25.7.09

Encuentros académicos.

Justo en esta semana se llevó a cabo en la Ciudad de México el LIII Congreso Internacional de Americanistas que, contra lo que pudiera pensarse, no reúne a lo más granado de la afición azulcrema dispersa a lo largo del mundo, sino a académicos dedicados al estudio de América en sus distintas vertientes. La organización corrió a cargo de la UIA y del gobierno del Distrito Federal, empecinada la primera en demostrar que también puede hacer algo, y el segundo en dar lustre a su mediocre gestión a partir de eventos internacionales que no sabe de qué tratan, pero que le permiten "mostrarse al mundo". El tema del encuentro fue "Los pueblos indígenas: cambios y continuidades", y reunió a decenas -me atrevería a decir centenares- de sujetos que presentaron... lo que ya se sabe: avances de investigación, refritos diversos de lo publicado a lo largo de sus vidas, opiniones poco, mucho, o nada sustentadas y, en general, trabajos que comprenden de lo específico a lo más específico a lo absurdamente específico. Como siempre, lo abordado en esta ocasión merece ir por partes, a fin de ponerlo en claro.

¿Qué son los encuentros académicos? De forma ideal, estos espacios están pensados para que los estudiosos de un tema general, dividido a su vez en temas de mayor concreción, se reúnan, intercambien opiniones, lean trabajos y, en conjunto, enriquezcan sus posiciones al respecto, al tiempo que difunden su saber a un público de distinta amplitud. Tal es, como se mencionó, el ideal de los congresos, simposios, encuentros, coloquios y mesas de discusión. Sin embargo, la realidad dista mucho de parecerse a tal idea porque, para abrir boca, el 90% de los trabajos presentados, cuando menos, no son producto de una investigación nueva, sino que refieren a aquello que el estudioso ha realizado a lo largo de los últimos, quizá, diez años, y que, con distintos matices, ha presentado en un centenar de encuentros. Por tanto, cuando el eminente doctor Fulano de Tal toma la palabra, su auditorio sabe ya al dedillo de qué va a hablar, qué chistes va a intentar colocarle a la gente, y cómo excusará no traer nada nuevo bajo el brazo. Así, aunque existimos los que tratamos de llevar cosas nuevas cada que vamos a un coloquio, como es el caso de quien estas líneas escribe, resulta por demás exasperante ver que, en cada mesa, los temas se repiten, y se repiten, y se repiten; incluso los comentarios de los ponentes con respecto al trabajo de sus pares son los mismos de siempre, y las preguntas del auditorio, sobre todo del que es incondicional de Fulano, son también las de siempre, y por lo general se concretan a externar loas al escrito, al modo en que éste es revolucionario en cierta medida, y a la forma en que ha cambiado la vida del preguntón al abrirle los ojos a la verdad, como si fuera un infomercial de porquerías para reducir de peso, la nueva versión de El Secreto, o un programa de "Pare de sufrir", ni más, ni menos.

Viene luego, como mencioné, el intercambio de opiniones, piedra de toque de los encuentros académicos. Sin duda, ésta es la mayor añagaza de tales eventos porque, hasta donde la experiencia me permite ver -en mi corta carrera tengo ya alrededor de cincuenta participaciones en magnos sucesos como los que ahora narro-, cada ponente entra con una serie de ideas fijas en la cabeza... y sale con ellas intactas. Escasas son las ocasiones en las que alguien pregunta a otro, no con el fin de fastidiarlo, de hacerlo quedar en ridículo, o de probar que es mucho mejor que el otro, sino para saber de qué va la cosa y aprender. Muy escasas, irrisoriamente escasas, y tampoco sirven para intercambiar ideas, sino para reafirmar las del cuestionado. La mayor parte de las veces, el que pregunta lo hace con mala, malísima leche, con ánimo de descalificar al que ha presentado un trabajo bueno, regular, o malo. Tan es así que quienes nos dedicamos a establecer preguntas críticas, o a formular objeciones académicas al trabajo escuchado -en mi caso, el espíritu didáctico no me abandona, y siento la necesidad de decir al otro "revisa, replantea, repiensa", para que mejore lo hecho-, somos atacados por quien, a su vez, producto de la costumbre, se siente atacado. El resultado es que, en un encuentro académico, nadie termina por oír a nadie, todo mundo es el experto en su tema, y el público pocas veces alcanza a encontrarle sentido a las ponencias.

A este respecto, otro punto a reseñar sería el carácter "divulgatorio" que poseen los encuentros académicos. Sabido es que aquello que nosotros, en el medio académico, producimos, debe llegar a la gente de algún modo a fin de, por lo menos, enriquecer sus conocimientos, o para dar a la luz trabajos serios de divulgación, que hagan contrapeso a farsantes y plagiaros como Crespo, Villalpando, Rosas, Rius, Catón o El Fisgón. ¿Qué mejor oportunidad para hacerlo que un congreso, donde por igual acuden profesionales y legos, siempre y cuando la asistencia no sea cobrada, o las tarifas impuestas no sean prohibitivas? Pues no: los académicos con pretensiones de "intelectuales inalcanzables", por el simple hecho de tener un papel que los acredita como miembros de una institución X -tan seria como la UNAM, o tan ridícula como la UACM-, creen que deben expresarse siempre, o en idioma "academiqués", lo cual impide que el público amplio los comprenda, o a partir de N muy vagas referencias a trabajos especializados, de ésos que sólo conoce un segmento especializado del mundillo profesional. Así, la virtud comunicativa de tales eventos se ve eclipsada, y todo termina por ser una pasarela, como he mencionado, para demostrar qué tan fregón es el sujeto que habla, a partir de mi sabia máxima que enuncia: a mayor número de personas que no entienden lo dicho, y a mayor enrevesamiento del lenguaje, mayor calidad reviste al trabajo y al sujeto que lo ha elaborado.

Un encuentro académico, a estas alturas, resulta para mí completamente predecible, a tal grado que me he permitido esbozar una especie de recetario para guiar a quienes, en el futuro, decidan llevar a cabo tan magnos acontecimientos. Suplico al lector tomar nota de lo siguiente:

1. La institución A, B o C -en este caso, un gobierno local patético y una entidad académica ingenua- se postula como sede del evento X de la organización Z, hace gala de los lugares en que podría acomodar al suceso, y promete dar tal, tal y tal cosa a los asistentes.

2. La organización Z acepta la propuesta, emite la convocatoria para el magno evento, establece los temas del encuentro, fija las cuotas -que en ocasiones incluyen hospedaje, alimentos, programa, memorias y recuerdos, en otras sólo programa y memorias, y en otras nada-, y se dispone a cobrar, mientras los organizadores comienzan a parir chayotes con la logística.

