, que yo recuerde, tenía en primer lugar a López – Dóriga, seguido por Alatorre, mientras que en tercer lugar se encontraba Loret de Mola, y cerraban la lista un espacio diurno y uno nocturno de Televisa. ¿De dónde saca este personaje que el noticiero del 11 es "el más visto" si, con o sin recorte, compite con las telenovelas del 2 y del 13 en horario AAA? De su imaginación, seguramente, y en la exageración está la pérdida de verosimilitud del artículo.

Como cierre, vale la pena ver el modo en que Del Paso modifica "lo que hay", y crea una visión alternativa de ello, todo con el fin de zarandear a las autoridades, llamar al público consciente a movilizarse para que no toquen los contenidos de su canal, y atizar los odios que, en ciertos sectores, se tienen en contra de las autoridades tecnocráticas y neoliberales. Valdría también decir que el esfuerzo de Sariñana es bueno, al intentar la revitalización de un canal que, por mucho tiempo, transmitió contenidos nefastos –¿alguien recuerda "A la cachi, chachi, porra"?–, o se dio gusto mostrando programas con los "últimos avances de la ciencia" de hace diez o quince años. Comercializar al canal no implica quitarle su esencia, si es que tal cosa existe; por el contrario, aprovechando que la señal de Once TV México –su nuevo nombre– tiene ahora cobertura nacional, se intenta difundir nuevas cosas, crear un canal competitivo que obtenga rating –cuantitativo, por favor– y permita pensar a la televisión cultural de otro modo, no como un espacio para observar vetustos e insulsos programas, sino contenidos de actualidad, que generen opinión y pensamiento. Tal es el objetivo y, honestamente, espero se vea cumplido, aunque la labor que llevan a cabo saboteadores obstruccionistas como Del Paso y compañía –agrupados todos en La Jornada– puede dar al traste con tan sano intento.

8.5.09

Derecho de réplica.

La existencia de un debate presupone la presencia de, cuando menos, dos sujetos, cada uno de los cuales defiende posiciones mutuamente antagónicas. El objetivo de debatir reside en mostrar ante un auditorio, de naturaleza indefinida, la validez de las propias ideas y, al mismo tiempo, en descalificar las del oponente. Como regla no escrita, pero no por ello inválida, se da por sentado que, ante una acusación directa o un señalamiento agudo, el rival puede esgrimir su derecho de réplica, en el cual tratará de contrarrestar la movida del oponente con un argumento de naturaleza contraria. Suena simple, ¿no es cierto?

Hoy por la mañana se dio a conocer que el archifamoso Carlos Ahumada Kurtz -productor, director, y protagonista de los videos que evidenciaron la monstruosa corrupción existente en el gobierno de López Obrador- está por publicar un libro al que ha llamado, justamente, Derecho de réplica, y que no es sino su verdad en torno al desarrollo de los videoescándalos que, en 2004, pusieron en jaque a la administración capitalina, echaron por tierra las aspiraciones que René Bejarano tenía de convertirse en el próximo jefe de gobierno, y a punto estuvieron de descarrilar la campaña presidencial que, desde el año 2000, impulsaba el propio López a su favor. 

El título del libro, el autor del mismo, y el muy oportuno momento en que será publicado, justo en el arranque de las campañas electorales rumbo a las elecciones intermedias del próximo mes de julio, levantaron mis sospechas. Presté una poca de atención a las entrevistas -escasísimas- que Ahumada concedió a algunos medios, revisé los resúmenes del libro que se encuentran en distintos sitios de internet, presté atención a las noticias de la televisión, y me encontré con que las cosas no encajaban: había algo ahí que parecía sumamente turbio, sumamente casual, sumamente prefabricado. Por tanto, eché a andar el cerebro, y esto es lo que ha aparecido como resultado.

¿De qué habla el libro de Ahumada? De un complot, un enorme y bien trazado complot en el que él no fue sino una pieza mínima de un ajedrez político descomunal en el que se jugaba mucho más que exhibir, como en un principio expresó, las presiones de que era objeto por parte de funcionarios ligados estrechamente con el GDF. Ahora, cinco años después, Ahumada dice que "siempre no", la gente de López no lo extorsionaba. Bueno, sí lo hacían, pero sus grabaciones no fueron hechas para "sacarlos a balcón", sino porque la alta política entró en juego. ¿Quiénes lo apoyaron para dar el salto de la denuncia al complot? Se devela el misterio: Carlos Salinas, Diego Fernández de Cevallos, Vicente Fox, el PAN, el equipo de campaña de Felipe Calderón, Manuel Andrade, Arturo Montiel, y Raúl Macedo de la Concha. ¿Quiénes más estaban en el ajo? Rosario Robles, Cuauhtémoc Cárdenas, Lázaro Cárdenas Batel, y Onésimo Cepeda, cuando menos, además de quienes aparecieron en los videos recibiendo jugosas cantidades de dinero -Carlos Ímaz, René Bejarano, Ramón Sosamontes-, y una larga lista de etcéteras.

¡Vaya casualidad! En la lista aparecen, no sólo quienes, de uno u otro modo, se han malquistado con el mesías de Tabasco, sino quienes, milagro de la clarividencia, fueron señalados por el propio López como "los conspiradores de un hotel de la Ciudad de México", autores de todo el entuerto para desprestigiarlo y eliminar sus aspiraciones presidenciales. Habrá que ir por partes.

