26.4.09

Enfermos y enfermedades.

Desde el día de ayer, y hasta nuevo aviso, se han suspendido las clases en el Distrito Federal y el Estado de México para así evitar la magnificación de un brote de influenza que, por lo pronto, ha matado ya a veinte sujetos. Las autoridades de salud -ocupadas como siempre en ver cómo nos dan en la cabeza a los fumadores, en lugar de atender lo de verdad urgente-, tras anunciar un par de meses atrás que nada podía hacerse, y posteriormente restar importancia al brote, no tuvieron otra opción que desdecirse y admitir que, en efecto, algo anda en el ambiente, y ese algo mata a las personas con singular rapidez, ante lo cual no quedaba sino pedir a las personas que se abstuvieran de acudir a sitios concurridos, evitaran saludar de beso, e incluso de mano, compraran sus respectivos cubrebocas -para no contagiar ni contagiarse-, y se lavaran las manos con tanta frecuencia como les fuera posible. Todo esto, claro, amenizado por la suspensión de clases.

Como siempre, no podían faltar las reacciones frente a la noticia: las hubo piadosas, caracterizadas por la súbita movilización de las personas hacia los templos para implorar el auxilio divino frente a la contingencia vivida. Asimismo, las hubo sarcásticas, donde los sujetos prefirieron hacer chistes acerca de los mocos vengadores, o cosas por el estilo, y aun hubo algún zopenco que festejó la suspensión de clases, lo cual siempre hará que me pregunte: "si no quieres ir a clases, ¿por qué simplemente no dejas de ir, con o sin emergencia? Total, con esa actitud, poco será lo que se pierda si abandonas los estudios." Existieron, también, a quienes la alarma llevó a buscar información respecto a la enfermedad, tal vez intentando encontrar algún remedio eficaz para evitar el contagio, lo cual determinó que la página de la Secretaría de Salud -de por sí poco amable para con el usuario- se bloqueara durante largos periodos, o dejara fluir la información a cuentagotas.

Sin embargo, las reacciones que, en lo particular, me interesaron mayormente, fueron aquéllas donde los sujetos se dedicaron a armar la nueva teoría del complot en torno a la enfermedad. Así, no faltó quien dijera que el brote de influenza no existe, que todo es una movida sucia del gobierno en medio del proceso electoral con quién sabe qué aviesos fines. A éstos les contestaría diciendo que, si la emergencia es una maniobra del gobierno, entonces los muertos y enfermos cuya existencia sé de primera mano seguramente son inventados, sólo les han cambiado las identidades y ahora se broncean muy quitados de la pena en Cancún o en Los Cabos. 

Otros más -perredistas, para no variar- hablaron de que la emergencia era un medio para golpearlos políticamente desde el gobierno federal. Aquí sí escapan sus razones a mi escaso entendimiento; como me dijo un muy estimado cofrade hace unos momentos, tal vez piensan que las autoridades están planeando enviar un alud de periodistas moquientos a entrevistar al legítimo, para que éste se enferme y deje de decir estupideces a cada instante. En medio de la sinrazón, todo puede ser, y ésta parecería ser la única explicación a mano para comprender el sentido del discurso. 

Por último, en distintos foros de Internet -filoperredistas también, para no perder la costumbre- se han dejado en el aire sesudas preguntas y elucubraciones -es ironía- en cuanto al origen del mal, sus alcances, y las medidas a tomar por el gobierno federal: que si todo es un movimiento mediático; que si es para desviar la atención de la crisis; que si hay que recordar al Chupacabras; que si se desea ocultar que la Bolsa de Valores se quedó sin sistema en días pasados, y ello condujo a que los extranjeros -¿cuáles? pues ésos, los extranjeros abstractos- se quedaran con el dinero de los mexicanos; que si la CIA, Obama, Hillary, el Banco Mundial y el FMI están detrás de los anuncios; finalmente, que si todo era raro, muy raro, y nada se entendía, salvo que detrás estaba el gobierno.

De lo visto aquí, lo único claro es que nada sabemos a ciencia cierta sino que hay un brote de influenza -y no importa si es una cepa H1N1, H2O, H2SO4, o cualquier otra nomenclatura que se le guste asignar-, que ha matado a veinte -al menos-, y que le puede dar a cualquiera, preferentemente a quienes nos ubicamos entre los 20 y los 40 años de edad. Es así de simple. Elaborar complicadas teorías respecto a la enfermedad no nos conduce, hasta donde puedo ver, a nada, dado que carecemos de datos y lo único posible sería que todos desvariáramos lindamente inventando explicaciones. Sólo nos queda aguardar, seguir las recomendaciones de seguridad emitidas por las autoridades competentes -o incompetentes, pero autoridades al fin y al cabo-, y confiar en que todo se normalizará la próxima semana. En caso contrario, seguiremos esperando, que de eso no quepa la menor duda.

2 comentarios:

Regoleta dijo...

Y de pilón nos tiembla... esto parece un chiste...

El viernes una amiga y yo comenzamos a platicar de estas teorías conspiratorias: también dijeron que algunos grupos terroristas planeaban atacar a las escuelas y que por eso suspendieron clases; las de tientes politiqueros como las que mencionas y las clásicas de que había algo que querían ocultar y desviaban la atención; luego entre broma y broma comenzamos a decir que quizás era para que la ciudad se vaciara y pudieran meter algo o sacar algo: muertos, agua, drogas, qué se yo...

Pero tienes toda la razón, lo cierto es que nada se sabe de lo que está pasando, quedan muchos huecos de información y el miedo se está extendiendo. Ya cancelaron las clases en todo el país; las primeras planas de los periódicos ponen en numeros muy grandes los muertos y luego, en letras más pequeñas, el adjetivo "posibles" seguido de "por causa de influenza"; de los 1300 casos que se reportaron en centros de salud, 900 (apróximadamente el 75%) eran falsa alarma y el resto estaban por confirmarse; la venta de carne de cerdo cayó en más de 60% y la influenza no se contagia por este medio (si está bien cocida la carne, por supuesto); todos los paises andan viendo a ver qué persona se les enferma para alterarse... es como una histeria colectiva que empeora la situación que vivivmos...

¡Saludos!

Alfredo R. I. dijo...

Hemos llegado al extremo de que cualquier moco -singular, inofensivo, tal vez sólo estéticamente desagradable- es visto con el mayor recelo. Y sí, ya he oído de gente que quiere hacer pogromos de puercos, quiere dar un escarmiento ejemplar a los pobres -y sabrosos- animales por andar contagiándonos con sus virus mortales.

¡Lo que hay que ver en estos días! Lo último que leí -una entrada en el Facebook de una amiga- fue que el fin de todo ello es conducir a la militarización perpetua, y aplicar la "teoría del shock" para que la gente se torne más obediente. Al rato, no faltará quien diga que incluso el gobierno dispone ya de dispositivos para crear temblores.

Saludos para ti.