3. Los presuntos participantes piensan unos días sus temas, se olvidan del evento, y un día antes del cierre de la convocatoria -que a estas alturas ya fue ampliada porque no habían ponencias propuestas- deciden enviar un refrito, sin importar que todo mundo se conozca y sepa exactamente de qué van a hablar.

4. El comité hace un simulacro de selección, notifica a los aceptados -que bien podrían ser todos los que quisieron entrar, vistas las porquerías que siempre aparecen-, y pare más chayotes para acomodar las ponencias, de modo que las mesas resultantes posean alguna congruencia. Lógicamente, ha aceptado a tantos -porque el dinero es el dinero- que sus integrantes terminan sufriendo una meningitis y, al final, acomodan los trabajos por orden alfabético inverso sin vocales y con consonantes terciadas; es decir, como caigan.

5. Un día antes de iniciar el evento, resulta que el impresor de los programas no los ha entregado; el de los gafetes perdió cinco páginas de la lista que recibió y tiene el material incompleto; el comité se embolsó la mitad del dinero para gastos y entrega un fólder mal impreso, un chicle y dos pastillas a cada ponente, en lugar del portafolio de piel de ternera prometido; nadie sabe cómo hacer las facturas para los participantes; los reconocimientos o constancias de participación son impresos en la sala misma de recepción, siempre con faltas de ortografía o con sutiles modificaciones a los nombres, de modo que el doctor Reynaldo Toro Palezús termina siendo Renato Lobo Pedrero; la logística falla, y todos los ponentes foráneos que confiaron en el comité son hospedados en un hotel de mala muerte; se destinó un comedor para cincuenta personas, y acudirán quinientas al evento -200 ponentes y 300 colados-; el organizador de los banquetes presenta un presupuesto altísimo -a última hora- y, como ya no hay dinero, se decide comprar una camioneta de sandwiches Lonchibón. Esto no importa a los asistentes que, como parte del "turismo académico", han decidido comer aparte, beber lo suyo, y no presentarse nunca a las mesas que tienen lugar después de los alimentos, salvo que sea el momento en que les corresponde exponer.

6. Con base en lo anotado en el punto 5, los participantes arman jaleo cada cinco minutos al descubrir las planchas de los organizadores, ver que no están sus santos nombres en las listas, o recibir reconocimientos a nombre de personajes perfectamente desconocidos. Sin embargo, cuando inicia el evento, todo mundo acude a las mesas que puede y el ajetreo es tal que nadie repara en la estafa de que ha sido objeto. Eso sí, en este último renglón es donde cae por completo el mito de los "encuentros", dado que nadie encuentra su mesa, no encuentra a sus amigos, tampoco encuentra sus papeles, reconocimientos, programas y chucherías, y el público termina por no encontrar sentido a las ponencias, mientras que el comité organizador no encuentra dónde meter la cabeza.

7. Para concluir el evento, todos -participantes, comité y colados- se ponen hasta atrás con el vino de horror que el comité ofrece -y que, invariablemente, es vino de tetrapack, o un caldo chileno agrio y espantoso de $50 la botella-, platican de sus ponencias y, como son las mismas de siempre, terminan hablando de lo mismo, o de temas tan académicos como "estaba bien buena la ponente de Kazakhstán que presentó no recuerdo qué."

8. La organización Z revisa su cuenta bancaria, ve el saldo agradablemente crecido, y emite la convocatoria para designar la nueva sede del evento. En tanto, los ponentes regresan a sus casas pensando "¡qué buenas guarapetas agarramos ahora en este encuentro!", "Fulano hizo el imbécil, como acostumbra", o "la próxima vez presentaré un poquito más de este tema." Al llegar a su lugar de origen, cada quien se desconecta de lo sucedido -salvo en las ocasiones en que merece presumirlo-, aguarda la convocatoria y, cuando ésta aparece, repite el procedimiento descrito.

29 comentarios:

Unknown dijo...

Pues yo no sé mucho de encuentros académicos, pero en lo poco que he visto de ellos puedo reconocer casi todo lo que apuntas en tus ocho puntos. Además, y esto me ha resultado muy llamativo, tu descripción parece ajustarse muy bien a lo que sucede en los encuentros de otras áreas, como la de las ciencias naturales, por ejemplo; y, al respecto, me vienen a la memoria las anécdotas que alguna vez me refirió un amigo ingeniero químico, que agarró chamba un par de veces en el comité organizador de un congreso anual dedicado a un esotérico fenómeno llamado "de Mössbauer".

Coincido en que es una lástima que aquello que debería ser una gran oportunidad para estimular el diálogo creativo y la circulación de nuevas ideas, se haya ido convirtiendo en algo muy semejante a la semanal visita a la sección de comidas preparadas del tianguis, con su sempiterna oferta de platillos re-friteados. Y es que pienso que, para esto del trabajo intelectual (tratemos de rescatar lo puramente descriptivo de esta frase tan manoseada), el intercambio lo es todo, y resulta aún más valioso cuando se trata de un diálogo actual entre dos (o más) sujetos --pienso, por ejemplo, en lo frustrante y estéril que resulta imprecar a un T. S. Elliot, que se dedica a ensartarte sus choros desde la inalcanzable orilla de la página impresa--... En cualquier caso (traumas escolares aparte), sería de lo más deseable buscar mecanismos que nos permitan utilizar esos espacios de encuentro que mencionas, de una manera mucho más inteligente; para que luego, a la hora del descorche, todos podamos brindar en honor del deber bien cumplido.

Alfredo R. I. dijo...

Coincido plenamente con lo que dices. El problema es que el cretinismo y el "palerismo" -valga el terminajo- invaden los encuentros en todos sus niveles. Para no ir más lejos, recuerdo aquel congreso sobre Milton en el que ustedes presentaron una ponencia: en el programa final, por razones absurdas, fuiste censurado; el tipejo aquél que pretendía comparar -con una simpleza bárbara- las historietas con el Paraíso Perdido no sólo no escuchó las críticas que se le endilgaron, sino que se cobijó en sus profesoras que, por lo visto, creen que ese pelmazo en particular es un genio; los otros ponentes dejaron pasar de noche la posibilidad de intercambiar opiniones -junto con buena parte del público-; el exceso de citas en idioma extranjero inhabilitaba la comprensión por parte de los no masticantes de tales jergas; al final, los únicos que hablamos fuimos los académicos, y eso de forma muy dispareja.