Como bien se sabe, López tiene una fijación en su mente: ser víctima de las incontables intrigas que, por puro hobbie, le endilga Salinas de Gortari, a quien ha llamado ad nauseam "El Innombrable." De hecho, por su cabeza pasan todo tipo de complots, conspiraciones, intentos de golpe, maniobras y maquinaciones que son, indefectiblemente, orquestadas por Salinas -"el duende de Dublín", le apoda jocosamente Rafael Loret de Mola en una de sus escasas frases atinadas-. Esto es, por supuesto, la apariencia, la cortina de humo porque, si tanta animadversión siente por el personaje en cuestión, no se explica cómo es que decidió rodearse de una cohorte de notables salinistas -Camacho Solís y Marcelo serían los más destacados-, cómo pasó por su cabeza heredarle la ciudad a uno de ellos y, lo más extraño, cómo es que se dedica ahora a apoyar a un partido -el PT- creado por Raúl Salinas, financiado por ambos hermanos incomodísimos, y dirigido desde la sombra por ellos mismos. Muy extraño, sin duda alguna, y más aún si se piensa que, tras el desbarajuste que habrá de ocurrir en el PRD este año, o el siguiente, o el siguiente, López terminará vistiendo la camiseta de los petistas y, de su mano, se convertirá nuevamente en candidato presidencial. Tiempo al tiempo, el pronóstico está consignado en este blog.

No obstante lo comentado, como sus feligreses no parecen darse cuenta de la contradicción inherente a achacar todo al Innombrable, López da vuelo a la hilacha y hace del complot simple mofa, lo convierte en un lugar común que le permite esquivar los cuestionamientos incómodos hacia su persona, su gestión, sus malos manejos. "Todo es culpa del Innombrable", se le ha oído decir en más de una ocasión; por tanto, a nadie extrañó que la corrupción existente en su gobierno -innegable, vistas las pruebas mostradas por Federico Döring en televisión- fuera dejada de lado, y calificada como "un compló del Innombrable." Así de fácil, con esa desfachatez el tipo intentó salvarse y tapar el sol con un dedo. No contento con ello, ocho días después de haberse exhibido la podredumbre, declaró que "sabía" que en "un hotel de la Ciudad de México" se habían reunido Carlos Salinas, Diego Fernández de Cevallos, y dos funcionarios federales de alto rango para tramar el complot. Vicente Fox reviró y le exigió pruebas; el Peje se hizo el desentendido y dejó que el infundio circulara libremente, ayudado por sus paleros de La Jornada y Proceso

Hoy, cinco años después, sin que López hubiera sido capaz de presentar siquiera una prueba del complot, con la que habría armado un escándalo de ésos que tan bien sabe hacer, resulta que éste sí fue cierto. Repito, vaya casualidad. Lógico, Ahumada no iba a decir que los conspiradores se reunieron en un hotel, porque sería inimaginable pensar que alguien con un plan de ese tamaño va a juntarse con otros en un sitio donde serían perfectamente visibles e identificables -una calva reluciente sumada a una barba bien cuidada... no se ven todos los días juntas-. En lugar de ello, arma un culebrón digno de emisión televisiva, en el que Rosario Robles - primera en criticar el populismo lopista, y decir que "ser de izquierda no es dar dinero a dos manos"- conduce a un confiado Carlos Ahumada a Londres, donde se entrevistan con Salinas. Éste, para ver en libertad a su hermano y recuperar sus bienes -como si le faltaran-, le ofrece 400 millones de pesos a Ahumada, quien fungirá como su operador en el proceso. El atribulado empresario toma un adelanto de la cantidad ofrecida -35 millones-, y comienza a actuar. ¿Cómo? Pidiendo al GDF el dinero que se le debe por obras realizadas; como el mismo no le es entregado, le lleva un video -el de Bejarano- a Salinas, y es éste quien decide que se difunda por Televisa. Por su parte, Fernández de Cevallos actúa en la sombra, coordina los movimientos, mueve hilos por acá y por allá. Al ser difundidos los videos, Fox decide pagar el "favor" que el Innombrable le ha hecho a su causa, y Raúl Salinas sale de la cárcel, mientras Ahumada va a dar con sus huesos al bote. Fin de la trama o, al menos, de su parte más importante.

¿No es todo absolutamente traído del pelo? Para empezar, ¿por qué grabó Ahumada a los tipos que lo extorsionaban? No lo indica; parecería que "se le ocurrió", felizmente. Después, una pregunta más enjundiosa, ¿por qué Rosario Robles, entonces líder nacional del PRD, llevó a Ahumada con el archienemigo? Tampoco se ve claro: el empresario aduce que, con ello, se buscaba salvar financieramente al PRD. ¿Con dinero de Salinas? Sí, porque estaban en quiebra debido a la campaña que realizaba López. Y aquí decimos todos, ¡un momento! La campaña que López desarrolló entre 2000 y 2005 no se hizo con fondos del partido, sino con dineros públicos, con el presupuesto de la ciudad. Entonces, ¿de dónde saca ese argumento Ahumada? Vayan ustedes a saber. Otra preguntita: ¿por qué necesitaba del aval de Salinas para mostrar los videos en Televisa, si es sabido -gracias a un patinón enorme dado por Ricardo Salinas Pliego en una entrevista- que los Salinas de Gortari son accionistas de TV Azteca? ¿Por qué no se involucra a los del Ajusco en la jugada? ¿Acaso porque tenían un excelente negocio con López, gracias a la transmisión de su pseudo noticiero? Unas más, de ametralladora: con Salinas operando la maniobra, ¿para qué se necesitaba a Fernández de Cevallos? ¿Por qué Rosario Robles pensó en Salinas para armar el negocio y no en Carlos Slim? ¿Qué tienen que ver el Ministerio Público de la Federación y el CISEN en esta intriga, siendo que ambas instituciones podrían haber actuado por sí solas, sin meterse en un enjuague multitudinario? La del estribo, ¿es que todos debían ponerse de acuerdo para perjudicar a López?

