28.4.09

La sospecha.

Como había comentado en la entrada precedente de este blog, al calor de la epidemia de gripe porcina han aparecido innumerables teorías, que van desde lo evidente hasta lo risible, pasando por lo obviamente político. A continuación anotaré dos de las más descabelladas que he oído y leído en las últimas horas, teniendo en mente el hecho de que es tan absurdo crear las mil teorías de la conspiración, el shock, y demás tonterías, como difundirlas, cual si los cerebros de los propagadores ya se hubieran contagiado de influenza y, navegando en mocos, estuvieran a punto de morir.

La primera que leí es de corte perredista: el gobierno está magnificando una epidemia inexistente con fines desconocidos pero, por pura casualidad, las entidades de la república en las que lanzó primero la alarma fueron, coincidentemente, aquéllas en las que gobiernan los principales candidatos a la presidencia en el 2012: Peña Nieto y el tal Marcelo. Cierto, la emergencia se declaró en esas entidades que, también casualmente, son las más pobladas del país, donde una epidemia tendría efectos en verdad devastadores, y donde ya han muerto personas. Así, quienes apoyan la conspiración política deberían considerar, antes de desbarrar, que el móvil de todo no es político, sino sanitario, con un asegún añadido: las medidas más drásticas que se han emitido en la Ciudad de México -y que podrían ser impopulares, dado que implican el cierre de negocios y la pérdida de dinero- no han surgido del gobierno federal, sino del local. Sobre este punto retornaré más adelante.

La segunda "hipótesis" -por no decir locura- circula en un correo electrónico donde, sin más, se dice que el gobierno de los Estados Unidos, coludido con las grandes empresas farmacéuticas, podría haber -ojo, siempre cabe la posibilidad de un o un no, pero lo que cuenta es correr la voz- diseminado un virus para aniquilar a la población de los países en desarrollo y, de paso, impulsar las ventas de las firmas mencionadas. A continuación, anotan una serie de "coincidencias" en las que apoyan sus sospechas, como serían la visita de Obama a México y la casi instantánea aparición de la epidemia, el anuncio de Aventis en torno a la construcción de una planta para producir vacunas anti - influenza en territorio mexicano, la lentitud con que circularon los primeros reportes sobre la enfermedad, la situación estratégica de México como centro turístico, que ayudaría a una dispersión mundial del virus en poco tiempo, el que no se nombre al antiviral que sí funciona, y la falta de "evidencias" reales en torno a la epidemia, o sea, nadie ha visto un cadáver ni a una familia llorosa.

Dada la amplitud de los anteriores "argumentos", los pondré aparte y trataré de razonarlos socráticamente, es decir, mediante preguntas que demuestren su nivel de ridiculez: si la población es aniquilada, ¿cómo potenciar la venta de medicamentos? ¿No se supone, acaso, que deberían crear clientes cautivos, y no matar a los potenciales compradores? Luego, si Obama trajo el virus, ¿por qué no hay muertos en los Estados Unidos? ¿No es extremadamente obvio y, si fuera cierta la conspiración gringa, una movida por demás arriesgada? Si no fue Obama, ¿cómo llegó el virus? ¿Cómo explican que existieron casos en Veracruz desde febrero, mucho antes de que el sujeto en cuestión apareciera en este país? Una más: si Aventis construirá una planta para producir vacunas, ¿no se tiene en cuenta que hay otras influenzas, además de la porcina? ¿Son acaso mentalistas los de Aventis, o son quienes están detrás de la conspiración y, como ya sabían, decidieron construir la planta? Ah, pero, ¿no que había que aniquilar a la población? ¿Entonces? La siguiente: México es un centro importante de turismo, pero en ninguna medida es el centro del turismo mundial; si ésta fuera la premisa -infectar turistas para crear una pandemia incontrolable-, ¿no hubiera sido mejor diseminar el virus en Nueva York, o en París, incluso en Cancún, y no en esta pobre ciudad insegura? Otra: ¿no se ha nombrado al antiviral? ¿No hay dos nombres circulando por ahí, impronunciables para quienes no estamos en la onda médica? ¿No ha dicho Roche que prepara algunos millones de dosis del mentado antiviral? La última: si no hay evidencia, es decir, muertos en la tele ni deudos también en la tele, en los periódicos o en la radio, ¿no será porque, por una vez, los medios se han mostrado decentes? ¿Acaso esta gente pretende ser omnisciente, y actúa bajo el típico "si no lo veo YO, no lo creo YO"? Muchos sabemos de muertos, de infectados, de hospitalizados, no necesariamente a través de los medios, sino de primera mano. ¿Será que esperan a que se les muera a ellos el primero para entonces sí creer? Resulta incluso plausible que, en caso de salir un muerto por influenza en la televisión, los mismos sujetos dirían "ah, no: ése es un muerto que se inventaron, no tiene influenza." Vaya, hasta ojos de laboratorio clínico poseen.

Lo que brinda credibilidad a lo mencionado es el hecho de que, inteligentemente, los animadores del miedo, la sospecha y la conspración apelan a la construcción de un universal afirmativo que, según la lógica proposicional, surge cuando, en medio de un montón de afirmaciones no comprobables, se integra una que sí lo es. En este caso, al lado de los infundios se inserta algo que sí ha pasado, y es la lenta reacción inicial tenida por las autoridades, motivada tal vez por la sola incompetencia, por el muy natural hábito de "nah, no pasa nada", o porque no querían crear una alarma sin tener a la mano los datos. Sea como sea, el que esto sí haya existido crea un halo de verdad alrededor del contenido restante del correo, y permite su circulación convencida.

¿De qué se trata todo esto? Obviamente, si el sesgo de los comentarios es político, entonces lo que se busca es golpear; ¿a quién? Al gobierno federal y, naturalmente, al presidente de la república quien, de vencer a la epidemia -como se espera que acontezca-, verá incrementada su popularidad a niveles no vistos en los pasados tres años. Como dato, vale decir que la popularidad de Felipe Calderón, según la última encuesta, alcanzaba ya el 76%, y eclipsaba a cualquier posible rival; consecuentemente, golpearlo por donde sea es la consigna. ¿Quién la emite? Ya se sabe, no es necesario repetir su nombre aquí, pero conviene decir que la mayoría de los infundios se generan o difunden en páginas que apoyan la "resistencia civil", que impulsan la figura del legítimo, o que atacan al monstruo de siete cabezas, el neoliberalismo. Mientras eso acontece, los canales institucionales del perredismo se suman a las políticas federales y hacen caso de las normas sanitarias emitidas, por lo que son también golpeados por ya se sabe quién, al ver que su influencia en el mencionado partido tiende a eclipsarse, la candidatura en el 2012 para su persona no es cosa segura, y prefiere que todo se vaya al diablo -ajá, como enunció a propósito de las instituciones- antes que retirarse a disfrutar de sus millones.

A todo esto, en medio de las noticias de buena fuente, de mala, las sospechas sin fundamento, la mala prensa y la mala fe, ¿qué sigue? ¿Culpar a los científicos que trabajan en el área 51 del hangar 18 de haber diseminado la epidemia al manipular mal los cadáveres de los extraterrestres que ahí se almacenan? ¿Decir que andan sueltos los alienígenas, y de sus procesos respiratorios expelen virus H1N1? ¿O apuntar el dedo acusador al neoliberalismo, que ahora se ceba en la gente y les manda epidemias, terremotos y, dentro de unos meses, huracanes e inundaciones? Francamente, sólo eso falta. Vaya irresponsabilidad.

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