Tal fue el problema concreto de un coloquio pequeño: cero intercambio, gente atrincherada a piedra, papel y lodo -y tijeras, faltaba más- en sus posiciones, escaso entendimiento entre los participantes, nulo acercamiento desde el criticado hacia el crítico para preguntarle "oiga, ¿cómo me explica bien eso que me dijo?" Creo que, en este sentido concreto, sólo en un coloquio se ha abierto un debate muy bueno durante la mesa, y todo porque, deliberadamente, metí una muy buena provocación en una ponencia, que dio pie a que todos termináramos hablando de forma cortés y animada. Salvo eso, es rarísimo, y es, como termino diciendo con harta frecuencia, lamentabilísimo.

Unknown dijo...

Por cierto, me gustó eso de "caldo chileno agrio"; je je, de verdad que son indigestas esas condenadas botellas. ¿Serán ya, las botellas chilenas --o argentinas, pa'l caso-- de más de doscientos pesos, aptas para el consumo humano? Por el momento, me quedo con los californianos "Ojo de pescado" (curioso nombre), que luego ponen de barata en el Walmart.

Alfredo R. I. dijo...

Ojo de Pescado... parece nombre de indio, pensado por Fenimore Cooper o por Karl May. Y no, el nombre a mí me desanima de entrada, amén de que ya no soy muy afecto a los vinos y demás bebidas embriagantes. Cosas de la edad, supongo.

Anónimo dijo...

Hola!:
Soy estudiante de historia de la UNAM, he leído algunas veces tus escritos de aquí. No pude evitar la necesidad de escribirte, mi propósito no es insultarte ni mucho menos, pero la verdad tu forma de escribir, lo que escribes, no sé cómo decirlo..., me parece profundamente patético. No sé, en verdad no quisiera escudarme en el anonimato para faltarte al respeto, pero no puedo dejar de decirte que eres demasidado pedante. Más aún, me pareces el paradigma de la pedantería intelectual mexicana, tus comentarios son tan corrientes, tan insulsos, eres tan presumido... Diría que eres un mediocre chauvinista institucional, en la Ibero se producen trabajos tan malos como en la UNAM, por qué es tan mala la UACM?, ¿actualmente qué gestión gubernametal es la menos mala para tí?, si ninguna lo es ¿cuál lo sería?, ¿qué vino darías tú en esos congresos?, ¿por qué eres mejor tú que RIUS?, ¿qué es lo "nuevo" que tú haces en investigación científica? Te la pasas autoelogiandote, te crees un gran literato no descubierto, un historiador sabelo-todo, un critico corrosivo de todo, estoy harto de indecisos como tú, eres como de esos cobardes de los que habla D. Alighieri, a los que ni el infierno acepta, porque son incapaces de elegir, de proponer. Un poco al estilo A. Constante (me duele admitirlo), creen que todo lo político apesta, odian la academia, lo que produce..., pero quizá sean parte de su núcleo más aborrecible. Son incapaces de definirse, rechazan cualquier manifestación reivindicatoria, leen a Foucault pero jamás participarían en una marcha, jamás serían parte de una masa, jamás leería El Fisgón porque tu no eres de la chusma, te consideras el vórtice alrededor del cual se genera el conocimiento, por eso vas a decirnos como transmitirselo al tonto común y corriente.

Anónimo dijo...

Al fin y al cabo, pretendes negar que la dinámica burocrática de la academia sea normal, te quieres safar, "nada nuevo", "elogios falsos", "pugnas personales", "comida en "tetra-pak", pero también sabes que eres el mismo producto enlatado que dice "lo mismo pero más baráto". Te consideras el "salvador del che", odias a la izquierda (te molestan esos términos), pero la gente a tu alrededor qué es?, de derecha? (jamás lo admitirás). Sólo sabes que al igual que tú, están más conformes con el sistema de cosas, prefieres fumarte un cigarro y dominar al mundo aventándolo el mundo, no eres reaccionario, pero ya borraste de tu lenguaje las palabras "desigualdad", "injusticia", "derechos", "libertad". Sabes como yo que son abstracciones, abortos de nuestra disposición de saberes. Te molesta Villalpando, Crespo, pero no lo que escriben, si no que tú no lo escribiste primero. En fin, eres un engendro de la academia, además un chauvinista, "si no se publica en la UNAM y es tan crítico como yo, no sirve". Pero no eres critico, al igual que la generación del Boom, como C. Domínguez, G. Sheridan te gusta jugar entre la critica que le da miedo ponerse en algún lado de la barricada ("es que para mí no hay barricada, sólo soy yo, como demiurgo, estoy más allá del bien y el mal"). No quieres PRD, PAN, PRI, al rector, quieres a G. Villegas, rechazas el sistema de elección en la universidad, odias a los anarcos del che, lees a Derrida pero jamás te plantaría en una marcha de migrantes, odias a los iberos, pero también a los UACM´s por pejistas, te quieres a tí, experto en inquisición, vida cotidiana y enseñanaza de una porquería que no puede servir sino para celebrar al régimen, celebrar la misera del pueblo, al que perteneces aunque odias.
En fin (por segunda vez) eres académico, resultado de la mediocridad de nuestros tiempos, un producto en blanco y negro, que busca los grises pero se pierde en la infinidad del "soy un envase de tetra-pak para ociosos que no gustan pensar". Rechazas las sustancias petrificadas de la modernidad, has dado pie al difuminarse del mundo, pero te postulas como el "último sujeto de conocimiento de la era posmoderna", y tu máxima es "YO DIGO: explícate, estudia esto, mejora esto". Bueno, sé que no publicarás esto, sólo era una necesidad literaria (como la tuya, guardando las correspondencias).

Alfredo R. I. dijo...

Vaya con los comentarios anónimos. Bien dicen que cuando alguna persona sale con "no quisiera hacer tal cosa, pero", lo que realmente hace es eso que dice que no quisiera. ¿A qué tanta hipocresía? En este caso, el anónimo visitante no sólo es cobarde -aunque de ello me acusa, por irónico que parezca-, sino patán y, para acabarla, ignorante. Démosle duro, comenzando por su final "guardando las correspondencias" -¿no sería acaso "las distancias"-, al cual no me queda menos que decir ¡por supuesto que hay que guardar las distancias, dado que escribo desde un lugar público, a cara descubierta, y no desde un anonimato que me entitula para lanzar denuestos sin ton ni son -que es lo peor.

La pregunta inicial que surge es: si tanto te molesta lo que lees, ¿a qué vienes por acá? Creo de gente sensata leer lo que gusta y, si acaso se lee lo que no gusta, es por lucro o por obligación; pero eso de venir a hacerse nudos el hígado leyendo a un "pedante", no es como lo más lógico ni entendible.