Lo siguiente es lo mejor de todo: la ley de las probabilidades dicta que, si sé que alguien me odia, y lo acuso de "querer hacerme un daño", ya sea que me difame a mis espaldas, o que acuda con los brujos del Mercado de Sonora, es posible que acierte; si me odian varios, tal vez le atine a unos cuantos en el divertido juego "adivina quién te pateó"; no obstante, si son muchos, puedo comenzar  a desvariar al mencionar a los culpables de mi desgracia, a "embarrar" a inocentes y a juntarlos con culpables. Eso, por supuesto, no sucede aquí: en el compló contra López estuvieron involucrados, de distintas maneras, y desempeñando papeles también diversos, todos y cada uno de los sujetos que, políticamente, no lo quieren o que, en su tabasqueña esquizofrenia -clínicamente hablando, y no de modo coloquial-, ha construido como figuras amenazadoras. ¡Todos! ¡Nadie se salvó! Según el libro, Salinas mueve los hilos de la política nacional, es la auténtica "mano que mece la cuna", capaz de agrupar a personajes tan dispares como Rosario Robles o, peor todavía, Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Todo para qué? Para destruir políticamente al autonombrado "indestructible". Sí, cómo no...

El libro, en resumen, es un absurdo monumental. Tanto es así que la misma secretaria general del PRD ha llamado a tomárselo con cuidado, porque resulta altamente sospechoso que Ahumada siempre aparezca en medio de procesos electorales. Hoy en día, cuando la figura de López se deteriora a cada momento que pasa -lo cual no ayuda a los partidos que lo emplean para mantenerse en la arena política-, resulta por demás benéfico que se den a conocer los detalles del supuesto complot. Cierto que el libro no deja de mencionar el modo poco limpio en que se condujo la administración lopista; sin embargo, como la retórica es sabia, la réplica de López siempre puede obviar esta información y exclamar: "¿ven? ¡Je loj dije! ¡El Innombrable ha puejto al ejpurio, tramó el compló y me fajtidió!" Cualquiera podría preguntar "oiga, pero, ¿y la corrupción?" Ya sabemos la respuesta que se obtendría.

¿Por qué escribe estos desvaríos Carlos Ahumada? Sólo se me ocurre una posibilidad, acaso remota, pero plausible. Basta regresar un poco en el tiempo y recordar cómo, en medio del proceso que le era seguido, cuando mayor firmeza mostraba el empresario para defender sus negocios y su punto de vista, sufrió un inexplicable atentado: sicarios desconocidos intentaron secuestrar, o asesinar, o primero una y luego la otra, a su mujer y a sus hijos. ¿Desconocidos? Bueno, depende para quién. Tal vez los cuerpos de "seguridad" que guardan a la ciudadanía sepan muy bien quiénes eran estos tipos. Si este razonamiento fuera plausible, explica cómo es que ahora, después de negar el complot, después de dar pruebas y más pruebas de que era un perseguido, el único preso político de este país -los otros son criminales convictos, no "presos de conciencia"-, después de revelar la porquería, ahora resulta que el tío se desdice y da la razón a sus contrincantes o, mejor dicho, a su único contrincante. 

Dar la razón al otro no es, de ninguna manera, hacer uso del "derecho de réplica"; cuando más, es dar coba al otro, impulsarlo para que termine por exterminar los argumentos propios de forma ignominiosa. Por ello es que todo esto es extraño y no termina de sonar bien. Incluso, valdría presentarlo así: un tipo con tanta habilidad como para desenmascarar a quien lo presiona, lo extorsiona, lo friega, máxime considerando que ese alguien es el mandamás de una ciudad, no tendría por qué tirar un petardo como éste, y menos uno donde las piezas del rompecabezas no encajan; vaya, ni siquiera son del mismo rompecabezas. Hasta el libro de una analfabeta funcional como es la tal Niurka tiene más congruencia: se titula Mi verdad y, en efecto, se observa la verdad subjetiva de la narradora, ajena a lo dicho por otros locutores; ello no acontece aquí, y convierte toda la réplica en un asunto lamentable por donde quiera que se le vea.

A pesar de todos los pesares, el libro levantará ámpula. Hoy mismo, en el noticiero de TV Azteca, el reportero encargado de dar la nota no ha, siquiera, puesto en duda las declaraciones de Ahumada, sino que ha hecho el comentario "como quien no quiere la cosa", pero otorgándole un viso de veracidad certero. ¿Por qué razón? Porque el libelo de marras le pega a dos de los principales enemigos de la televisora: Televisa, que transmitió los videos por órdenes de Salinas, y Santiago Creel quien, desde la Secretaría de Gobernación, hizo todo lo posible para asegurar la difusión de los escándalos. Si bien se entiende la pugna entre una transmisora de basura visual y la otra, el pleito que sostiene TV Azteca con Creel es muy sutil: la gente de Salinas Pliego ha atacado al hoy senador porque, según ellos, es muy corrupto, es un mentiroso, y es un enemigo de la libertad de expresión. Hay que enfatizar ese según ellos, porque las evidencias apuntan hacia otro lado. Cabe traer a la memoria que Santiago Creel fue el principal promotor de la nueva ley electoral, por la que los particulares se ven imposibilitados para realizar anuncios de corte político en cualquier medio de comunicación, y que también prohíbe pagar para que se transmitan tales contenidos. La aprobación de la ley condujo a que TV Azteca debiera cancelar el pseudo noticiero de López, La otra versión mismo que, con seguridad, no emitían porque su corazón es grande y sus ansias de difundir todas las versiones sean una consigna ética, sino porque había dinero, mucho dinero de por medio. Lógico, la ley les tira el negocio y ellos, a su vez, se dedican a tirar cuanta piedra pueden al causante de sus males que, para colmo, otorgó concesiones para establecer casinos a Televisa... y no a ellos. Un caso similar lo constituye la columna de Carmen Aristegui, completamente vendida al Peje desde que W decidió aniquilar su espacio y que, al parecer, actúa ahora como su defensora y vocera ex officio. Como dirían en el rancho, si lo que es liso no es chipotudo, caray.