¿Por dónde empezar? ¿Acaso por el completo absurdo que reviste a las preguntas formuladas, desde el vino de tetrapack hasta Rius, preguntas que no se intenta responder porque no me toca hacerlo? Lo peor del caso es que todas reflejan una lectura hecha a ojos bizcos y con poca luz porque, hasta donde puedo ver, en la entrada hablo "yo" -no puede ser de otro modo- de lo que podríamos hacer en la academia, para así, textual, hacer contrapeso a los mediocres que el anónimo parece defender, lo cual apuntala mi comentario sobre su ignorancia, porque ¿quién en la facultad salta a defender a Rius, al Fisgón, a Villalpando? Sólo alguien que, o habla con el hígado, o no ha leído lo que defiende.

Alfredo R. I. dijo...

El fondo omnicomprensivo del comentario obliga a desmenuzarlo, o a seleccionar lo "mejorcito" y quitar lo que no vale la pena. Así, podría decir -para ir acabando pronto- que no tengo envidia por los bodrios que salen de las plumas de Villalpando y compañía -lo que muestra una vez más la ignorancia, dado que quien escribe no sabe lo que yo hago-; que sí le voto al PAN; que si digo que la UACM apesta es porque la conozco bien -yo no realizo afirmaciones desde supuestos falsos, como el anónimo-; en la UNAM, claro que se hacen bodrios, jamás lo he negado -lectura a ojos bizcos II, porque eso mismo dice la entrada "criticada"-; el golpe a la UIA es por no saber llevar a cabo un encuentro -no por ser en sí misma, lectura a ojos bizcos III-; he leído al Fisgón para hablar de él -no desde la ignorancia y el supuesto-; cualquiera de los que damos clases en la facultad somos mejores que Rius porque nos asisten los años pasados en las aulas, frente a ellas y como alumnos, y tratamos de no hacer cosas maniqueas -como tú comprenderás-; no, no participaría en una marcha de inmigrantes porque no lo soy; no, tampoco participaría en una marcha como Foucault porque mis convicciones políticas no tienen a la marcha como referente, no soy -como él- homosexual que lucha por sus derechos, ni tampoco creo que estemos en el mayo francés -anónimo alumno de historia, en manejo de contextos estás reprobado-; si crees que la historia es una porquería que apoya al régimen, ¿por qué no le dejas tu lugar a alguien más, que sepa verla como lo que es? Te haría un poco de luz aquí, pero entre mis múltiples vocaciones no se encuentra la de educar micos y mostrarles desde dónde hago la historia que yo hago; no, no odio al pueblo y, para demostrarte que no me conoces, te diré que tampoco creo que exista "el pueblo" como totalidad; no soy parte de la masa porque ésta no existe, y basta ver la diversidad en las calles para encontrar el fondo del argumento; si mi máxima es "yo digo", es porque no puedo renunciar a decir yo, y rebatir eso es una necedad; lo último del argumento es un galimatías infumable, que demuestra algún escondido rencor contra mi persona que, pr fortuna, no me quitará el sueño.

Justamente, recién leo los comentarios anexados a las evaluaciones de los profesores y he encontrado algunos donde pareciera revolotear lo aquí leído. Afortunadamente, mi piel no es tan delgada como para sentirme ofendido por los insultos que "alguien" sin cara ni señales visibles de su identidad, me lanza.

pd. Después de lo dicho, una más: el comentario está ahí, publicado, porque nada pasa con que esté. Es decir, una voz que se alce y afirme que hago lo que no hago, soy lo que no soy, y pienso lo que no pienso, bien puede quedar como corte ameno. Más aún: una voz anónima, gris, cobarde e intrascendente que, al paso que va, se ve que tiene todo un camino por delante... en algún lugar del mundo, pero en la academia, no. Afortunadamente, porque ya estamos hasta acá de gente que no piensa, que no entiende, y que menos sabe leer. Oh, y que juega al adivino.

Anónimo dijo...

(DE NUEVO "YO")
Soy cobarde? un poco sí, pero bueno uno nunca sabe las posibles represalías que pueda padecer por "discutir" con un maestro, que tiene otros colegas maestros y ..., bueno. Además no soy muy diestro en el uso de las computadoras, no tengo cuenta google, y la opción del anónimo me permitía dejar un comentario sin otro requisito (tal vez esté equivocado), además mi nombre además de que no le dirá mucho, no será tan relevante como el suyo, pero bueno aquí le va mi mail: dvaladez@live.com.mx (Damián Valadez). Ahora ya no soy tan anónimo, pero sí un poco cobarde, tiene razón maestro.
Debo admitir, que nunca he tomado clase con ud, y que tampoco conozco sus escritos, bueno..., sólo los de éste blog. En ese sentido, además de cobarde, sí soy ignorante. Creo que su demoledora maquinaria contra argumentativa más bien es tramposa. Lamento si en mi crítica recurrí a falacias AD HOMINEM (llamarlo cobarde por ejemplo), me arrepiento. Tal vez sea esta la causa por la cual en su respuesta también me llama "cobarde" y "patán", los cuales son "misiles" dirigidos contra la persona y no contra la critica misma. Espero, si ud conviene, dejar al márgen ese tipo de falacias.
Bueno, también admito que soy un poco lerdo para leer y "pensar", pero lo intento. Su pregunta es muy pertinente: ¿por qué leo su blog? Llegué a él desde el blog de A.Constante y desde el blog de Profesores de Historia UNAM. De hecho, lo primero que me llamó la atención, fue que en su blog existiera el vínculo a este último blog sobre profesores, mmm no sé..., me sorprendió que de alguna forma "invitara" al cibernauta a visitar un blog donde se le llama "pre-cadáver" a la maestra Luna Moreno, y se le desea la muerte a la profesora Judith de la Torre (al menos bajo la particula graciosa de "desear que se la coma un cocodrilo"). Creo que en el fondo, es cuando menos- de su parte Maestro Ruíz I.- un gesto inamistoso hacia esas maestras, a pesar de que ud no haya escrito eso. Pero bueno, ahí va:
No es tanto defender a Rius o al Fisgón, ni mucho menos a Villalpando (a quien -en honor a la "verdad" debería admitir que no defendí), sino que usted también comete "algunas fallas" de descontextualización, pues ellos son moneros, caricaturistas, la academia no debería sentir la necesidad de competir contra ellos porque no son los mismos ámbitos de disputa (los cartones y la difusión del saber histórico).
Bueno, Derrida sí era inmigrante y Foucault gay. Pero ninguno de los dos son requisitos para manifestarse. Ejemplo: Sartre junto a Foucualt. Pero bueno, sería una falacia atacarlo a ud bajo el argumento "si no te manifiestas, cállate!.
Retiro lo dicho, no es usted un cobarde. Para usar una metáfora comunoide, o "anarquistoide" (¿?), me queda claro que usted está claramente en un lado de la barricada. Sí, sí, ya sé que dirá que no, que ni hay barricada, y que además soy un terrorista. Pero en verdad, la única vez que estuve en una barricada fue más por curiosidad que por otra cosa, además ocurrió cerca de la facultad.