Como cierre, pienso que, si todo esto no es parte de la "política ficción" a que está acostumbrado López, y que con tanta saña y buen tino señalara el propio Salinas, no sé ya qué pueda serlo.

La postdata: no dejen de leer esto. Los razonamientos son muy interesantes.

7.5.09

La tierra de los mil rumores.

Esto parece el cuento de nunca acabar. Como sabiamente dijera el entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel, habría que dejar de lado el "sospechosismo" y dedicarnos a cosas realmente útiles. Lo anterior viene a cuento porque, en el blog de un muy estimado cofrade, recien he leído el último -o penúltimo, o subsiguiente, no importa- rumor, la última conspiración del PAN para acabar con la educación pública en México. Con la venia del respetable, procederé a realizar el análisis de rigor, y ya me dirán ustedes si consideran que me he perdido o, por el contrario, las piezas se ajustan al rompecabezas.

El bodrio de referencia está dirigido a los egresados, alumnos y trabajadores de todas las universidades públicas del país, así como a los "ciudadanos democráticos". ¿A qué viene a cuento aquí la democracia ciudadana? De momento es un misterio aunque, si se piensa en quiénes han traído y llevado el "ser democrático", e incluso meten el terminajo en el nombre de su partido, puede uno comenzar a darse una idea, por no decir que una de las expresiones más empleadas por los mismos personajes amarillos y negros es, precisamente, la de "ciudadanos democráticos", aunque el partido no se caracterice por la democracia en lo que a su toma de decisiones se refiere. Como segundo "detalle", simplemente por ser puntilloso, queda de más hablar de "universidades" si el texto incluye a los politécnicos -que no son universitarios-, y a cualquier sujeto que estudie en un instituto de nivel superior.

El mensaje inicia con un argumento retórico que pretende despistar al lector: "el gobierno de la República, encabezado por el Presidente Felipe Calderón..." ¿Que dice esto? Algo tan sencillo como "no crea usted que, como suele suceder, este mensaje se emite desde los sótanos del PRD; por supuesto que no. Somos ciudadanos conscientes, sin filiación política clara, quienes decimos lo que ahora usted lee. Para muestra, un botón: le llamamos a Felipe Calderón 'Presidente', no cualquier epíteto dictado por el mesías." En el análisis, resulta claro que éste es un argumento de autoridad dado que, en principio, leer algo producido por los perredés pudiera generar la instantánea animadversión de más de uno, lo cual llevaría a la eliminación inmediata del mensaje y, por ende, éste no cumpliría con su objetivo. Por el contrario, al realizar la enunciación en la forma en que se presenta, se hace ver que el texto no procede de quienes se supone que procedería, y adquiere mejores posibilidades para circular.

Ahora, ¿cuál es el miedo, la alarma, el peligro sobre el que se nos quiere advertir? Muy sencillo, copio a la letra: [el gobierno] "ha iniciado una serie de medidas con el propósito de separar a las vocacionales del Instituto Politécnico Nacional, y a las preparatorias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Esta acción tiene, por supuesto, como objetivo debilitar a las universidades públicas y favorecer a las universidades privadas, persistiendo en el modelo neoliberal que ha causado la quiebra de aquellos países que han seguido irrestrictamente los lineamientos del Fondo Monetario Internacional, como el nuestro."

Ya está: aparecen, nuevamente, los lugares comunes a que he hecho referencia en la entrada que precede a ésta, y que no son otros que la dicotomía público / privado, y el neoliberalismo que, como caballo de batalla, comienza a mostrar síntomas de envejecimiento y mal desempeño, pero continúa en uso. De igual suerte, como sucede en el correo que propala las rudas declaraciones de "X. Döring", el argumento es sumamente endeble, incapaz de sostenerse ante el mínimo cuestionamiento, el mínimo razonamiento. Así, ¿cómo es que la separación de vocacionales y preparatorias se convertiría, por sí mismo, en un factor que debilitaría a la UNAM y al IPN, sirviendo al mismo tiempo para el fortalecimiento de las universidades privadas? Honestamente, como comentaba con el cofrade a que he hecho referencia, y que amablemente me circuló este correo, lo ignoro. Separar a uno y otro sistema de bachillerato de su respectivo nivel superior no tendría, hasta donde me parece ver, ninguna complicación, salvo en el caso de que se desmantelaran tales bachilleratos o se vendieran al capital privado, cosa que no se menciona y que, aun si se indicara, no sería posible en modo alguno. Más allá de lo anterior, si se creara un par de entes independientes, denominados "Escuela Nacional Preparatoria - Colegio de Ciencias y Humanidades", y "Sistema Nacional de Educación Vocacional", ¿qué de malo habría en ello? El problema aparecería si se transformaran radicalmente los planes de estudio para hacerlos realmente deficientes pero, como tampoco sería posible, y con esto estoy llevando la suposición hasta niveles descabellados, sigo sin ver dónde estaría el debilitamiento de la UNAM y del IPN, y el consiguiente fortalecimiento de las universidades particulares, que ninguna vela tendrían en el entierro.

En cuanto al neoliberalismo, como ya mencioné, es un simple lugar común. Apostaría lo que fuera a que siete, al menos, de cada diez enemigos de tal sistema económico no tienen la menor idea de lo que el mismo involucra, ni de sus alcances o consecuencias. Es más, si se les dijera que su aplicación permitió el despegue económico de la Gran Bretaña y su posicionamiento como la cuarta economía a nivel mundial, no lo creerían, ni sabrían qué relación tiene lo uno con lo otro. Para rematar, un dato: el neoliberalismo no ha llevado "a la quiebra" a los países que lo han aplicado, y el ejemplo son los países que integran el G7, de los cuales ninguno ha evitado poner en funcionamiento las propuestas de la Escuela Monetarista de Chicago, pero que tampoco las han aplicado a rajatabla. Es decir, el neoliberalismo, como mot, es un demonio recurrente en las argumentaciones de la pseudo izquierda para atacar a los gobiernos "de la derecha"; no obstante, como práctica tajante no se ha visto hasta el momento en este mundo, dado que ello implicaría que los gobiernos se retiraran totalmente de la actividad económica, del control de cambios, de la atención a los desvalidos, de la generación de empleos y la prestación de distintas clases de servicios, lo cual aún no ha acontecido y, visto el rumbo de las cosas, no acontecerá. Ah, y con un detalle adicional: aunque así conviniera a los negros planes de quienes esperan la ruina del país para sacar raja política de ello, México no está "en quiebra", como asegura el mensaje, ni en quiebra están los países que, de algún modo, han puesto en marcha políticas neoliberales; por el contrario, ya veremos de qué color se pinta el balance nacional en cuanto Chávez y los populistas deban pagar las facturas que deben.

El bodrio prosigue con dos lugares comunes de llamar la atención: primero, que las preparatorias y las vocacionales "se han caracterizado por la calidad de sus egresados y están en los primeros lugares de aprovechamiento nacionales"; segundo, que el magno plan del PAN es convertir a tan egregias instituciones en "una especie de CONALEPs". Habrá que ir por partes para desenmarañar la madeja.

Ante todo, una aclaración: soy universitario; cursé la licenciatura y la maestría en mi queridísima UNAM, estoy por realizar un segundo doctorado ahí mismo, y formo parte del cuerpo académico de la Facultad de Filosofía y Letras. Sin embargo, el que la UNAM me haya dado lo que hoy tengo no implica que el proceso haya sido mágico, es decir, no quita que yo me haya esforzado y, por ende, hoy tenga un lugarcito por ahí. Lo que del texto se extrae es que las preparatorias y vocacionales "hacen" al alumno, lo cual es inaceptable, y equivaldría a equiparar a todos los alumnos que cursan el bachillerato o una licenciatura, sin tomar en cuenta que hay buenos, del montón, adoquines, y vagos profesionales. Así, la mentada "calidad de los egresados" es sólo un refuerzo para la argumentación, no un hecho comprobable: todos conocemos gente de amplia valía en nuestra universidad -como también la hay en el Politécnico-, y gente que no merece el lugar que ocupa, auténticos fósiles a los que debe realizarse ya la prueba del carbono 14 para saber qué son, de dónde vienen, y a qué se dedican, tras lo cual se sabrá que, para ellos, estudiar es lo de menos, comparado con la inapreciable posibilidad de mentarse "universitarios" mientras se dedican a la grilla, a la bebida, o a cualquier cosa no relacionada con el trinomio aula - calificación - título profesional. Por supuesto, vale recordar que también en las instituciones particulares hay gente de valor y gente indeseable; por tanto, ¿qué se intenta decir con eso de la "calidad de los egresados"? ¿Acaso no es todo producto del esfuerzo individual, sumado al trabajo de los profesores? ¿O vamos a creer en la teoría del caldero de brujas institucional?

El otro elemento es, asimismo, digno de analizarse porque, en su afán por denostar al gobierno "de la derecha" que a toda costa busca destruir la educación pública, se comete un atropello contra la gente que estudia en un Conalep, institución asimismo pública. La educación técnica es, desde esta perspectiva, un "engendro del neoliberalismo", el sitio del que saldrán los empleados de las maquiladoras que, a su vez, pagan sueldos miserables con el solo afán de saquear al país de sus riquezas. No digo que esto no sea cierto, pero ¿qué pasa si a la gente le da la gana ir a un Conalep? ¿Qué de malo tiene ser un estudiante técnico? Hay aquí, además, un problema grave de ignorancia: las personas que redactaron el mensaje olvidaron que, desde hace ya muchos años, estudiar en un Conalep es igual a estudiar en cualquier bachillerato y que, de desearlo el egresado, al concluir su formación técnica puede incorporarse a cualquier universidad, con el beneficio añadido de que posee un papel que lo acredita como técnico en "algo", y que por lo mismo podrá ganarse la vida por sí mismo si tal es, también, su deseo. Repito entonces la pregunta recurrente en este análisis: ¿cuál es entonces el problema? ¿Es malo formar bachilleres que, al mismo tiempo, posean una especialidad técnica? Si se hace caso a las estadísticas, se verá que los bachilleratos han dejado de ser, en un alto porcentaje, opciones propedéuticas para los estudiantes -esto es, que los preparan para el siguiente paso-, y se han convertido en opciones terminales al estilo gringo. Consecuentemente, si quien egresa de un bachillerato y no va a ingresar a la universidad -porque no puede, porque no quiere, porque el cerebro no le da, porque gana más haciendo otra cosa-, sabe ya hacer algo, está capacitado para ello, ¿no resulta hasta una opción conveniente? ¿Por qué denostar entonces al estudiante técnico? ¿Por qué crear una barrera entre el que dice, con total petulancia, "yo sí iré a la universidad", y aquél que entró a una escuela técnica? El mensaje dice claramente que no tiene caso crear instituciones tipo Conalep para que formen "profesionistas de segunda o tercera clase"; pensaré seriamente en difundir este mensaje a la gente del Conalep, a ver cómo le sienta ver que se le montan tales calificativos.