Anónimo dijo...

Me gustaría que esta discusión fuera más inteligente, sin tantos resentimientos, quizá debería responderle "basura, tú estás en la academia y eres tan lerdo como yo", pero eso significaría clusurar la posibilidad del diálogo, y realmente no pienso eso. Usted y yo tenemos profundas diferencias en nuestra manera de pensar (me atrevo a decir "pensar" a pesar de que según entiendo para usted "ni pienso, ni entiendo y ni leo bien, por eso no estaré nunca en la academia", pero bueno, toco madera, toco madera.) Yo por el contrario, admito que sus argumentos sobre política, historia, cultura se fundamentan en un conocimiento muy aceptable sobre dichas realidades. Es decir, admito que usted si piensa y que piensa diferente a mí. Creo que la "diferencia" no debe espantarnos, incluso puede ser benéfica, el chiste es construir los mecanismos del diálogo para evitar la violencia.
Creo que en su entrada sobre el Congreso de Americanistas hace un juicio completo sobre la Ibero, y bueno, creo que la UACM, tiene buena parte que los problemas y deficiencias que la UNAM, pero me parece muy soberbio el hecho de decir "conozco bien la UACM", pero vale, sería bueno que desmenuzara esas deficiencias. Creo que fomena innecesariamente un odio interinstitucional. No creo que "la historia apoye al régimen", porque como el término "pueblo" según indicas acertadamente, es igualmente abstracto, inexistente tal cual. Pero si creo que el uso que se le van a dar a los festejos de los bicentenarios serán para celebrar la miseria de este país, claro entiéndase en sentido figurado. Digo, qué piensa usted de que la Comisión federal de tales festejos haya recaído por unos momentos en los chicos de RBD, en Fernando Landeros, o en Villalpando. Ahí hay un acercamiento, pero bueno eso no equivale a "la historia cerca del gobierno".
Me parece que sus argumentos en otros sentidos definitivamente son débiles y bastante frívolos. Por ejemplo, supondo que usted lee con mayor gusto El Excélisor y El Milenio, que La Jornada y Proceso, pero el que algunos periódicos tengan editoriales que no convengan con su forma de pensar no es razón suficiente para denostarlos. Con el caso de C.Aristegui mutatis mutandis. Lo mismo sucede con el caso de su..., cómo definirlo..., con su opinión acerca de que cómo se va a arreglar el problema del narcotráfico si no es que a balazos, y que el consumo de drogas en la universidad transite por la vía de la incursión policial a la misma para "que le echen guante a los malosos narcos" (paráfrasis sarcástica). No creo que Proceso sea una presa al trabajo del peje, o para la chusma que no piensa, no lee y no entiende. Admitir eso (espero no sea su caso) es, francamente, ser un reprobado en el tema del disurso mediático, lo mismo para C.A, y La Jornada. Que tienen posición ideológica? Sí. ¿Favorecen a algun político? Algunos artículistas, moneros sí, el conjunto del periódico no. Dudo que pueda hablar de independencia editorial de este tipo, para casos como: El Excélsior, El Milenio, Vértigo...

Anónimo dijo...

Crespo? malo?, depende desde dónde se le vea. A mí me parece de mediano perfil, su libro Contra la hisotria oficial, se levanta sobre algunos lugares comunes. Su análisis distrital sobre las elecciones del 2006? MMM no sé, su documentación y argumentación le permite inferir el argumento de "incertidumbre en el resultado de la elección", para el caso de su distrito. A nivel nacional? quizá no. Pero usted tiene DOCUMENTOS y ARGUMENTOS para sostener lo contrario,esto es, una Certeza suficiente o indubitable sobre la veracidad del resultado de las elecciones. Quizá el Mesias del Pantano (variante krauziana de la crítica liberal) -título qué no sé si es más ofensivo para la persona o para los tabasqueños, tampoco pueda afirmar con justeza que él ganó las elecciones, pero tampoco los otros, eso creo es lo que dejan las pasadas elecciones. Eh sí..., una preguntota: ¿por qué en el juicio que interpuso la revista Proceso, junto con ONG´s (como Fundar del por usted denominado "majadero" S.Aguayo), así como por otros medios como el períódico El Universal, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar revisar las boletas de la elección del 2006, como parte del derecho ciudadano a la oblgación fue negado por el TRIFE bajo el argumento de que dicho conocimiento pondría en riesgo la "seguridad nacional"? Creo que usted es un ciudadano comprometido con su país (Ya que según usted el FOBAPROA era necesario para "salvar el país", jajaja curioso no?, ¿ya se contagió del fango del Mesias del Pantano??), el futuro de la democracia y el derecho a la información, por eso le pregunto: ¿No hubiera sido preferible que FCH promoviera -a pesar de que jurídicamente no estaba en sus manos- la revisión de los votos de dicha elección, así como el resto de los actores políticos, y por su puesto el TRIFE? Algo así como un ejemplo de jurisprudencia. ¿a pesar de que no todas las casillas fueron impugnadas, no hubiera sido preferible por parte del Tribunal Federal Electoral que sí se abrieran todas las boletas para la mayor certeza de los resultados, en un gesto que rebasara la rigidez legal, y fuera más bien político a favor de la información y la democracia?
Bueno, ya lo he molestado mucho, ahí le dejo un gesto que rechaza la confrontación personal y busca una discusión que no teme ante lo diferente. De usted depende.
Damián V., egresado de la ecléctica Facultad de Filosofía y Letras.

Anónimo dijo...

Fe de erratas:
“Creo que fomena innecesariamente un odio interinstitucional.” Debe decir FOMENTA.
“Por ejemplo, supondo que usted lee con mayor gusto El Excélsior…”. Debe decir SUPONGO.
“y que el consumo de drogas en la universidad transite por la vía de la incursión policial a la misma para "que le echen guante a los malosos narcos" (paráfrasis sarcástica). No creo que Proceso sea una presa” Debe decir: “y que el problema del consumo de drogas en la universidad transite por la vía de la incursión policial a la misma para "que le echen guante a los malosos narcos" (paráfrasis sarcástica). No creo que Proceso sea una PRENSA…”
“ [SOBRE CRESPO]su documentación y argumentación le permite inferir el argumento de” Debe decir “SU DOCUMENTACIÓN Y ARGUMENTACIÓN LE PERMITE INFERIR LA CONCLUSIÓN DE”
Más adelante: “Pero usted tiene DOCUMENTOS y..” Lo correcto: “PERO USTED NO TIENE…”
p.D, Ah sí, lo de "soy estudiante" no se contrapone a "egresado", porque llevo algunas clases de oyente. Guardadas las DIFERNCIAS (errata pretérita), al igual que usted, estoy en "perenne formación".