La parte restante del mensaje es un gran lugar común, donde se intenta probar algo que, bajo ninguna circunstancia, aparece con claridad, y que debería residir en la enunciación concreta de las medidas que el gobierno impulsa para llevar a cabo su malvado plan. Eso no aparece; en cambio, aparece la eliminación de la filosofía de los planes de estudio en el bachillerato... y nada más. A este respecto, valdría decir que las airadas protestas contra la sustracción de la filosofía carecen, desde mi punto de vista, de cualquier sustento, y demuestran que hay gente a la que le gusta pelear porque tiene espíritu de Mike Tyson, no por otra cosa. La propuesta de la SEP es clara: se ha establecido un programa que apela a las competencias del estudiante, mismas que se desarrollan transversalmente en la totalidad de las asignaturas. Más allá de si tal propuesta es viable o no, el punto medular aquí es que la filosofía, aunque no se enuncia de forma explícita, sí se involucra en la enseñanza. ¿De qué? De todo, desde matemáticas hasta historia, pasando por español y ciencias. La protesta, emitida incluso por la Facultad de Filosofía y Letras -faltaba más- deja ver que no se ha leído el modelo y, en caso de haberse echado un ojo al mismo, no se ha entendido en qué consiste, lo cual deja muy mal parado al Colegio de Pedagogía de la misma facultad, que debiera haber sido el encargado de traducir la jerga que impregna el programa a un idioma por todos comprensible. En resumen: hay una eliminación de la filosofía del cuadro de competencias básicas, pero no como área de estudio. Por decirlo de algún modo, se le ha incluido en todas las disciplinas denominadas "ciencias sociales", de forma similar a lo que ha pasado con la historia, la lógica, el civismo, la geografía, la literatura y la ética, hecho que también se observa del lado de las "ciencias exactas." No obstante, para la mente que en todo ve conspiraciones, la eliminación de la filosofía responde a la necesidad que tiene el gobierno de que la gente no piense, o a que los políticos desconocen la ética y la lógica. Buen argumento, pero tampoco se sostiene porque, de entrada, el modelo educativo de las preparatorias y las vocacionales es autónomo, es decir, les viene guango si la SEP quita la filosofía e incluye la astrología como materia obligatoria; segundo, porque lo mismo pasará en los bachilleratos estatales, que tampoco están sujetos cabalmente a los dictados de la SEP; tercero, porque las que sí se verán afectadas serán las instituciones privadas, ésas a las que, hipotéticamente, se pretende favorecer; y cuarto, porque en las vocacionales no se enseña filosofía, con o sin reforma al plan de estudios del bachillerato.

El último segmento del mensaje está encaminado, nuevamente, a demostrar ya no las ansias que tiene el gobierno de debilitar a la educación pública, sino su manifiesto interés por privatizar lo que tenga que ver con ésta. Para ello, introducen a quien, en fechas recientes, se ha convertido en un demonio típico: Fernando Sariñana, flamante director del Canal 11, cineasta y director, casualmente, de Todo el poder, cinta en la que golpea con saña al gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas y que, por ende, reparte palos contra quienes, hasta la fecha, gobiernan a la ciudad. Por si éste no fuera pecado suficiente, Sariñana se encuentra en el grupo de gente pública que apoya al gobierno federal, distanciándose al mismo tiempo de quienes le hacen el juego al legítimo, razón para que éstos no pierdan oportunidad de decir que, lo menos, es un mal cineasta, y lo más, que es un total incompetente. Más allá de lo anterior, el correo dice muy poco, e intenta probar que el canal será privatizado o, al menos, tendrá un enfoque más comercial, lo cual tampoco parece muy malo. El argumento básico reside en decir que "se eliminó el valiosísimo programa de Cristina Pacheco" como parte de tal complot. Honestamente, para la forma en que la Pacheco realiza las entrevistas, el modo en que induce las respuestas de todos sus entrevistados, y la forma absurda en que se entromete con el discurso del otro, no se ha perdido nada.

El cierre magistral... sí, lo han adivinado ya: "ni un voto al PAN este 5 de julio"; ¿por qué? Bueno, por las razones ya expuestas: vendepatrias, enemigo de la educación popular y, sobre todo, de los jóvenes, quienes tienen derecho a una educación digna y de calidad. ¿Quién firma? Mucha gente, cuyas identidades no son comprobables pero entre las que, para variar, debe haber "alguien real" al lado de Fuenteovejuna y sus secuaces.

Lo lógico sería decir, nuevamente, "anda, que esto es un camelo"; no obstante, el correo circula y circula, mientras yo siento pena por esos pobres que todo se lo creen, de todo tienen miedo, no saben leer y mucho menos razonar. ¿Se quejan de que se quita la filosofía porque se busca que la gente no piense? Vaya, pues valiente protesta entonces.

3.5.09

Otros rumores.