Anónimo dijo...

Ya ves prefiero, hablar de diferencia que de distancia, por eso guardo las diferenicas contigo, no busco construir la distancia...

Alfredo R. I. dijo...

Vaya. Ya suena mejor el discurso, ¿no es cierto? Yo no tengo problema alguno en debatir, discutir, argumentar y contraargumentar, lo cual es evidente. Así, lo haré... mañana, dado que temprano deberé impartir una clasde. Queda, entonces, pendiente el asunto.

Pd. Si, ya que has cambiado de actitud, abandonaras eso del "a ver si se atreve", que suena a reto de chamacos viendo quién se come primero al sapo, todo marcharía mejor.

Alfredo R. I. dijo...

Un comentario, antes de partir: ¿por qué hay un enlace en el blog al que escribe el anónimo Samuel Walpole? Muy sencillo: no porque le desee X o Z a Judith o a Carmen, me caigan como me caigan, sino porque, precisamente, este blog es plural. De otro modo, las críticas absurdas serían borradas de inmediato -y vaya que hay algunas- y publicaría loas anónimas a mis textos. Como no es el caso, todo se queda... incluyendo una liga a un blog donde le pegan por igual a mis amigos que a mis no amigos, y ensalzan a mis amigos y a mis no amigos. ¿Es claro?

Anónimo dijo...

ACLARACIÓN:
El anónimo anterior no se trata de mi persona, esto es, del anónimo anterior al que le respondiste, desde ahora firmaré D.V.

Alfredo R. I. dijo...

Gracias por la aclaración. He borrado el comentario del anónimo otro porque ya se lo había advertido: no más insultos. Lo mejor del caso es que sé quién es y, por lo mismo, no le concedo la menor importancia, sin contar con que el tipo es un auténtico "transformer" que pega palos como mejor le viene a bien. Sea, no me habrá de amargar, y no soy quién para discutir sus apreciaciones estéticas, como él no tiene por qué andar juzgando las ajenas ni recomendando libros. Bien se ve que poco los lee porque, de otro modo, escribiría un poco mejor. Y dijo bien: se va a trabajar porque ha perdido el tiempo. Excelente decisión. Yo haré lo mismo con su persona.

Alfredo R. I. dijo...

Una vez dejadas de lado las sandeces y sinsentidos expresadas por el eminentísimo "historiador de la caricatura" -¿no será mejor "historiador de caricatura"?- que suele pasearse por aquí para dejar su veneno -mal escrito, para acabarla-, comentaré algo de lo que viene del ya no anónimo lector de estas líneas.

Lo primero, en este caso, tiene que ver con la argumentación. El problema de la crítica -y de la no crítica- se centra en que los argumentos vertidos deben tener un orden, una coherencia, y apuntar a un objetivo claro; de otro modo, se pierden, y lo dicho queda como un "algo" lanzado así como así. En el caso de la aclaración anotada por D. V., el problema es argumentativo en su mayor proporción, y se verá en los siguientes ejemplos. Así, me dice que yo "también descontextualizo" al meter a los moneros en el saco de los historiadores. La respuesta a ello es: no, no descontextualizo porque no me meto con ellos en tanto moneros -son libres de hacer monos y bailarlos, si les place-, sino en la medida en que ellos manosean la historia. Si Rius, o El Fisgón, dibujan en La Jornada o en El Chamuco, el lector modelo que construyen es uno distinto a si, por ejemplo, escriben un libro sobre historia de México; desafortunadamente, el primer modelo no se desvanece por completo y caen en un error terrible, consistente en tomar a la historia como si fuera la caricatura del diario, que involucra una opinión muy marcada sobre la cual no puede establecerse un juicio, dado que tal es su función. En cambio, en la historia sí, y es ahí donde entra la crítica. Espero no haber sido terriblemente enredoso con lo dicho.

Una respuesta más: sí conozco a la UACM, sobre todo en dos campos que atañen a lo aquí escrito: su origen, desarrollo y desempeño administrativo -es una mafia espantosa, mediocre hasta las cachas, y abocada a la formación de cuadros administrativos para el régimen perredé de esta ciudad, ni más ni menos-, y en el modo en que aborda a la historia, donde imparte una carrera impresentable, llamada "historia social" -incompleta, maniquea, chafa- que, a su vez, rescata el completo despropósito que es la asignatura de historia que imparten las Pejeprepas, donde nada queda claro, se intenta imponer un enfoque retrospectivo a la historia, se pretende poner todo lo sucedido en un mismo saco, y se trivializa un campo de estudio que, para mí, es muy serio: la vida cotidiana. Abundaría más, pero creo que con esto quedamos bien por el momento.

Alfredo R. I. dijo...

Para seguir con el desmenuzamiento de las claraciones, toca turno a la prensa. En efecto, prefiero Milenio, Excélsior, Reforma, o incluso Unomasuno que La Jornada o Proceso, por lógica filiación ideológica, lo que no me impide echar un ojo a los pasquines de marras para asestarles sus palos cuando se tercia. Hasta aquí iría bien la argumentación de D. V.; empero, se mete en problemas cuando habla de lo que no conoce, es decir, la libertad de que gozan los columnistas de los referidos diarios. Según distintas fuentes, el Peje destinó entre 800,000 y un millón de pesos en 2004 a promoverse entre tales medios y, como hacerlo de forma directa les restaría "credibilidad", simplemente se dedicó a comprar periodistas y a recurrir a las muy famosas "gacetllas", que no son sino pseudo - noticias que encubren artículos de propaganda -algo que ahora le funciona muy bien a E. Peña Nieto-. El sesgo informativo en los medios comentados es evidente, y se han movido, desde el pleno golpismo -tal y como lo proclamara P. Muñoz Ledo-, hasta la burla sin sentido -tal y como lo manda el propio Peje-. Una más: si D. V. leyera Excélsior, por ejemplo -el texto íntegro es de libre acceso en internet-, vería que ahí hay mucha libertad para escribir, y que hay plumas que le pegan al gobierno, al Peje, al PRI, o a quien sea, lo cual no pasa en La Jornada ni en Proceso donde, ni por error, aparecerá una crítica a los archimandritas de la pseudo izquierda mexicana. Y, en este sentido, a raíz de haber salido de W, Carmen Aristegui decidió que era "bueno" apoyar al Peje, darle espacios, realizarle entrevistas cada que al orate se le ocurriera alguna nueva trastada... en suma, convertirse en su vocera ex - officio, con el consiguiente problema que representa asumirse como una periodista "libre, valiente, sin tapujos" en la cadena de televisión más sucia, tal vez, del planeta: CNN. Para comprender desde dónde parten mis argumentos -que no necesito hacer explícitos siempre-, convendría echar un ojo a los análisis que se han realizado sobre la creación de la verdad en la prensa gringa, tema en el que Chomsky aún tiene algo que aportar -a pesar de que, en otros casos, ya esté muy rebasado-, y examinar cómo se comporta frente a la transmisión de noticias "difíciles", como el gran engaño del 11 de septiembre, por ejemplo. Un buen libro para leer aquí sería el de Thierry Meissan, La gran impostura.

Con esto, creo que me salvo del calificativo de "frívolo", y también del de "ligero" dejado por aquí con cierta frivolidad y no poca ligereza.

Alfredo R. I. dijo...

Para terminar con lo de Aristegui, diré sólo que la libertad no implica apoyar al que ha jugado a la víctima, sino pensar en qué es lo que conviene decir sin buscar beneficios posteriores. Fin del tema.

J. A. Crespo presenta algunas cuestiones de interés. Por principio de cuentas, para regresar al problema de la argumentación, debe quedar clara una cosa: el que yo diga "Crespo miente" no implica que yo tenga la verdad, en absoluto, a menos que yo lo indique de forma explícita. Así, me es posible decir que él realizó un pésimo estudio desde su base metodológica, porque claramente parte de una premisa "rara", por decir lo menos: examinó la mitad de unas actas, y encontró inconsistencias en X porcentaje. Bien, pero, ¿por qué analizó esas actas, y no otras? No lo dice, y ése es todo el problema. Decir que "el resultado es incierto" equivale a decir lo mismo que el Peje, o incluso que Cárdenas en 1994, quien se abstuvo de reconocer a alguien después de que lo habían sonado con la cubeta. A la luz de su aserto, el resultado no es incierto, dado que la metodología está trucada, y debería haber contemplado la revisión de todas las actas -cosa que no hizo- para saber en qué medida los errores desviaban la voluntad popular de forma cierta -perfectamente asequible, dado que se habla de números-. Cuando el Trife revisó lo que tenía que revisar -y nada más, porque aquí no se está a capricho de un tipo que dice "como no gané, cuenta todo otra vez hasta que gane yo", después de haber dicho "yo respeto lo que sea, pero tengo una ventaja que me debes respetar"-, encontró que los errores iban para todos lados, y que la desventaja del Peje no se acortaba, dado que existían también errores que le favorecían. Así, ¿qué dice Crespo? "Es incierto." Uf, habrá que cantarle aleluyas por su sagacidad. Señor mío: en cuestión de números, se sabe o no se sabe sólo si se conoce todo el universo de elementos a examinar. He ahí el problema, y no otro. Es decir, no tengo yo por qué decir "la votación fue impecable" si los números no lo indican, pero tampoco puedo descalificarla si lo que se posee es válido y lo impugnado no modifica el resultado.

Cierro esto con otro palo a la argumentación de C. V.: cuando enuncié que el Fobaproa había sido algo indispensable, no dije "salvó al país", y atacarme con eso -e insertar un mal chiste a propósito- es retórica barata, entendida como aquélla que pone palabras que el otro no dijo para criticarlo con esa base. En cuanto a Aguayo y compañía, lo dicho por el tribunal es claro: si el proceso en su conjunto no fue impugnado, y las medidas impusadas por el Peje y sus simpatizantes -abiertos o cobardes- fueron simples trucos para arribar a la "nulidad abstracta de las elecciones" -que comprendieron, desde el plantón afuera de la Cámara, hasta la toma de las tribunas-, pero sin pruebas fehacientes -salvo que nos traguemos las mil pruebas que el peje, como de costumbre, no presentó-, no puede revisarse cada voto. Esto, como no escapa al sagaz lector, era el truco máximo para hacer tiempo y llegar al 1 de diciembre sin presidente, lo que forzaría a nombrar un interino a modo -el mustio Juan Ramón, por ejemplo-para, después, entregar la silla en bandeja al Peje. El Tribunal no se la comió, y el derrotado hizo un berrinche que le dura hasta hoy.

Alfredo R. I. dijo...

Termino con algo de interés que hay a la mitad del comentario: los festejos del bicentenario. Hasta donde sé, yo no apoyo los mentados festejos porque, para comenzar, deberían celebrarse hasta 2021, no ahora, y menos como hacen los zonzos del Consejo de Promoción Turística, que recién han grabado un comercial donde le cantan las mañanitas al país. Chundeces aparte, el festejo no tiene sentido, salvo que se mencione que es el bicentenario "del inicio", no del país.

Sobre las figuras públicas... desde que Cárdenas asumió la presidencia del comité organizador, se vio que la cosa iba torcida, porque no hay una sola credencial que avale a tal sujeto al frente de tal evento. Los cambios hechos demuestran que nada camina con orden, y lo de menos es que, en ellos, se hayan colado quienes D. V. afirma -yo no recuerdo a los tetos de RBD, pero puede ser-, o que actualmente Villalpando sea quien dirige el circo. Lo peor es que se caerá en descontextualizaciones a más y mejor de ambos lados del espectro: desde quienes celebrarán el "cumpleaños" de México, hasta quienes dirán "¿y qué festejamos? ¿La pobreza, las injusticias, el pésimo estado de bla, bla bla...?" Esto último no viene al caso, porque el festejo debería ser para lo que pasó allá y entonces, no para doscientos años metidos a fuerza en un costal continuo. Así, nada tiene que ver lo que pasa hoy, y ése es el problema de la historia mal entendida: creer que todo se traduce, sin cortes, en el presente, y que la historia es una suma de hechos ininterrumpidos del pasado al presente; de ahí que se diga "no hay nada que festejar, porque la independencia no es real." Bueno, tampoco entonces, y tampoco se pedía la independencia -a menos que se fumen hierbas extrañas y se diga que Hidalgo dijo lo que no dijo-, e incluso podría decirse que tampoco es algo que "deba festejarse", cmo si fuera el cumpleaños de la bisabuela o el aniversario matrimonial. Es una fecha, punto, que debe mover a la revaloración del proceso y, si se quiere -y se puede-, a la reconstrucción de la historia nacional, a enfocarla con los jos puestos en el pasado, no en el presente. Por ello mi crítica al manejo de los contextos -malo- y a la organización de los argumentos -mala también-.

Espero que, tras este inacabable rollo, a algo constructivo lleguemos.

Idalia dijo...

yo también quisiera que a Judith de la Torre se la coma un cocodrilo, jajajaja

Alberto Constante dijo...