Desde hace algún tiempo, no sé cuánto a ciencia cierta, ha estado circulando por internet un supuesto mensaje emitido por alguien que dice llamarse "Edgar Döring" quien, sin más, enuncia el "plan" que tiene el gobierno federal para desmantelar a la Universidad Nacional. 

Tal es la propuesta básica del comunicado. Una buena amiga, en su blog, ha ya destazado lo que ahora comento; no obstante, para no dejar esto sin aportar mis cinco centavos, le dedicaré una nota al bodrio referido, con un atento jalón de orejas a todos aquéllos que lo han difundido y no se han fijado en lo que dice, en la forma burda en que enuncia las cosas, en los innumerables lugares comunes del texto y, por si fuera poco, en sus incongruencias. Vamos allá.

El texto, para comenzar, es extraído de un blog de Univisión. Tal es la "confiabilísima" fuente que sirve para armar la nueva campaña de miedo orquestada desde ya sabemos dónde porque el fin es claro: ni un voto más a Acción Nacional. ¿Quién escribe un blog? Cualquiera, ¿no es cierto? Es más, apostaría a que al menos la mitad de todos los blogs existentes son firmados con pseudónimos, con acrónimos, con diminutivos, o ni siquiera son firmados porque no es requisito. Así, podría yo escribir un blog y firmar como Obama, como el Papa, o como Ban - Kee Moon, y decir que los alienígenas han aterrizado, tengo pruebas de ello, y requieren a todos los primogénitos del mundo para su cadena de hamburgueserías; de lo contrario, arrasarán el planeta. Sería ridículo, ¿no les parece?

Visto lo anterior, ¿por qué el blog citado, en particular, debe ser real? ¿Por qué se le confiere veracidad? Porque el tema, según el "juicio" de quienes lo difunden, lo amerita. Se trata nada más ni nada menos que de un panista (podrían decir "un execrable panista", pero el léxico no les da para tanto) arremetiendo sin cortapisas contra la máxima casa de estudios del país, primera de Iberoamérica. ¿Quién es ese execrable panista? Edgar Döring. Al menos a mí me resulta desconocido, aunque tiene una página en Facebook donde, para no variar, incluye vínculos convenientes al partido e inserta una nota que, por lo menos, llevaría a calificarlo como miembro de esa corporación (desconocida, pero muy difundida en su existencia) que es El Yunque. En resumen: tenemos una nota firmada por Edgar Döring, de quien sólo sabemos que ha creado un blog en Univisión y tiene un perfil en FB, convenientemente armado para mostrar a un tipo intolerante, de la derecha - derecha que, entre otras cosas, odia a los gays, a los nacos... y a la UNAM. Muy conveniente, sin duda, aunque como prueba de identidad, ninguna es concluyente, ¿o sí? Peor aún: la última versión del correo a que ahora hago referencia menciona que el texto es de Federico Döring, quien sí existe y que, casualmente, fue quien destapó la red de porquería alrededor del mesías tropical, y éste prefirió hacerse el loco (sin comentarios) y no decir sí, o no, o qué. Esto no importa: Federico Döring es un senador de la República, es panista, y ahora se le endosa un muertito que, en principio, sale de una página que firma "Edgar Döring". ¿Vamos bien hasta aquí?

Viene luego el contenido. Inicia con un elemento que, en retórica, se llama captatio benevolentiae, y que sirve para ganar al auditorio desde el primer momento. Como el texto está dirigido a gente de la UNAM, nada mejor que decir que Döring (Edgar, Federico, o Epaminondas, da igual) es un egresado del ITAM, hecho que permite (si se está dispuesto a ello, claro) identificarlo como enemigo de la educación gratuita. Si el texto lo firmara, por ejemplo, Santiago Creel, egresado de Derecho en la propia UNAM, la captatio se enfocaría a resaltar, por ejemplo, su posgrado en el extranjero, o su simple condición de panista. Como remate, el nuevo correo donde esto circula está firmado por "Profesor Alberto Méndez (UNAM)", cuya existencia pudiera también ponerse en entredicho, pero que funciona como argumento de autoridad al ser un "profesor" (el pobre diablo no tiene un grado académico que lo sustente) de la "UNAM", a quien ha informado de la terrible conjura "un grupo de alumnos preocupados", que también puede ser cualquiera. Fuenteovejuna sale de nuevo a las calles.

Como no voy a reproducir la sarta de estupideces que apunta el correo de marras, con mala ortografía, pésima redacción, lleno de "puntadas" que no cabría imaginar en un texto de este tipo, sólo transcribiré aquéllas que, por su obviedad, permiten ver que todo es una añagaza cachavotos. De otro modo, nadie en sus cabales difundiría (¡y por escrito!) "ideas" tan "brillantes" como las que siguen:

- "un impedimento para el despegue de nuestra propuesta educativa es la existencia de una universidad pública que genera un gran gasto y pocos resultado, la UNAM..."

- "que solo chupa la sangre de los que si trabajamos y pagamos mes con mes nuestros impuestos"

- "los miembros del comite azul, te pedimos que con tu nombre nos des tu aval para tomar un decisión trascendental para que tú y todos mejoremos nuestra vida." Aquí el énfasis debe ponerse dos frases: primera, "que con tu nombre nos des aval". El argumento se inserta para dar a entender que hay una gran conjura, que se trama un golpe magistral contra la universidad desde "esos grupos de la derecha", y por ello la necesidad del aval con el nombre. Claro, como si en este país eso valiera para algo. La segunda frase es "los miembros del comité azul". Hasta donde sé, la gente del PAN no se dice "el comité azul", porque esto no es un juego de colores y sabores, ni una película de espías, ni tampoco una planilla sindical, sino una supuesta arenga política. Además, el llamado se hace "a los votantes" desde "el partido"; por tanto, ¿cuál comité? ¿El comité azul? Es claro que el mensaje se mueve hacia la identificación de un partido con un color porque, incluso al interior de la Organización Demócrata - Cristiana de América (otro demonio muy popular en estos días), a la que supuestamente pertenece este tipo, no existe algún "comité azul" según el organigrama. Como bien dice cualquier manual de retórica, no importa mucho transformar la realidad para transmitir el mensaje; además, en este caso, ¿cuánta gente se toma la molestia de examinar lo que lee, cree y difunde? Escasísima, lo cual es, a su vez, penosísimo.