Jajaja, mi querido Alfredo, pues ahora somos parte del equipo de mediocres resentidos, tales por cuales, que nos sentimos paridos por los dioses, etc., la fulanita (porque creo que es una fulanita) que me cita "con pena", de plano se ve que nomás no ha podido entender una línea de Foucault, y confunde las marchitas de acarreados en México con las manifestaciones en Francia. Qué pena por sus comentarios, pero ánimo, al menos somos de esa elite de mediocres a la que esa niña jamás podrá pertenecer.
Salud!!!! Y claro, de acuerdísimo con lo que dices del Congresito este de la Ibero. Pufff.

Alberto Constante dijo...

No pude leer más allá de la "fe de erratas", un poco me canso porque, como dice Freud, son puras denegaciones: No quiero, pero ahí te va...
En fin, mi querido Alfredo, meras necedades, temperamentos juveniles, efluvios hormonales, decencia arropada en las marchas, izquierdas que más parecen derechas, y tan cercanas al discurso priísta, qué miedo

Unknown dijo...

No entiendo cuál es la vía deductiva por la que Damián llega a concluir que la frase "Emperador del Pantano" puede entenderse como un insulto al "pueblo tabasqueño" (trataré de imaginar que ya llegamos a una definición de dicho conjunto).
A mí, por ejemplo, me gusta la frase, y la utilizo con bastante frecuencia; sin embargo, jamás me pasó por la cabeza que algún otro tabasqueño, aparte del Peje, pudiera darse por aludido.
Supongo que todo viene de la debilidad que siente Damián por los "deslices metonímicos" (Genette), y que lo llevan a interpretar cualquier crítica a una parte como un ataque al todo (por ejemplo, si digo que hay mucha corrupción en X sindicato, eso significaría que estoy denostando al conjunto de todos los obreros del planeta, y a sus familiares más cercanos también).
Yo diría que hay que cuidarse mucho de dar bandazos, como dicen los marineros, sobre todo cuando es posible que el resultado sea ir de la altivez a la abyección.
¿Qué hay de malo en decir "no estoy de acuerdo contigo por esto, por esto y por lo otro"? Así, nada más, sin intentar la descalificación chafa ni la lectura de pensamientos. Ése es, yo creo, uno de los peores hábitos de nuestra izquierda contestataria que, antes de afinazarse en una posición, no puede sustraerse a la tentación de destazar al contrincante (usualmente, llenándolo de improperios).
Al final, en una discusión inteligente todo se reduce a la adecuada construcción de argumentos; como nos decía una maestra rusa de historia (la buena señora Blok): si de verdad quieren ser como los obreros bolcheviques, no hagan sus barricadas con cajitas de cartón.

Alfredo R. I. dijo...

Para responder lo último que han comentado mis muy solidarios amigos y que, por cuestiones de tiempo, había dejado en el aire:

Marie, ¿qué te ha hecho el pobre cocodrilo?

Alberto: ni más, ni menos. Supongo que estar entre ese grupo de mediocres es algo que detesta la gente que lo deplora, así que bien podremos seguir por ahí sin que nos incomoden recordándonos quienes somos o, al menos, quienes creen algunos de ellos que somos.

Daniel: lo que apuntas es excelente, es el problema de la generalización. En el caso concreto de lo que se dice en el comentario de marras, estaría yo insultando a mi abuelo y a la nutrida parentela -no del todo honorable- que tengo por aquellas tierras tropicales, lo cual no es mi intención. La dificultad de querer ponerse a argumentar sin tener con qué es que, precisamente, se cae en una serie de sinsentidos tal que ya no sabe uno si reír, llorar, o dar de palos. Honestamente, yo prefiero lo último.

TORK dijo...

Saludos Alfredo:

Te trato de tú porque, además de que en la comunidad bloguera no hay la correción política (entíendase la mamonería) propia del ámbito académico, somos cercanos cronológicamente (soy sólo 3 años más joven que tú).

Es la primera vez que me acerco a tu blog y ésta es la primer entrada que leo. He de decir que me boté de la risa con cada uno de los puntos de tu recetario, en los que le das al puro dedillo a cómo se manejan esos actos de turismo académico.

El pedo está (y es algo verdaderamente lamentable) en que, por muy mal organizados que estén, muy muy gandallas que sean esas mafias, por muy chafas y mal impresas que estén las constancias y por muy predecibles y mamones que sean sus temas y exponentes, ese tipo de congresos, coloquios, ciclos y demás pesan mucho en el currículum.

Pese a que tienes toda la razón en lo que mencionas en tu recetario, creo conveniente y oportuno el resaltar las excepciones cuando éstas se presenten y te platico una: El XII encuentro de la RIFREM.

- De entrada el registro fue gratuito. Los organizadores estaban convencidos de que el folder, la plumita y todas esas pendejadas que dan con el emblema del grupo organizador eran innecesarios y se prescindió de ellos en aras de mantener la gratuidad del encuentro.

- Hubo chingorromil problemas de logística, pero debidos a que estaba en su auge la alerta sanitaria por la influenza, que los obligó a mover la sede, etc.

- Aunque no se escaparon por completo del refriteo de temas, hubo uno que otro que expuso ponencias inéditas o sobre temas poco estudiados.

- La carta abierta. Se inscribió cuanto estudiante, profesor e investigador quiso y pudo, eliminando eso de que "son siempre los mismos y se conocen entre todos".

Seguiré leyendo el blog, así que si encuentras algún comentario en otra entrada no te sorprendas.

Saludos.

Fabian Torres.

Alfredo R. I. dijo...

No te preocupes en cuanto al trato, creo que el espacio perfectamente lo permite y, además, mi intención no es erigirme como "alguien a quien se deba tratar de usted con muchísimo respeto", ni cosa por el estilo.

Sobre lo que apuntas en tu comentario, cierto es que hay encuentros que se escapan de lo mencionado, no son susceptibles de meterse a cabalidad en lo dicho, y tampoco tienen toda la responsabilidad en cuanto a la aparición de las complicaciones comunes que he anotado. Sin embargo, como bien apuntas, hay muchos que suceden así, y eso no dejará de ser un problema para la gente que busca exponer o, peor aún, para la difusión del conocimiento.

Gracias por el comentario, son bienvenidos los demás que aparezcan por acá. Saludos.

Unknown dijo...

Encontré este blog de casualidad, porque prefiero ocuparme en asuntos de mi interés y casi no colsulto lo que escriben los colegas. Aunque, la nota sobre los encuentros académicos me pareció interesante ya que es una desilución ver que los historiadores terminen por presentar sus proyectos a los académicos y sus cuates. Considero que participar en coloquios no es malo y muy respetable los intereses de cada quien, pero creo que a todos se nos está olvidando que la historia parte de una realidad y que nos desemvolvemos en la vida diaria y por tales motivos sería justo retribuir nuestra labor al público para no limitarse sólo a un sector viciado, muy poco interesado y que llegan a sentirse como dioses del Olimpo.