- "Imagina todo el capital que podria producir su explotacion comercial, imagina los rascacielos que se podrian construir, un pequeño manhatan a un lado de el Pedregal, unade las zonas mas exclusivas de la ciudad de México, a un lado de Perisur y mero insurgentes." Dejé las faltas de ortografía y las tonterías dichas ("mero", "manhatan", "unade"...) a propósito. He aquí los lugares comunes que indicaba en un principio: el lector modelo de este mensaje debe creer que al PAN le importa más el dinero que la educación, que no dudaría un instante en destruir (así, como suena) a la Universidad para construir rascacielos, centros comerciales, y "un pequeño manhatan (con minúscula y una 't')" en una zona exclusiva de la ciudad. Obviamente, el disparate es mayúsculo y la idea es impracticable; no obstante, eso no importa a quien difunde el mensaje, dado que pretende generar miedo a partir de lo que sea.

- "evitando así que existan carreras poco productivas y ociosas como Biologia, Matematicas o Investigaciones Genomicas, ademas que son aberraciones que atentan contra nuestro credo religioso." Esta parte es excelente para el análisis, más allá de la evidente ausencia de un canon ortográfico que guíe la escritura. El hecho es contundente: si quitan a la UNAM, nosotros, los mochos del PAN, nos liberaremos de carreras que no producen y que son antirreligiosas (me pregunto en qué momento las matemáticas son ateas). Lo que no se toma en cuenta es que estas carreras "antirreligiosas" se imparten también en instituciones manejadas por el clero, como la UIA y la UP, y nadie dice nada. Empero, el móvil es el mismo: el fanatismo guía al PAN, y eso mismo, aunado a su sed de dinero, te va a quitar a ti, lector mío, tu universidad. Vaya, vaya.

- "Si como nosotros piensas que la UNAM es un elefante blanco del la epoca priista, firma este correo para que los legisladores del PAN en la proxima legislatura, voten por el recorte de presupuesto a ese Frankestein de universidad, y se de paso a su futuro desmantelamiento." Como botón de cierre, este fragmento es magistral. Primero, se le olvida a quien lo escribió que el texto original, supuestamente, procede de una conferencia dictada por X Döring; entonces, ¿a qué viene eso de "firma este correo"? Si no es tal, ¿cómo se va a firmar? Acto seguido, aparecen los demonios comunes, ejemplificados por el PRI; por último, aparece el universal afirmativo que dota de credibilidad a esta porquería: "vota para que se disminuya el presupuesto y así inicie el desmantelamiento de la UNAM." Como, en diversas ocasiones, se ha intentado bajar el presupuesto universitario, todo cobra sentido, el mensaje se vuelve verídico, y la gente que no lo analiza a conciencia (ni superficialmente) se dedica a difundirlo. No obstante, otro detalle escapa al artífice de esta chafísima conjura: en un principio, la eliminación de la UNAM se haría a partir de la cesión de nombres (y no pregunten qué quiere decir eso); al final, todo saldrá de los legisladores. Por fin, una o la otra, porque es evidente que una sobra de estas dos: o gente, o diputados; o firmas, o presupuesto. La redundancia es mayúscula.

Hasta aquí el ejercicio. Antes de concluir, un apunte más: había yo mencionado que todo no es sino una movida cachavotos, ¿no es cierto? Bien, el argumento está en la parte final del correo donde aparece el mensaje, que dice claramente "si eres universitario, piensa dos veces antes de emitir un voto por un partido que esconde entre sus filas...", bla, bla, bla. 

Me apena, sinceramente, que estos mensajes sean difundidos por la comunidad universitaria sin prestar atención; que, como decía hace poco a un amigo, importen más las filias y las fobias personales que el simple hecho de razonar. Peor aún, que algunos alumnos míos (algunos muy buenos, otros francamente olvidables), después de oír enemil veces en mi seminario aquello de "cómo demonios se analiza un discurso", y tener a mano cien metodologías distintas, sean incapaces hasta de emplear su buen juicio y decir "anda, que esto es un camelo." Eso es lo que me apena, que seamos universitarios para obtener calificaciones, y que eso no se traduzca en un pensar distinto cuando estamos en la "vida real."

A manera de post-data: vale la pena echar un ojo al perfil en Facebook del tal "Edgar Döring", aunque sea como mero ejercicio. Al ser una página creada a propósito para pintar a un extremista, resultan incluso cómicos sus comentarios, y de hecho lo serían si no fuera porque allá, en la calle, hay gente creyendo lo que ahí se produce, y difundiéndolo sin el menor cerebro. No obstante, es francamente penoso leer lo que ahí existe, y encontrar que hay una entrada (una "nota") que habla de la conspiración del Opus Dei para controlar al país, ya sea a través del PAN o del PRI, junto a una respuesta típica de maniático del Internet, donde el tipo pregunta "ke?" ante una reconvención que se le hace, justamente desde un grupo "real" de Acción Nacional.